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LAS HIPOTESIS Y LAS CONTRADICCIONES EN LA INVESTIGACION DEL CASO PEREL
4 misterios para las muertes de Cariló

Suicidio o asesinato, lavado de dinero o deudas financieras, debedor millonario o cómplice de oscuros poderes: la muerte de Mariano y Rosita Perel despierta teorías y especulaciones. La investigación de la Bonaerense es catastrófica y mantiene todo en total oscuridad. Las dos cartas buscadas.
Una de las pocas certezas del caso es que hubo dos muertes: ni siquiera está cerrado el tema suicidio/homicidio. Ya se cumplió una semana de las muertes de Mariano Perel (abajo) y su mujer, y todavía no se hicieron peritajes necesarios.

Por Raúl Kollmann

La catastrófica investigación de las muertes de Cariló hace que todo siga en la más absoluta oscuridad. A una semana de la aparición de los cuerpos ni siquiera se puede decir con seguridad si el matrimonio Perel fue víctima de un asesino profesional o si Mariano Perel, en el estado de locura en el que estaba ese día, mató de un tiro en la nuca a Rosita con la mano derecha y después se pegó él mismo un tiro en la nuca con la izquierda. Recién después viene el segundo de los interrogantes: si hubo crimen, ¿quién lo encargó? Y aquí las hipótesis son dos: lo mataron por una cuestión relacionada con el lavado de dinero o lo mataron por la enorme cantidad de dinero negro que debía. Los investigadores buscan dos cartas despachadas el viernes, una por Federal Express y otra por el Correo, ambas a Miami. Fue lo último que hizo Perel antes de salir hacia Cariló. A seguir, los misterios y las hipótesis del caso.

1 Fue un doble asesinato, actuó un killer profesional

Es lo que dice la autopsia, aunque fue hecha por médicos poco experimentados de la Costa. Ayer llegó a Dolores, enviado por la Procuración Bonaerense, un forense de reconocida trayectoria que se disponía a revisar la autopsia. También estuvo un criminalista, que igualmente va supervisar lo hecho hasta ahora en materia de rastros y pericias. Lo del doble asesinato es lo que dice la lógica: cuando hay tiros en la nuca, rara vez –aunque existen algunos casos– se trata de suicidio. Existe un mensaje –”soy un gringo colaborador del Citibank, muerto por no pagar el rescate de Antfactory del Citigroup”– que proviene de una impresora que hasta el momento no aparece. Ayer se allanó nuevamente el apart-hotel Puerto Hamlet y se secuestraron las impresoras para ver si de allí salió el mensaje. Por ahora, la hipótesis es que el asesino imprimió el mensaje en una impresora que nadie sabe dónde está.

2 Perel mató a su esposa y después se suicidó

Los datos a favor de esta increíble teoría surgen, en primer lugar, de la escena de las muertes. El arma que fue disparada, una Walther calibre 7.65, era propiedad de Mariano Perel. Sus amigos dicen que el mensaje es obra del propio financista que solía escribir en inglés y utilizar la palabra gringo. Hay un tramo en el que dice “non payment”, también habitual en él. Al mismo tiempo, no se verifica ningún movimiento en la cama: cuando se le dispara a una persona que está durmiendo al lado de la otra, la que queda viva se sobresalta, se mueve. En este caso, ello no ocurrió. Por otra parte, los peritos dicen que por la trayectoria de la bala el asesino debió acostarse entre Perel y su esposa para dispararle a ella. Parece más lógico que el que disparó fue él.
El marco de esta hipótesis es que Mariano Perel era un enfermo del espionaje y la criminalística, al tiempo que vivía una hecatombe financiera que su esposa e hijos desconocían. El viernes tuvo una fuerte pelea, con lo que quedó al borde del despido en la empresa para la cual trabajaba, Antfactory. Todo sumado lo puso en un estado de locura. Por último, está el dato de que tanto Perel como su esposa tenían seguros de vida que, en total, rondarían los tres millones de dólares. Igualmente, los familiares de los Perel sostienen que el financista nunca hubiera matado a su esposa y consideran que el homicidio era un final esperado: tenía muchos enemigos.

