Por Verónica Abdala
La lucha entre la tradición
y el progreso está en el centro de El rey mono, una superproducción
del canal Hallmark de televisión que se emitirá en dos partes,
el domingo y el lunes a las 22. La señal dio muestras de sus posibilidades
de producción, en el rubro de films para niños y adolescentes
(o grandes con alma de...) con Las mil y una noches, primero, y una adaptación
de Don Quijote de la Mancha, después. En esta oportunidad en
que condimenta la fórmula con los efectos especiales de Cinesite,
la misma empresa que estuvo a cargo de los efectos de Misión Imposible
II, una diosa china, un académico con aspecto de modelo publicitario
y un rey experto en artes marciales demuestran que la lucha puede cambiar
el mundo, tras enfrentarse en lo que será una feroz y encarnizada
batalla, con los maestros tradicionalistas, seres malvados
venidos desde lejos y aficionados a la censura, que pretenden preservar
e imponer los valores reinantes en la sociedad china de hace quinientos
años.
Los artistas son como los insectos: los eliminás y salen
más del estiércol, dictamina apenas comenzada la aventura
el líder a los sombríos seres que lo acompañan, barriendo
de entrada con toda esperanza de que en su espíritu sobresalga
algún rasgo de inteligencia o de bondad. La tarea de los protagonistas
será vencerlos y mejorar, en lo que está a su alcance, la
calidad de vida de quienes viven en el presente, para no retroceder ni
un solo paso en las libertades conquistadas en Oriente.
Los escenarios de la China moderna dan inicio a la historia en la que
se verá envuelto Nick Orton (Thomas Gibson), que llega hasta allí
para participar de una excavación arqueológica, con la convicción
de que las tumbas de los emperadores guardan misteriosos secretos. Previsiblemente,
comprobará que no estaba tan errado, a poco de comenzada la acción.
Bai Ling, la diosa de la Piedad (Bai Ling), y el rey Mono (Russell Wong),
un ser con características peculiares, se cruzarán en su
camino y lo instarán a cumplir con su destino. Su misión
será asumir el papel del Maestro Divino, una suerte
de mesías occidental de principios de milenio capaz de cambiar
el rumbo de la humanidad que, en palabras de sus compañeros de
aventura, se desbarranca en franco proceso de autodestrucción.
Para ello, Nick tendrá que liberar al legendario rey Mono de las
fuerzas demoníacas que pesan sobre él, y que lo mantienen,
desde hace cinco siglos, condenado a ver pasar la vida atrapado entre
unas rocas. Posteriormente, deberá viajar al pasado para recuperar
un manuscrito del siglo XVI, que pretenden destruir Shu, el Maestro Censor,
y los demonios que le prestan ayuda. Es que, como bien dice la Diosa de
la Piedad, hay libros que por su mera existencia transforman el
mundo, y Journey to the west, el manuscrito en cuestión,
al parecer es uno de ellos. Juntos, los tres emprenderán el rescate
del viejo libro y la aventura que evitará que China vuelva a sufrir
su caótico pasado.
Finalmente, y para no descuidar la cuota de romanticismo ¿necesaria?,
Nick librará la última pelea: esta vez, contra la lógica
que impide que la hermosa Shu abandone el reino de la magia para acompañarlo
en su vida de académico y hombre de negocios, bastante menos arriesgada.
Aunque esta vez no se saldrá con la suya. Kwang Ying volverá
al mundo sobrenatural a ocupar su lugar de diosa y Nick emprenderá
el regreso a casa, eso sí, satisfecho de haber cumplido con aquello
de las buenas acciones.
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