| Por Cristian Alarcón y Raúl 
        Kollmann  El mundo de los espías 
        en el que se movía, y del cual alardeaba Mariano Perel, apareció 
        al descubierto ayer, al conocerse el texto completo de la carta escrita 
        por el financista en medio de la desesperación que le generaba 
        el hecho de estar investigado por sus turbias operaciones como director 
        del Banco Mercurio. En 1996, Perel escribió durante varios días 
        un documento de 31 páginas para que su familia supiera cómo 
        actuar en caso de que a él le pasara algo. Allí explica 
        la ruta del lavado, las complejas operaciones de evasión fiscal 
        y otros desfalcos financieros, ya publicados por Página/12. Pero 
        ahora salieron a luz, además, sus contactos con la SIDE que comandaba 
        Hugo Anzorreguy, los contrabandos de equipos de espionaje a pedido del 
        propio organismo y las operaciones secretas pergeñadas desde allí 
        para, por ejemplo, desprestigiar a Luis Moreno Ocampo o espiar a la embajada 
        de Cuba en Buenos Aires. Las revelaciones llevaron a un grupo de diputados 
        de la Alianza a pedir ayer que se investigue la gestión de Anzorreguy, 
        en la era menemista. Una característica del texto de Perel es su estilo didáctico. 
        Los textuales resultan la mejor manera de seguir la lógica de su 
        explicación:
 
  Carlos Doglioli (su ex 
        socio, que declaró esta semana en Dolores) estuvo en la SIDE hasta 
        dejar oficialmente su cargo como director de Contrainteligencia en la 
        primera presidencia de este gobierno (se refiere a Menem). Desde que dejó 
        la SIDE oficialmente, siguió en la SIDE extraoficialmente, cobrando 
        en negro y actuando en la parte clandestina de esa secretaría, 
        a las órdenes directas de Hugo Anzorreguy. 
  La historia empieza en 
        New York, al final de la reunión del Fondo Monetario de 1995 en 
        Washington. Carlos y yo vamos para New York, y nos encontramos con Alejandro 
        Mac Farland (yerno de Anzorreguy y funcionario de la SIDE) en el Sheraton 
        de la 6ta. Avenida donde éste se encontraba alojado. Allí 
        Alejandro le propone a Carlos hacerse cargo de algunas tareas de investigación, 
        de tipo político, que la Secretaría no quería manejar 
        en forma directa para que si algo saliera mal no quedara la Secretaría 
        pegada en el escándalo. Específicamente se habla de colocar 
        micrófonos para escuchas ambientales, para escuchas telefónicas, 
        y la escucha por aire para telefonía celular. Se mencionan varios 
        blancos todos de interés para la política partidaria o del 
        gobierno, pero incluyendo también la Embajada de Cuba en Buenos 
        Aires. Carlos acepta entusiasmado en encargue y salimos de la reunión, 
        yo muy preocupado y él saltando en una pata. Luego de explicar cómo se armó el grupo de trabajo, Perel 
        agrega los detalles del ingreso de la primera parte del equipo:
 
  Tanto la salida de la 
        Aduana de Martin, como la entrada a la vuelta, es arreglada por uno de 
        los funcionarios de la SIDE en Ezeiza, nombre de guerra Yaco. 
  Sobre el final de las 
        reuniones, en el mes de setiembre, Carlos se reúne un par de veces 
        con Hugo (Anzorreguy) en su casa particular, me dice que a las reuniones 
        asiste el senador Vaca (una vez me dice Vaca y otra vez me dice Toma), 
        y yo voy a un par de reuniones con Losada en la SIDE para hablar de dinero, 
        cuánto cuestan los equipos, cuánto necesitamos que nos paguen, 
        etc. 
  En ese momento, Carlos 
        me comenta que el blanco de la operación es Luis Moreno Ocampo. 
        Que la SIDE quiere hacer una operación secreta para obtener información 
        que permita incriminar a LMO de algo que le haga perder prestigio, o que 
        se lo saque el gobierno de encima como líder de las causas justas. 
        Que el gobierno le atribuía una organización propia, quizás 
        ligada a la PFA, con la cual LMO hacía investigaciones y cámaras 
        ocultas, y otro tipo de cruzadas contra el gobierno y contra la corrupción. 
        Que le atribuyen a LMO buena contrainteligencia, y que por lo tanto en 
        lugar de buscarlo directamente a él, lo que harían sería 
        apuntar al entorno operativo de él, hasta encontrar alguien que 
        tuviera la puerta mal cerradaque permitiera entrar y llegar por adentro 
        al entorno de LMO con algo que lo incriminara. Se habla de que la operación 
        duraría al menos 6 meses y que no habría entregas parciales 
        de información para que los políticos no se anticiparan 
        y la comprometieran. 