3 Fue asesinado por revelar datos sobre lavado de dinero

Todos consideran que Mariano Perel era un especialista en movimientos de fondos y él tuvo bajo su responsabilidad la transferencia de unos mil millones de dólares en el marco del contrabando de la llamada Aduana Paralela. O sea que Perel conocía el origen de fondos oscuros, quién los movía y cómo. Los viajes a Estados Unidos siempre fueron misteriosos: Antfactory dice que no sabía nada de ellos, a pesar de que Perel era su empleado. La semana pasada estuvo en México y Antfactory también manifiesta que desconoce a qué fue. Tampoco su familia sabe a qué iba: Perel decía que estaba asesorando a unas empresas de Internet de New Hampshire, pero pocos le creen. El otro dato extraño es que en su currículum, Perel –que siempre agrandaba todo– omitió poner su relación con el Citibank de Nueva York, justamente investigado por cuestiones de lavado. En este caso, la hipótesis principal es que lo mataron para silenciarlo.
–Todo indica que hubo una catástrofe en el viaje a México –señala un amigo– y acá hay un mensaje dirigido a Antfactory y al Citigroup.
Los investigadores de la Procuración están concentrados en analizar qué antecedentes tiene Antfactory y revisaban la documentación encontrada en una oficina clandestina ubicada al lado de la compañía. El ejecutivo Julio Hardy no mencionó esa oficina: tal vez ni sabía que existía. La respuesta está en los papeles encontrados allí. “Se van a hacer un picnic”, razonó el amigo de Perel, aunque también advirtió que el financista tenía pasión por la seguridad y puede ser que los papeles tengan claves y códigos que los hagan inentendibles.

4 Lo mataron por las gigantescas deudas que tenía desde su mesa de dinero

Esta es la principal teoría de los investigadores. Perel obtuvo sumas importantes de dinero –unos cinco millones de pesos– principalmente de algunos amigos y familiares. A cada uno le iba pagando los intereses, pero en los últimos años, en lugar de invertir la plata, la fue consumiendo, gastando en un tren de vida que superaba los 40.000 pesos mensuales. Ni su esposa ni sus hijos conocían la situación económica desesperada que tenía. En las últimas semanas empezó a no tener dinero ni para los intereses, lo que implicó que algún inversionista se diera cuenta de la estafa. Un allegado a Perel trazó este diálogo hipotético:
–Devolveme el dinero como sea.
–No te lo devuelvo y si insistís voy a hacer público de dónde sacaste la plata. Te voy a denunciar y vas a ir a la cárcel.
Un intento de extorsión de ese tipo, que ya había hecho en otro tiempo, pudo provocar la represalia. Tampoco puede descontarse que alguno de los inversionistas haya sido “un pesado” que le dio esa lección a él para que les llegue el mensaje a otros del mismo ambiente.
El primero de los interrogantes –asesinato o trama siniestra– debería resolverse, de una vez por todas, con una revisión de la autopsia y nuevos análisis de la piel de la nuca y las manos. Así se sabrá si Perel fue el que disparó o no. Ayer, los especialistas enviados por la Procuración supervisaban los nuevos estudios y sugerían otros.
El segundo de los enigmas –lavado de dinero o deudas en plata negra– será más difícil de resolver, sobre todo teniendo en cuenta que si hubo un asesino profesional, lo más probable es que esté lejos, muy lejos. La clave estará en la documentación de la oficina clandestina, lo que hay en las computadoras y los llamados telefónicos. Aun así, no será fácil: “Terminó mal con medio mundo, podía haber una cola para matarlo”, razonó un familiar.

