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       Por Susana Viau 
        La investigación, cuya 
        primera fase terminó el viernes, poniendo nuevamente a tres ejecutivos 
        del Citibank ante los miembros del subcomité del Senado de los 
        Estados Unidos, tuvo un paciente, empecinado constructor: el contador 
        mendocino Luis Balaguer. Como la vida de cualquiera, la suya tiene momentos 
        fundacionales. El que Balaguer recuerda con más emoción 
        ocurrió a fines de los 60, cuando los universitarios de su 
        provincia desataron el mendozaso y él, un joven estudiante 
        de ciencias económicas militante de la JP, acabó conduciendo 
        el carro hidrante que le habían tomado a la bravísima policía 
        local. De entonces a aquí ha corrido mucha agua y una de las cosas 
        que Balaguer no ha perdido -el buceo en las empresas de Moneta desató 
        la ofensiva del aparato periodístico-judicial-económico 
        que rodea al ex banquero, complicándole la vida cotidiana 
        es el entusiasmo. Por fin empieza a ver concretado un trabajo de diez 
        años, casi solitario y descalificado en más de una oportunidad 
        por quienes escuchaban incrédulos sus conclusiones. Ahora empieza 
        a sentirse satisfecho y eso resulta inocultable para este diario, que 
        siempre creyó en la verosimilitud de las historias que relataba 
        y en la corrección de los datos con que documentó sus afirmaciones. 
        Algo más relajado y a punto de abordar el avión que lo llevará 
        de regreso a Mendoza, desplegó ante Página/12 su valoración 
        de lo sucedido en estos días. 
        ¿Cuáles son las conclusiones de la etapa americana 
        de la investigación? 
        En primer término ha quedado corroborada y demostrada la 
        veracidad de nuestra denuncia en cuanto a que el Federal Bank y el Citibank 
        coparticiparon en una megaoperación de lavado de dinero que duró 
        casi una década y tuvo como destino final financiar las operaciones 
        del CEI. Primero en las empresas privatizadas y luego, a partir del 95, 
        con la compra masiva de medios de difusión. En segundo término 
        quedó absolutamente demostrado que el Federal Bank es propiedad 
        de Moneta, aunque él lo niegue. Los mismos directivos del Citibank 
        dijeron el viernes que no se explicaban por qué Raúl Moneta 
        sigue negando ese hecho. En tercer lugar, ante la requisitoria aguda del 
        senador Carl Levin quedó claro que, por un lado, le mintieron a 
        sabiendas a los empleados del Banco Central porque la documentación 
        inherente al Federal Bank la tenían el Citibank NA, de Argentina, 
        y el Citibank de Nueva York.  
        Carlos Fedrigotti, el titular del Citibank de Argentina, la tenía... 
        Sí, claro. Se vio forzado a reconocerlo y tuvo que pedir 
        disculpas por ello. Por otra parte, quedó en evidencia que el Citibank 
        no actuó por ignorancia, sino a sabiendas de que las operaciones 
        de este grupo constituían maniobras de lavado de dinero y ellos 
        las fomentaron porque eran socios de Moneta en el CEI, donde iba a parar 
        finalmente la plata. En determinado momento se les puso a los directivos 
        del Citibank una planilla de los movimientos de traspaso, en un mismo 
        día, de American Exchange al Federal Bank y de éste al República. 
        Cuando les preguntaron a los ejecutivos del Citibank si tenían 
        alguna explicación lógica para esos movimientos, dijeron 
        que sí porque de esa manera se estaban financiando. Lo que no supieron 
        explicar fue por qué triangulaban el dinero con el Federal y no 
        lo colocaban en forma directa. Tuvieron que reconocer que era una maniobra 
        para esconder el origen del dinero y que habían transgredido las 
        normas americanas en materia de control de lavado y las propias normas 
        del Citibank. Terminaron pidiendo disculpas por todas las infracciones 
        cometidas en relación al grupo Moneta. 
        Igual que en el caso del hermano del ex presidente mexicano Salinas 
        de Gortari.  
        Sí, John Reed fue quien las pidió en esa ocasión. 
        Tampoco les quedaban esta vez muchas alternativas. Como bien dijeron los 
        asesores de Levin: Optaron por el mal menor. El Citibank tenía 
        dos caminos: o decir que eranestúpidos o reconocer que eran corruptos. 
        Dieron a entender que eran estúpidos, optaron por el mal menor. 
        Raúl Moneta lanzó el jueves un ataque masivo.  
        Su táctica es esa. Es víctima. Primero de un juez 
        corrupto que le pedía coimas que él denunció recién 
        un año después, inventando pruebas inverosímiles 
        y testigos como Daniel Vila, que terminan presionando en el Consejo de 
        la Magistratura para cambiar el voto de algunos consejeros. Eso demuestra 
        que no eran testigos, sino parte interesada. Después es víctima 
        de los políticos, de los periodistas, de todos los que lo investigan. 
        En la corrupción de las instituciones argentinas siempre encuentran 
        a alguien permeable a los favores de Moneta.  
        ¿No hay mejor defensa que un buen ataque?  
        Esa ha sido su estrategia. Ahora, la otra cuestión es dónde 
        la expone. Nunca se presenta donde va a ser objeto de preguntas comprometedoras, 
        sino que se presenta ante periodistas amigos o comprados que le dan pie 
        a sus mentiras. Así como cuando salió de la clandestinidad 
        no fue al programa de Mariano Grondona sino que Grondona fue al Banco 
        República a hacerle un reportaje para que dijera que no se había 
        profugado sino que estaba defendiendo su libertad, en esta oportunidad 
        eligió al mismo periodista. No es casualidad teniendo en cuenta 
        las relaciones del hijo de Mariano Grondona con Moneta y la mafia del 
        Banco Central. 
