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ALREDEDOR DE CIEN MIL PERSONAS LLENARON
LA PLAZA DE MAYO PARA REPUDIAR EL GOLPE DEL ‘76
“La memoria es la dignidad de un pueblo”

Más de cien mil personas manifestaron en las principales ciudades del país para repudiar el golpe militar del 24 de marzo de 1976 al cumplirse 25 años de esa fecha. El tono de los actos fue también crítico a la política económica oficial y al ministro Domingo Cavallo.

Cerca de cien mil personas llenaron
la Plaza de Mayo. Uno de los actos más grandes de los últimos años.

Madres y Abuelas de Plaza de Mayo
en el acto. Los organismos de derechos humanos encabezaron la masiva marcha.

Por Luis Bruschtein

“Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro pero un pueblo con memoria es un pueblo con dignidad, ¡salud digna Argentina!” vibró en la Plaza de Mayo la voz del subcomandante Marcos en comunicación telefónica desde México, ante las decenas de miles de personas que se habían reunido ayer en el 25 aniversario del golpe del 24 de marzo de 1976, en uno de los actos más numerosos de los últimos años. Las palabras del subcomandante resonaron en la plaza luego de que un grupo de muchachos hiciera repicar las campanas del Cabildo y el actor Raúl Rizzo leyera un documento con duras críticas al Gobierno y a Domingo Cavallo. “La lucha de nuestros hijos es nuestra lucha” reafirmaron las Madres al coincidir con el subcomandante Marcos de que es cierto que pasaron 25 años pero que también es cierto que memoria es futuro. Otras manifestaciones similares se estaban llevando a cabo en Córdoba, Santiago del Estero, La Plata, Neuquén y en las principales ciudades del país donde cientos de miles de personas manifestaron su repudio al golpe militar.
Desde antes de las 17 habían comenzado a reunirse manifestantes en la Plaza de los Congresos y sus inmediaciones, convocados por el “Encuentro 25 años, memoria, verdad y justicia”, integrado por las Madres de Plaza de Mayo–Línea Fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, los organismos de derechos humanos, la CTA, la FUA y 203 agrupaciones políticas, estudiantiles, barriales, sindicales y culturales.
“Esta vez vine con la mitad del cartel” dice Adriana, que lleva sobre el pecho la foto de su hermana desaparecida. “Encontramos a mi sobrino” aclara, porque falta la otra foto, como un síntoma de los 25 años que han pasado desde el 24 de marzo de 1976, de lo que se ha avanzado y de lo que falta por caminar.
Mientras los manifestantes encolumnados se organizaban en distintos puntos alrededor de la plaza, numerosos personas sin organización comenzaban a instalarse a lo largo de Avenida de Mayo. Los partidos de izquierda, PCR, PO, MAS, PTS, MST y PC se concentraron sobre Rivadavia, en tanto que los distintos grupos peronistas, el Frente Grande, los socialistas del PSD y el PSP, el PI y la CTA lo hicieron sobre Hipólito Yrigoyen. La cabeza de la manifestación, donde marcharon los organismos de derechos humanos, se organizó sobre avenida de Mayo y Sáenz Peña. A las 17.30, cuando comenzaron a marchar hacia Plaza de Mayo, en la avenida y en la misma plaza ya había numerosas personas que obligaban a avanzar muy lentamente. En la vanguardia, junto a Madres y Abuelas, estaban los legisladores porteños Patricio Echegaray, Vilma Ripoll y Jorge Altamira, además de Adolfo Pérez Esquivel, Víctor De Gennaro, Pino Solanas, Juan Carlos Dante Gullo, Horacio Verbitsky, Raúl Castells y el ex fiscal Ricardo Molinas, entre otros. El cartel que iniciaba la marcha decía: “El poder económico y los gorilas de turno garantizan que el genocidio impune de ayer continúe con el genocidio de hoy. Basta de hambre, entrega, desocupación y represión. Basta de impunidad”.
Entre los manifestantes estuvieron los diputados Héctor Polino, Marcela Bordenave, Darío Alessandro, Elisa Carrió, el subsecretario de la vivienda porteño, Eduardo Jozami, y la subsecretaria de Derechos Humanos, Marta Conti. También, y quizá saludando viejas amistades, se encontraba el legislador belicista Enrique Rodríguez.
La nutrida columna del Polo Social, encabezada por el sacerdote Luis Farinello, quien era llevado en una silla de ruedas por sus compañeros, decidió caminar por Hipólito Yrigoyen hasta la plaza a raíz de la lentitud con que se desplazaba la columna central.