 


 

JUECES Y FISCALES ESPERAN EL PAPER AMERICANO
Esperando el informe del Senado

En los Tribunales Federales de Comodoro Py todos quieren el informe del Senado de los Estados Unidos sobre lavado de dinero. O al menos el capítulo referido a la Argentina, que aunque está disponible en Internet no les sirve a funcionarios que investigan varias causas de corrupción institucional que rozan ese delito y necesitan la copia oficial.
Un cuerpo de expertos integrado por peritos contadores de la Corte Suprema de Justicia y técnicos de la Facultad de Derecho de la UBA, el Consejo Profesional de Ciencias Económicas y la AFIP analizará los datos que el juez federal Gustavo Literas espera recibir de los Estados Unidos respecto de las actividades del ex banquero Raúl Moneta, quien podría ser indagado bajo cargos de blanqueo de dinero.
El magistrado ordenó la declaración indagatoria de Moneta por defraudación, pero nunca fijó fecha de la audiencia porque aguarda los resultados del peritaje que realiza esa comisión múltiple de expertos. Literas ya remitió un oficio, por vía diplomática, al Departamento de Justicia estadounidense para obtener información del Citibank de Nueva York referida al Federal Bank, tal como se lo solicitaron los fiscales Guillermo Montenegro y Paulo Starc. Pretenden establecer si las operaciones detectadas en el informe del Banco Central –que también figuran en el del Senado norteamericano– entre el Banco República (de Moneta) y el Federal a través del Citi por unos 52 millones de pesos corresponden a maniobras de lavado y si esos movimientos tuvieron que ver con el vaciamiento del República.
Pero Literas no es el único que empezó a investigar este delito que ha convulsionado la política local. El fiscal Miguel Angel Osorio necesita el informe para avanzar en la pesquisa iniciada por una denuncia del menemista César Arias, apoderado del Partido Justicialista, en la que está imputado el ex presidente Carlos Menem, tal como reveló esta semana Página/12 en exclusiva. La jueza María Servini de Cubría lo requiere en la investigación que acaba de reabrir contra el presidente del Banco Central, Pedro Pou, por encubrimiento de lavado. Y el juez Jorge Luis Ballestero decidió que el caso de la mafia del oro, perpetrada en 1994, también puede haber sido una operación de blanqueo de dinero sucio. El fiscal del caso, Osorio, sostiene esa hipótesis desde que se inició la investigación.

 