  Carlos habla con Rick 
        (Lund, un contacto de Perel y Doglioli en EE.UU.), quien envía 
        una lista de precios para buscar en los Estados Unidos y en otros países 
        información sobre la posible existencia de bienes y/o cuentas de 
        banco a nombre de LMO, algo similar a lo que había hecho en 1994 
        con José Luis Manzano cuando éste estaba en La Yola en California. 
  Finalmente un día 
        concurro a la SIDE, Carlos me dice que vaya a la oficina de Losada pero 
        cuando llego ya me estaba esperando en la puerta, y me entrega u$s 250.000 
        en efectivo para que comprara los equipos y pusiera en marcha la operación. 
  Le pedimos a Losada que 
        arregle la entrada de los equipos y la gente al país. (...) Finalmente 
        dicen que nos arreglemos nosotros y que vengan de contrabando sin relacionarlos 
        con ellos. Le decimos que eso va a costar dinero, dice que cuando nos 
        pague los 100.000 dólares que todavía faltaban de los equipos, 
        nos van a dar lo que pongamos para entrar las cosas. Perel explica luego los detalles de la puesta en marcha de la operación, 
        que finalmente queda abortada porque Carlos me traiciona y empieza 
        todo su repliegue. Es aquí cuando Perel termina su carta 
        con la frase ya publicada en este diario: Esta información 
        vale una fortuna que ni puedo calcular. O de la misma SIDE y de Carlos 
        para que no salga, o de algún periodista que quiera hacer algo 
        con ella, o del propio Luis Moreno Ocampo que también puede querer 
        hacer algo con ella. Manejen esta información (le dice a su familia) 
        con mucho cuidado. Tiene valor mientras no sale a luz. Una vez que sale 
        no vale más. Hay que cobrar antes.
   
        
          | Sospechas sobre todos  Rosita, tenés que hacerte asesorar bien acerca de 
              cómo usar toda esta información (...). Una vez que 
              sea pública tampoco tiene valor, salvo el hacerles un daño 
              mortal para que se hundan en la mierda como pretenden hacer conmigo. 
              La instrucción de Mariano Perel a su mujer, y a sus hijos, 
              en la carta divulgada esta semana es del tono que tienen los detalles 
              con que adorna el camino de una posible muerte. Si desaparecía 
              o algo le pasaba, los suyos se quedaban con un instructivo perfecto 
              para la extorsión a los hermanos Benadón, dueños 
              del Banco Mercurio. Los Benadon son desde el lunes los hombres en 
              la mira de la fiscal Claudia Castro, quien extrañamente no 
              los ha llamado aún para que declaren en Dolores. En la mira también están los dos personajes que declararon 
              esta semana: Carlos Doglioli y Jorge Taranto. Ambos se mostraron 
              como ángeles el miércoles ante la fiscal. Pero en 
              la carta de Perel, uno queda peor que otro. De Doglioli, a quien 
              acusa de traicionarlo de todas las maneras posibles, dice: Tengo 
              que lograr no encontrarme más a solas con él. 
              Y después se lee: Está totalmente aliado con 
              Taranto, que ya les dijo a varios que me quería ver muerto.
 De los Benadón también habla: Están aterrorizados 
              por lo que yo pueda hacer. Jacques Benadón me dijo que no 
              sabía si yo era amigo o enemigo. En el final dice: 
              Evidentemente ahora me tengo que cuidar también de 
              los Benadón. Rosita tiene miedo que me traicione también 
              Anzorreguy. Ya lo hicieron otros, como Carlos Doglioli. Pero yo 
              realmente no creo que Jorge me vaya a cagar. Si lo hace, entonces 
              no me queda nadie en quién creer más que en Rosita 
              y en mis hijos.
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          | El silencio familiar  La carta escrita por Perel no sólo desnuda negociados de 
              empresas a las que les importa el país. También muestra 
              su organización familiar, en la que Rosita Perel parece tener 
              poca información. Pero no sus hijos, considerados como laderos 
              confiables del hombre de los secretos. No sólo que Jonathan 
              es quien lo acompaña en la causa judicial que tuvo que enfrentar 
              ante el juez Julio Cruciani, sino que comparte con ellos información 
              y escondites. En casa, Jonathan sabe dónde está el dinero 
              y los dos lugares donde dejo papeles. Además en la pieza 
              de Valeria, entre el techo y la columna de la derecha del escritorio 
              de ella, dejé un par de tarjetas de crédito mías 
              por si me tengo que rajar del país, deja dicho. También 
              Valeria tiene algunos papeles. Creo que la mayor parte está 
              donde Luisa y Valeria saben (cada una por su lado), está 
              referido a cosas que hice para los Garfunkel y que nunca fueron 
              adecuadamente retribuidas y por las cuales se les podría 
              exigir alguna vez algo. La verdad, que a esta altura estoy por decir 
              que se portaron mejor que los Benadón. Las escuálidas 
              declaraciones de los hijos del empresario no coinciden con esta 
              descripción de su padre.