La numerosa columna de los partidos de izquierda se prolongaba por varias cuadras, como sucede siempre en estos actos. Pero esta vez los socialistas, el PI y el Frente Grande también aportaron grupos considerables, uno de estos últimos llevaba un cartel con la consigna: “Cavallo procesista ¿quién te votó?” Y fue llamativa la cantidad de pequeñas grupaciones barriales y de la JotaPé, muchos convocados por el Polo Social, que sacaron a relucir las estrellas rojas de ocho puntas con la JP y el PV en letras negras, así como retratos de Perón, Evita y el Che, al estilo de los ‘70. Un gran cartel de Montoneros que en otras ocasiones despertó más de una crítica, ayer era motivo de curiosidad y varios lo aprovecharon para sacarse una foto como si se tratara de una reliquia histórica. “¿Vas a ir abajo de ese cartel?” le preguntó un cuarentón a otro, algo desorientado. “¿Y qué tiene, che?, si todos fuimos montoneros...” fue la respuesta.
La columna de la CTA, con militantes de ATE, CTERA y otros gremios fue notoriamente engrosada por grupos de la Juventud del CTA y las delegaciones barriales de la central obrera. “Estamos recordando que se cumplen 25 años de un golpe militar nefasto –declaró Víctor De Gennaro– y parece que este mismo día los diputados están discutiendo entregarle la suma de poderes a Domingo cavallo, que es otra forma de golpe de Estado”.
Además de las consignas por los derechos humanos y contra los militares golpistas, las consignas de los manifestantes hacían alusión a “Cavallo, compadre...” Había manifestantes aislados con banderas de Uruguay, de Chile y Paraguay, pero todos los grupos, incluyendo a los peronistas llevaban banderas de Cuba en protesta por el voto del gobierno contra la isla en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Cuando la cabeza de la manifestación comenzó a entrar a la Plaza de Mayo, los grupos más atrasados no habían terminado de salir de Congreso. El palco estaba ubicado delante del monumento a San Martín. El actor Raúl Rizzo fue el encargado de leer el documento acordado por las 203 agrupaciones sociales que convocaron al acto.
“El gobierno de De la Rúa profundiza –tal como lo demuestra la designación de López Murphy y Cavallo y la exigencia de poderes extraordinarios– la política de impunidad, ajuste, entrega y represión del menemismo llevando al pueblo a una situación de hambre y desocupación sin parangón en la historia” leyó Rizzo. En ese momento comenzaron a sonar las campanas del Cabildo y desde el palco se pidió a un grupo de muchachos que se bajaran de los andamios que rodea el histórico edificio.
Los muchachos se bajaron, pero el sonido de las campanas del viejo Cabildo crearon un ambiente especial en la Plaza. “El pueblo no ha sido derrotado –siguió leyendo Rizzo– y hoy está aquí de pie para gritarlo. Los organismos de derechos humanos, la clase trabajadora, los estudiantes, los trabajadores de la cultura, los partidos populares, la legión de desocupados que son la consecuencia buscada de este modelo, proclamamos el orgullo de esta lucha y nuestro compromiso de continuarla sin desmayos. Compañeros detenidos–desaparecidos ¡¡¡Presentes!!!”
Antes de que hablara Mabel Gutiérrez y y se pudiera escuchar a Víctor Heredia, Ignacio Coppani, Peteco Carabajal, Liliana Herrero, Juan Falú, Las Manos de Filippi, Santa Revuelta y Cristina Banegas entre otros; cuando apenas la multitud terminó de corear ese último “¡Presentes!” a voz en cuello, se anunció que iba a hablar el subcomandante Marcos desde México, gracias a la comunicación que había logrado el periodista Quique Pessoa.
Las decenas de miles de personas que llenaban la plaza siguieron en un silencio absoluto, entre reverencial y sorprendido las palabras del jefe zapatista. “Quien nos pide que olvidemos nos pide que seamos incompletos -dijo Marcos– Este día en Argentina, en México y en muchas oytras partes del mundo hay muchos y muchgas guardianes de la memoria reuniéndose en una ceremonia tan anticuada como la palabra, la del conjuro del olvido y la desmemoria”. Y la gente estalló con gritos y abrazos emocionados cuando al finalizar, Marcos expresó su deseo de visitar la calle Corrientes y bailar tango y se despidió con un “¡Salud, digna Argentina!”.