OPINION
Por Miguel Bonasso

Sobre killers y contadores

El Caso Perel amenaza convertirse en otro clásico de la serie criminal que caracteriza a la Argentina moderna, donde una mafia más poderosa que la siciliana condiciona al poder político y donde reinan dos subespecies que se necesitan recíprocamente: los contadores y los killers. Que en su intenso intercambio, han comenzado a borrar las diferencias originales, porque ahora tenemos contadores que se han convertido en verdaderos killers sociales a través de sus racionalizaciones y killers procedentes de los sótanos del Estado, reciclados en empresarios que se disputan a dentelladas los principales negocios contemporáneos: el lavado de dinero, el tráfico de armas y drogas, las jugarretas financieras offshore, la inversión virtual y fulminante, la inteligencia sobre competidores y personal propio.
No hace falta ser Sherlock Holmes para augurar: 1) que el caso no se resolverá nunca. 2) Que nunca se sabrá quiénes fueron de verdad los autores materiales y mucho menos el o los autores intelectuales. 3) Que los medios caerán indefectiblemente en la trampa de los vendedores de pescado podrido que ya han comenzado a sembrar versiones contradictorias al calor del secreto del sumario y del propio ingenio de los asesinos. 4) Que la Policía Bonaerense aportará su reconocida capacidad científica para que el expediente se convierta en un galimatías incomprensible, plagado de suicidas contorsionistas, tipo Houdini, que se disparan a la nuca a 40 centímetros de distancia y, siendo diestros, se pegan en el costado izquierdo. Para no hablar, porque eso ya corresponde a la Federal, de suicidas con alto sentido del humor como Cattáneo que, antes de colgarse, se meten en la boca un recorte de La Nación. 5) Que la sociedad consumirá la nueva novela negra en una actitud absolutamente pasiva, luego se olvidará y volverá a ser atrapada cuando una nueva muerte vinculada al poder ocupe las primeras planas. A lo sumo alguien dirá en el café: “te acordás de Etchegoyen, te acordás de Maders, te acordás de Cattáneo, te acordás de Carlitos junior”. 6) Que en el mejor de los casos se atrapará a dos, tres o seis descerebrados y se les cargará el sambenito, como se les cargó a los horneros la responsabilidad criminal del Caso Cabezas. 7) Que la participación de investigadores del FBI o la Sureté no mejorará mucho las cosas. Entre otras razones: porque llegarán tarde y no lograrán saber jamás cómo estaba la escena del crimen cuando irrumpieron en la cabaña 32 los muchachos de la Bonaerense. 8) Que ganará la impunidad, que en nuestro país es tan inevitable como la muerte. El doble asesinato estremece e intriga por sus componentes literarios; lo que vendrá aburre mortalmente por repetido y previsible.
Desde el comienzo han proliferado las versiones que vinculan al contador y financista Isidoro Mariano Losanovscky Perel con la CIA, el Mossad y la modesta SIDE. Información que debe tener elementos de verdad y nos remite al principio, a la floreciente sociedad de contadores y killers que caracteriza al mundo de la posguerra fría. En el que antiguos represores, como Ricardo Miguel Cavallo (que aguarda en México su extradición a España), se convierten en empresarios de rubros afines, como el tráfico de armas o el tráfico de información sobre automotores, cuentas bancarias y reputaciones morosas o delictivas. Integrando grupos empresarios que vienen de los oscuros días de la ESMA y la explotación del botín de guerra donde descollaron hombres como Jorge Radice, alias Ruger, que fue todo un precursor, porque era inicialmente de profesión contador, fue asimilado por la Armada, donde llegó al grado de teniente de navío, se graduó como secuestrador y retornó a las ciencias económicas vendiendo los inmuebles de los desaparecidos. Y que hoy sigue en sus oscuras actividades, vinculado a otros antiguos represores como Miguel Angel Egea. Otro cerebro de los negocios al calor de la represión y del viejo, castigado y casi desaparecido Estado de la democracia. Hoy la CIA, como lo comentaba admirativamente Fernando de Santibañes, es una máquina puesta al servicio del aparato comercial de los Estados Unidos, así como la DEA es un gran regulador del mercado mundial de la droga y el consecuente money laundering (en el que apareció involucrado en dos documentos el novio de la Bolocco). Ambas agencias se miran con desconfianza porque se conocen las triquiñuelas y la DEA no ignora que la CIA lavó dinero en vasta escala en varias ocasiones. Por ejemplo cuando compraban armas iraníes para los contras.
Tampoco el Mossad canta mal las rancheras. Es uno de los campeones de la venta de armas a nivel mundial y varios de sus integrantes prestaron asesoramiento a los empresarios colombianos que crearon los Escuadrones de la Muerte. Hoy todo el mundo combina “servicios patrióticos” con jugosos negocios. Y se mata, como bien decía Susana Viau, no por razones ideológicas, sino por dinero.
Perel, a quien de nada le sirvieron armas y precauciones, navegaba en esas aguas turbias y, para colmo, sin patente de corso, como sí la tienen Jules Kroll o Frank Holder, los agentes de la CIA que ahora se dedican a la seguridad privada y con los cuales tuvo un pleito ya zanjado. O los represores que secundaron a don Alfredo Yabrán y terminaron enfrentados con Holder. A quien por esa sola publicidad del pleito habría que borrar de la lista de sospechosos. O no, ¿quién sabe? No siempre es bueno descartar lo obvio.
También estaba vinculado con el lavado de dinero y hasta había sido procesado por ese motivo. ¿Su muerte se relaciona con este tema explosivo que hoy lleva a pelearse a dos buenos amigos como son el Citi y Pedro Pou, o pone bajo una lupa internacional al banquero de Menem, Raúl Moneta? ¿Quién puede responder a esto? El tema es tan urticante en nuestro país que le costó el puesto y por poco la vida al rosarino nacionalizado gringo Abel Reynoso, antiguo responsable de la DEA en Argentina, que fue limpiamente sacado de escena cuando investigaba el lavado de 1300 millones de dólares procedentes, al parecer, de la corrupción. La famosa coima, el retorno de las privatizaciones. Un negociazo tan grande como el de la droga. Que a los argentinos nos ha dejado como se nos puede ver, en pelotas y sin Estado, debiendo cada uno (desde el nacimiento) la bella suma de cinco mil dólares.

 

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