        ¿A qué relaciones se refiere?  
        No se puede soslayar que Mariano Grondona hijo fue asesor de María 
        Julia Alsogaray en la privatización de ENTel, cuyo beneficiario 
        fue el CEI; tampoco que Grondona hijo fue síndico del BCRA durante 
        la siesta del Banco República y el lavado de dinero del Federal 
        Bank y menos que él es representante de Finvercom, una oscura financiera 
        que operaba con el Federal Bank y consumó una estafa mayúscula 
        en perjuicio del Banco de Previsión por más de 30 millones 
        de dólares. Además, coparticipó en una importante 
        operación también de lavado con la compra de divisas valor 
        hoy y venta valor puesto, realizada por el Banco República 
        y Finvercom. Los inspectores que actuaron sobre el República y 
        sobre Finvercom expusieron que dichas operaciones transgredían 
        la ley penal cambiaria y el BCRA debía formular las respectivas 
        denuncias penales. No obstante ello, un oportuno y falso dictamen jurídico 
        dijo que no había delito alguno en esos manejos. En el caso del 
        República esa operatoria tuvo la magnitud de 6 mil millones. 
        Hubo algunas presencias inesperadas en la audiencia ¿no? 
        Sí, la presencia de Diego Guelar, quien no estaba invitado 
        a los estrados oficiales. Pese a ello, invocando una supuesta condición 
        de embajador argentino tomó asiento en un lugar que 
        no le correspondía. Su presencia revela la preocupación 
        del menemismo por los resultados de la investigación. Muy significativo 
        todo, mucho más teniendo en cuenta que la familia Guelar era socia 
        del Citibank en el Banco del Oeste, cuyo presidente era Guido Guelar (hermano 
        del embajador menemista) y el vicepresidente Richard Handley. No se puede 
        olvidar que ese banco recibió redescuentos por cifras astronómicas 
        y luego fue enviado a la liquidación configurándose así 
        uno de los mayores vaciamientos bancarios de la década del 80. 
        Esa historia continúa aún en un juzgado penal de Mercedes 
        donde hay imputados, pero no detenidos y Guido Guelar se mantiene prófugo 
        hasta hoy. Pero da la casualidad de que antes de profugarse transfirió 
        sus bienes en favor de Moneta. La que era la estancia La Chocita se convirtió 
        en la estancia La República. 
        En La República (todo lo de Moneta se llama República) 
        fue donde el gobierno menemista agasajó con asados a sus huéspedes 
        extranjeros. 
        Así es. Era la estancia de los Guelar. Cuando Guido Guelar 
        se profugó no salió de escena: la sociedad Mora de Luna, 
        presidida por él y su esposa pasó a ser presidida por Aldo 
        Semino, el testaferro de Carlos Menem que aparece como propietario de 
        la parte más exótica de la finca de Anillaco. Esa sociedad 
        Mora de Luna es la misma que le sirvió después de puente 
        aMoneta, para blanquear la compra de gran cantidad de propiedades rurales 
        que realizó su mano derecha, Alberto Petracchi, ex director del 
        BCRA en los primeros años del menemismo y simultáneamente 
        abogado del juicio de la familia Guelar contra el Central. Petracchi, 
        como ustedes mismos señalaron ya, es primo del miembro de la corte 
        Enrique Petracchi y tío de Juan Petracchi, yerno del presidente 
        De la Rúa. Para cerrar, volvamos a Guelar: este ex embajador estuvo 
        llamando insistentemente en estos días a la oficina de los asesores 
        de Carl Levin para conocer detalles de la investigación. Llamaba 
        presentándose como embajador argentino. 
        Por lo que parece, este escándalo no ha hecho más 
        que empezar.  
        Ahora viene lo más importante, que es el capítulo 
        argentino. La etapa americana es apenas la punta de la madeja que pondrá 
        en evidencia a los verdaderos beneficiarios de la megaoperación 
        de lavado de dinero y de los cuales no me cabe ninguna duda 
        Moneta no es nada más que un testaferro. 
        ¿Esa recordada tesis de Carlos Menem respecto de que al capital 
        no hay que preguntarle de dónde viene, ha convertido a la Argentina 
        en un paraíso fiscal, en un lavadero de plata malhabida? 
        Argentina nunca tuvo fama ni tradición de lavado antes del 
        menemismo. Y el lavado es una de las tantos males que trajo esa década 
        terrible de Menem. Pero no hay que confundirse ni confundir. Esto no involucra 
        a todo el sistema financiero argentino sino a un puñado de bancos. 
        Básicamente a aquellos que crecieron en los 90 sin explicación 
        económica alguna y a los que podemos encontrar en la nómina 
        de accionistas del CEI. O en varios de los bancos quebrados y vaciados 
        con la complicidad del Banco Central, como son los casos del Feigin o 
        del Mayo-Patricios, por mencionar sólo algunos. Y a los que habría 
        que investigar, porque en economía no hay milagros, es a aquellos 
        bancos que no tienen sucursales, ni cartera numerosa de clientes, si sus 
        inversionistas provienen de paraísos fiscales, su cartera de crédito 
        son los gobiernos de provincia o el Estado Nacional y se llaman a sí 
        mismos bancos mayoristas, como era el Banco República. 
       
      
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