 

Porqués de la marcha, de todas las edades

Por Victoria Ginzberg

Malena Solda se abre camino bajo la bandera de Abuelas de Plaza de Mayo, que tiene la cara de nietos buscados. Lejos de los sets de grabación de Buenos Vecinos, tiene puesta la remera de Teatro por la Identidad y se siente a gusto repartiendo volantes. De la dictadura no se acuerda nada, nació en 1977. La actriz, de 23 años, explica que se sumó al grupo de artistas que apoyan con su trabajo la labor de Abuelas porque “me identifico con su historia y me permite posicionarme frente a lo que fue el Proceso y la apropiación de chicos”.
La bandera negra con letras blancas dice: “Ni votos, ni botas. Todo ejército es asesino y toda democracia es una mentira”. La sostiene Diego Alvarez, de 19 años, que forma parte del movimiento anarcopunk de Laferrère. La agrupación se formó hace dos semanas y sus integrantes son sólo cinco, Diego, sus dos hermanos y un par de amigos. El joven porta riguroso uniforme de cinturón y pulsera de tachas, pantalones ajustados, mochila negra y campera de jean sin mangas. Diego explica que se decidió a armar una agrupación porque “ahora sentimos la necesidad de salir a luchar” y que dice que la democracia es una mentira porque “el voto es obligatorio y cuando protestamos nos reprimen”.
El fiscal general ante la Cámara Federal de Bahía Blanca, Hugo Omar Cañón, se pierde entre la multitud. De corbata, con el saco bajo el brazo, Cañón se admira de la gente que se congregó para repudiar el golpe de Estado. “Es formidable porque pese al dolor que significa esta conmemoración la gente participa como si esto fuera una fiesta, en el sentido de no bajar la guardia”, dice el fiscal. Durante la semana, Cañón participó de los actos que se hicieron en Bahía Blanca y antes del Congreso, estuvo en La Plata, donde la Comisión Provincial por la Memoria, de la que forma parte, recibió la casa en la que funcionó la sede de la Dirección de Inteligencia de la policía bonaerense. El fiscal, que en 1987 pidió la anulación de la Obediencia Debida y el Punto Final, cree que el fallo del juez Gabriel Cavallo, que declaró la inconstitucionalidad de las leyes de impunidad, es una “inflexión en el tema de la Justicia Universal en Argentina”.
“Nunca esperé que viniera tanta gente”, dice Reina Waisberg, de Abuelas de Plaza de Mayo, tras la bandera del Encuentro 25 años: Memoria, Verdad y Justicia, que encabezó la movilización. Cerca, Mabel Gutiérrez, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, afirma que la convocatoria no superó las expectativas “porque siempre tenemos las máximas”. Reina está flanqueada por el premio Nobel de la Paz y fundador del Serpaj, Adolfo Pérez Esquivel, y José De Lucca, del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos. “No hablemos de política porque estoy muy enojada, porque la gente se va a morir de hambre mientras los de arriba van a comer mucho”, afirma Reina y busca aprobación. “¿Qué me decís?”, pregunta a Pérez Esquivel. Serio, el hombre responde que “lamentablemente se trata de un modelo de exclusión en la que hay personas reciclables, como Domingo Cavallo”. Reina busca a su nieto, que debió nacer en diciembre de 1977 en la maternidad clandestina de Campo de Mayo. El (o la) joven puede estar caminando por las calles de Buenos Aires o viendo la marcha por la televisión.
Tiene un traje amarillo y violeta y un corazón de lentejuelas en la solapa. En la espalda está bordada Mafalda. Natalia García, de 24 años, forma parte de la murga La Redoblada, de la FM La Tribu. Se enganchó por su hermana hace poco menos de un año y ya participó, en diciembre, de la marcha de la resistencia. “Antes de estar en la murga venía a las marchas con la facultad. Creo que hay que apoyar a las Madres, a las Abuelas y sobre todo a los hijos, porque muchos chicos de mi edad se quedaron sin viejos y hay que ayudarlos para que encuentren justicia”, afirma Natalia.
José Levi avanza a paso lento junto a su mujer, con una bandera pequeña de cartón que de un lado es de Argentina y del otro de Cuba y le dieron por ahí. Tiene 63 años y es representante de los muchos quellegaron a la Plaza “sueltos”, convocados por el recuerdo y las ganas de que la movilización “sirva para algo, por todo lo que está pasando ahora”. Durante la dictadura trabajaba en una oficina y se enteró de los crímenes cometidos por los militares por los amigos que militaban. Hoy es simpatizante de Izquierda Unida.
Muchos vienen a una marcha por primera vez. Guido Taverna, de doce años, llegó con su papá, que aunque no es un habitué de las manifestaciones se acerca a la plaza en ocasiones excepcionales, como esta. Guido sabe que está rodeado de gente porque “son los 25 años de la dictadura” y sabe también “que mataron a mucha gente”. En la escuela hablaron del tema y concluyeron que “eso estaba mal”. La marcha, en cambio, le “parece bien”. Ignacio Esteban también debuta. Tiene nueve años y hasta ahora su mamá no se animaba a llevarlo a ningún acto pero en esta oportunidad cambió de idea. Ignacio adhiere al repudio del golpe de Estado porque “los militares hacían de presidentes solos”. Más experimentado que otros miembros de su generación, Lautaro, de ocho años, asegura: “Vine todas las veces”. El chico, aerosol en mano, está escribiendo sobre la vereda “milicos ...”. Es la atracción de todos los que pasan y los veinteañeros hasta lo miran con admiración. En el medio de la pintada se para y piensa. Con “h”, le dice la mamá. Y Lautaro termina: “hijos de puta”.

