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MAXIMA ZORREGUIETA SE CASA CON EL PRINCIPE, PERO SU PADRE ESTA VEDADO
El pacto de una boda de máximo nivel

La reina Beatriz anunció el compromiso de la argentina con el príncipe. Pero al mismo tiempo salía a la luz el acuerdo: el padre de Máxima no irá a la boda ni a otros eventos. Fue el pacto sellado ante el rechazo que genera su rol en la dictadura militar.

Las risas tras el acuerdo. Máxima condenó la dictadura, sin duda una
parte del trato para concretar la boda.

Por Mariana Carbajal

Para poder ingresar a la corona holandesa, la familia Zorreguieta tuvo que pactar. Por el repudio que despierta en un sector del Parlamento y la opinión pública local la participación del padre de Máxima en la última dictadura militar, Jorge Zorreguieta no podrá asistir a la boda de su hija y el príncipe heredero. El acuerdo fue confirmado ayer por el primer ministro Wim Kok, después que la reina Beatriz anunció oficialmente por radio y televisión el compromiso de Alejandro Guillermo con la joven argentina. “Como hija, encuentro terrible que mi padre no esté presente en mi boda, pero es así y comprendo los sentimientos de los holandeses al respecto”, dijo Máxima en una conferencia de prensa, en la cual por primera vez tomó públicamente posición sobre la última dictadura militar: “Lamento la dictadura, las desapariciones, las muertes. Todos sabemos los males que causó el régimen militar y como argentina tengo mucha tristeza por ello”, afirmó la prometida. Según pudo saber Página/12, el arreglo para que los parlamentarios aprueben el enlace habría sido sellado aquí por enviados del gobierno de Kok y el mismo Zorreguieta, e incluiría también la prohibición para el ex secretario de Agricultura y Ganadería de Videla de participar en cualquier evento protocolar en Holanda. Además, el padre de la novia habría firmado una declaración en la cual lamenta la represión ilegal y asegura haber desconocido durante su gestión la existencia de desaparecidos. El futuro matrimonio no sólo se convirtió en una cuestión de Estado en los Países Bajos: enterado del anuncio oficial, el presidente Fernando de la Rúa mandó ayer una felicitación a Máxima, a su novio, a la reina y al primer ministro.
El pacto que destrabó la boda entre Máxima, de 30 años, y el príncipe Guillermo Alejandro, de 33, fue la culminación de una investigación sobre el papel de Zorreguieta en la última dictadura militar, cuyas conclusiones ya están en manos de los parlamentarios, según confirmó ayer el primer ministro. La pesquisa habría estado a cargo de una comisión integrada por historiadores y un experto en derechos humanos enviados por el gobierno de Kok a Buenos Aires, quienes se habrían reunido con Zorreguieta, al menos, en dos oportunidades. Ahora, el matrimonio –previsto para principios del año próximo– debe ser autorizado por el Parlamento, caso contrario el futuro rey debería abdicar al trono, de acuerdo con la Constitución holandesa. Aunque no mencionó la palabra “acuerdo”, Kok destacó que el futuro suegro le comunicó su decisión de no asistir a la ceremonia nupcial, teniendo en cuenta el clima adverso a su figura.
El anuncio oficial del noviazgo corrió por cuenta de la reina Beatriz. Medios locales señalaron que la confirmación de la noticia se adelantó debido a que la polémica que el tema venía generando desde hace meses en sectores políticos estaba afectando la imagen de la familia real. “Como padres, estamos especialmente felices de la decisión de él y de ella de querer compartir sus vidas. Nos hemos dado cuenta de que Máxima es una mujer inteligente, moderna y fiel”, elogió la soberana, en un mensaje que fue transmitido por la televisión y la radio, desde un salón del Palacio Noordeinde, en La Haya. Alrededor de una mesa, sentados al lado de la reina se ubicaban los novios y, a continuación, su esposo, el príncipe Claus. La soberana se mostró muy comprensiva hacia su futura nuera. “Tenemos que dar a Máxima el tiempo y la serenidad para que aprenda más del país”, afirmó, y más adelante agregó: “Tiene que tener la oportunidad de sentirse aquí como en casa y, en la medida de lo posible, convertirse en holandesa”.
A su turno, el príncipe Claus recomendó a la joven argentina que aprenda lo más rápido posible el idioma del país, pero la novia le demostró inmediatamente que ya lo habla con fluidez. Luego de mencionar su alegría por poder aparecer, a partir de ahora, en público con su prometido, Máxima se refirió a los cuestionamientos hacia el pasado de su padre. “Como hija, encuentro terrible que mi padre no esté presente en mi boda, pero es así y comprendo los sentimientos de los holandeses al respecto. Es triste, peroél entiende los ánimos que hay aquí”, declaró, enfundada en un vestido muy sobrio, color borravino, con un prendedor con forma de flor como único accesorio. La futura reina de Holanda hizo, además, por primera vez una defensa pública de los derechos humanos y repudió la represión de la última dictadura militar, una exigencia que impusieron en septiembre los parlamentarios de los partidos verde y socialista para dar el OK a la boda. “Lamento la dictadura, las desapariciones, las muertes. Este período dejó una gran cicatriz en mi país. Es por lo que comprendo la reacción de los holandeses”, aseguró. “Todos sabemos los males que causó el régimen militar y como argentina tengo mucha tristeza por ello”, añadió. Al mismo tiempo destacó estar satisfecha por la defensa por parte de los holandeses de principios como “la democracia, los derechos humanos y la libertad”, y señaló que había aprendido a hacer suyos esos valores. Ayer mismo recibió la carta de Fernando de la Rúa, quien confía en que se convierta en “digno referente” de la Argentina en el exterior (ver facsímil). El Presidente no se quedó corto a la hora de escribir: también le mandó sus felicitaciones a la reina, al príncipe y al primer ministro.
El príncipe también dijo ser “muy feliz” porque ya no tendrá que ocultar su amor por Máxima. Y aludiendo al hecho de que su novia sea de confesión católica –otro fuerte cuestionamiento hacia el futuro casamiento lanzado por partidos conservadores y calvinistas–, Guillermo Alejandro afirmó que “la Casa de Orange no se convertirá al catolicismo” y que si tienen hijos serán protestantes, como la familia real.