 |    DECLARO 
        UN EX SOCIO E INTIMO DE MARIANO PERELBarajó un posible suicidio
 Por C. A.  Se conocieron cuando todavía 
        eran unos chicos no iniciados. La vida los fue juntando bajo los mismos 
        techos, en las mismas fiestas familiares, en los mismos clubes, más 
        tarde en algún negocio. Por eso la declaración de Fernando 
        Feinsilber, íntimo de Mariano Perel, ante la fiscal Claudia Castro, 
        dejó a los investigadores del caso por lo menos impresionados. 
        El barajó la posibilidad de suicidarse, les dijo el 
        ejecutivo del Banco Provincia, cuando los oídos de Castro estaban 
        concentrados hacía ya unas horas en el largo relato que logró 
        conmover después de mucho el moroso clima de los tribunales de 
        Dolores. Se sumaron a su fantasía de suicidio en pleno escándalo 
        del Banco Mercurio, en 1996, sus vidas paralelas reflejadas 
        en el documento completo conocido ayer que escribió a los suyos 
        y el aspecto de destruido y quebrado que tenía antes de su muerte. 
        Feinsilber también sorprendió a la fiscal al insistir en 
        que los Perel no tomaban vino, uno de los adelantos de este diario. Ellos 
        siempre tomaban Coca light, dijo. Nos pareció una declaración interesante porque pudo 
        aportar mucho sobre la vida de Perel, dijo atípicamente exultante 
        el secretario de la fiscalía, Federico Fourquet, después 
        de la única testimonial de ayer. Lo que les interesó fue 
        el panorama que pudieron ver a través del primer allegado de Perel 
        que habla en extenso sobre el personaje. Algunos de sus rasgos maníacos 
        ya los conocían por lo publicado en este diario, y por los párrafos 
        imperdibles que Perel dedicó en la larga carta divulgada esta semana, 
        en los que les da instrucciones a sus familiares para que recuperaran 
        dos millones que le estarían birlando los hermanos Beladón, 
        del Banco Mercurio. Si bien yo lo conocía muchísimo 
        y teníamos confianza, Mariano era un tipo de vidas paralelas, 
        aseguró su amigo, quien además fue el adjunto de cátedra 
        de Vicente Perel, padre del financista, durante 15 años en la Facultad 
        de Economía de la UBA. Había muchas cosas de él 
        que yo no sabía dijo. El contaba algunas cosas y otras 
        no.
 Feinsilber fue tajante al definir el punto de inflexión de la vida 
        de Perel: fue su paso por el Banco Mercurio, propiedad de los hermanos 
        Beladón, los mismos que protagonizan el documento que ha sido divulgado 
        esta semana por la Procuración General bonaerense. El Mercurio 
        me arruinó la vida y Kroll terminó de arruinármela, 
        es otra de las frases que el testigo recordó de su amigo Perel. 
        El affaire de contrabando del Mercurio por el que Perel casi fue preso 
        y luego un informe negativo de la empresa de seguridad Kroll del 
        ex CIA Frank Holder que lo perjudicó laboralmente fueron 
        esos dos hechos. En la carta escrita por el empresario cuando se fue del 
        banco en 1996 son reveladores los párrafos en los que instruye 
        con detalles a su familia para dar con documentaciones, pruebas y así 
        apretar a los Beladón para recuperar dos millones de 
        pesos en negro.
 El viejo amigo del financista recordó la crisis en la que Perel 
        entró cuando apareció como la cabeza visible de Mercurio, 
        en la causa por contrabando iniciada por el juez Julio Cruciani. Barajó 
        la posibilidad de suicidarse, dijo. De su última época 
        aclaró que se habían distanciado, durante el año 
        y medio que Perel vivió en los Estados Unidos. Pero volvieron a 
        verse cuando Perel se entrevistó con funcionarios del grupo Bapro 
        en busca de un negocio de Internet para Antfactory, que según él 
        no propició. Feinsilber dijo que luego volvieron a encontrarse: 
        Lo vi muy mal de ánimo otra vez, lo describió.
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