 

�Los militares son los verdaderos desaparecidos�

"Los milicos no se pueden juntar ni en la calle", dijo Bonafini en su combativo discurso en un acto que abundó en ataques a la Alianza, el ajuste y a los organismos "que transan".

"Esta plaza está habitada por nuestros queridos treinta mil".

Por Romina Calderaro

“Hace 25 años a esta hora estaba compartiendo un mate con mi marido y mis hijos. Mis hijos estaban preocupados. Mi marido contaba que la destilería estaba cercada por hombres de negro. `Mami, la cosa viene mal’, me decían mis hijos y yo no creía que la cosa fuera para tanto. Y llegó el horror y empezamos a juntarnos. Y no fue fácil pelear en esta plaza, pero nunca nos pudieron sacar. Y los militares nunca van a poder hacer un acto en ningún lado salvo en sus sucios cuarteles porque ellos son los verdaderos desaparecidos.” Lo dijo ayer Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, un cuarto de siglo después del golpe. En una tarde nublada y pegajosa, los discursos mezclaron el recuerdo de aquel día con el presagio de un futuro “de ajuste y represión” que, aseguraron, correrá por cuenta del ministro Domingo Cavallo, cuya participación en la última dictadura todos recordaron.
En el acto que organizaron las Madres que responden a Bonafini no hubo políticos, sólo militantes de organismos de derechos humanos y de organizaciones de izquierda como el PC, PTS, En Clave Roja, MAS, CeProDh, HIJOS, Quebracho y Correpi. “No tenemos nada que ver con la otra marcha, esa que viene con Hugo Moyano y con la gente del Frepaso. Todos los que integran la Alianza son responsables del perdón de los asesinos, de la Obediencia Debida y el Punto Final y de haber traído a Cavallo, como un golpe de Estado civil, que nos va a oprimir y dejará en la miseria a los argentinos”, dijo Bonafini antes de cerrar el acto.
En nombre de los organismos presentes leyó un documento el periodista Herman Schiller. “No nos reconciliamos. Sabemos que la reconciliación que nos proponen apunta a recomponer la imagen de las Fuerzas Armadas”, leyó.
Antes de los discursos, el actor Norman Brisky actuó con su grupo de teatro. Su leit motiv apuntaba a repensar quiénes son los desaparecidos. “Videla”, decía Brisky, y sus alumnos gritaban “desaparecido”. Y así sucesivamente con los nombres de Emilio Eduardo Massera, Guillermo Suárez Mason, Bernardo Neustadt, Mariano Grondona, Domingo Cavallo y Luciano Benjamín Menéndez. Hasta que Brisky pronunció la palabra Dios. Sus alumnos callaron y el grito de “desaparecido” corrió por cuenta de algunas Madres y de muchos de los presentes.
También hablaron: Facundo Martínez, un hijo de desaparecidos que se separó de la agrupación H.I.J.O.S, que están con las Madres Línea Fundadora, y armó otra llamada HIJOS, que trabaja con Bonafini; el escritor Vicente Zito Lema; y Juan Cruz, representante del Movimiento de Desocupados.
Hablando pasadas las cinco de la tarde, Bonafini recordó que “estábamos construyendo el futuro de nuestros hijos y de repente, el horror. Y nos juntamos, y vinimos a la Plaza, y fuimos presas y no fue fácil, empezamos a hacer el futuro”. Después habló del momento en el que las Madres decidieron reivindicar la lucha de sus hijos. “No hace tanto que tomamos conciencia de que teníamos que levantar las mismas banderas de nuestros hijos. Fue en 1988. Las madres amamos lo que hacemos y estamos apasionadas”, dijo.
También reivindicó a la Asociación como el único organismo de derechos humanos que no “transa”. “Esta plaza está habitada por nuestros amados y queridos treinta mil. Esta plaza está habitada por todos los que sienten la revolución en la sangre. No queremos nada de los que tengan las manos llenas de sangre. Los militares nunca podrán hacer un acto como esto. Ellos sólo pueden juntarse en sus mugrosos cuarteles o enfrente de la puerta de sus casas porque ellos son los verdaderos desaparecidos”, dijo. Antes, Facundo Martínez, de HIJOS, le había mandado un mensaje al gobernador Carlos Ruckauf. “Le vamos a hacer un escrache porque tiene 400 denunciaspor torturas en la provincia. No nos vamos a olvidar de que es un fascista y un represor”.
Cuando terminó el acto, se escucharon los acordes de La Internacional: “Y se alzan los pueblos con valor...”. Lo único que empañó la tarde fue la pelea que tuvo un grupo que se desconcentraba con una columna de Franja Morada.

 


 

ELENA CRUZ LE ORGANIZO UN ACTITO
Videla salió al balcón

El dictador Jorge Rafael Videla recordó a su manera los 25 años del golpe que encabezó el 24 de marzo de 1976. Ayer, mientras miles de personas marchaban a Plaza de Mayo para rendir homenaje a las víctimas del terrorismo de Estado, el máximo responsable de esos crímenes salió al balcón de su departamento para saludar a un grupo de 30 personas que lo vitoreaban. Los manifestantes estaban comandados por la actriz Elena Cruz, quien ganó algo de fama el año pasado cuando reivindicó al dictador en la campaña por la Jefatura de Gobierno porteño. Por aquellos días, Cruz integraba la lista de candidatos de la fórmula Cavallo-Beliz.
Los vecinos de Cabildo al 600 se encontraron ayer a la mañana con una sorpresa desagradable. Frente al número 648 se encontraban dos carros de asalto de la Policía Federal: no estaban allí para prevenir un escrache sino para resguardar a 30 personas que, apenas pasadas las 10.45, se acercaron al edificio donde Videla cumple prisión domiciliaria. Comenzaron a cantar el himno ante la mirada asombrada de varios testigos. Uno de ellos, el periodista Osvaldo Quiroga, contó a Página/12: “Vi en la esquina un montón de gente mayor, entre ellos (el actor) Fernando Siro y su mujer, Elena Cruz, que cantaban el himno. Cruz los dirigía con las manos, como el director de una orquesta”.
Cuando los manifestantes entonaban el himno, en la ventana del quinto piso vio la delgada figura de Videla. “En ese momento apareció el genocida en el balcón que da a la calle. Al mismo tiempo, por la puerta de la planta baja, salen su mujer y su hijo –un militar en actividad, de bigotes–, vestido con camisa blanca. Los dos saludaron a la gente y les agradecieron especialmente a Cruz y Siro.” Después del homenaje, los admiradores del represor caminaron hasta el bar de Cabildo y Gorostiaga.
Como se podía prever, el acto de apoyo al ex presidente de la junta militar desencadenó reacciones. El propio Quiroga –conductor de “El refugio de la cultura”, en Radio Del Plata– expresó su indignación y prometió que va a pedir a la Asociación Argentina de Actores que tome alguna medida contra el matrimonio Cruz-Siro. Apenas se enteró de lo sucedido, la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, subrayó que las autoridades deberán explicar cómo Videla pudo saludar desde el balcón y, además, opinó que Cruz debe sufrir algún tipo de “desquicio senil”.

 

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