 

La historia del romance

La escena es digna de un cuento de hadas: según contó ayer el príncipe Guillermo Alejandro, el pedido de casamiento se produjo mientras Máxima y él patinaban en un estanque de la residencia real, en La Haya, el 19 de enero pasado. Aunque la fecha de la boda todavía no está confirmada, todo parece indicar que la historia entre el heredero de la corona y la plebeya tendrá un final feliz.
El flechazo se produjo en marzo de 1999, durante un baile en Sevilla, España. El príncipe quedó prendado de la joven licenciada en Economía, que en aquella época vivía en Nueva York y trabajaba en la división Investment Banking del Deutsche Bank. Hablaron en inglés, brindaron con champagne y al final de la fiesta intercambiaron teléfonos, como cualquier otra pareja en cierne. Al día siguiente ella volvió a Estados Unidos y él a Holanda. Los viajes de Guillermo a Nueva York se hicieron cada vez más frecuentes.
En julio de 1999 Máxima tuvo su prueba de fuego: viajó a La Haya, donde su novio la presentó a sus padres, en el yate real. Al saludar a su futura nuera, la reina Beatriz dejó en claro quién manda en el palacio: “El protocolo lo marco yo”, le dijo. La soberana ya había hecho rodar la cabeza de la última novia de Guillermo, cuyo padre fue acusado de evadir impuestos. El encuentro entre el príncipe y los padres de Máxima fue un poco menos agitado: se dio en la intimidad de los bosques barilochenses.

 

Una familia que sabe de escándalos

Aunque en estos días las críticas se centran en el padre de Máxima, la familia del novio también tiene lo suyo. Hace 35 años, el 2 de marzo de 1966 los holandeses pusieron el grito en el cielo cuando la entonces princesa Beatriz –madre de Guillermo y actual reina de Holanda– anunció su casamiento con Claus von Amsberg, un ex diplomático alemán que había integrado las filas del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Las protestas sin embargo no alteraron a la princesa que se salió con la suya y convirtió a Claus en consorte.
No fue la única en dar el mal paso: su madre Juliana –recordada entre los miembros de la realeza europea por haber sido la primera princesa que usó lápiz labial– se casó con otro noble alemán, Bernardo de Lieppe Biesterfeld, que quedó implicado en un caso de soborno mientras gestionaba la compra de aviones F-104 para el reino. Bernardo zafó del juicio renunciando a sus cargos públicos y privados.
Dicen que la reina Beatriz goza de muy buena reputación entre sus súbditos: es austera, aficionada a la música, se dedica a la pintura y a la escultura y tiene un doctorado en Filosofía y Letras. Desde su coronación, en 1980, vive en el palacio Huis Ten Bosch, en La Haya. Su fortuna personal ha sido calculada en más de 600 millones de dólares: tiene cinco palacios, siete mil hectáreas de campo, 900 empleados, y sería dueña del 3.5 por ciento de la petrolera Shell, porcentaje valuado en 3500 millones de dólares. Con su futura nuera comparte la debilidad por los cigarrillos –un vicio que la reina nunca reconoció en público– y por los yorkshire terrier: cuando su perra Miss Pepper murió, en 1992, mientras corría una liebre por los jardines reales, la reina guardó luto durante dos meses.

 

GUERRA DE MENSAJES POR INTERNET
“Estamos con vos, reina”

Para Diego, un argentino, Máxima no tiene obstáculos para alcanzar la corona del Reino de Orange: “Reina”, le escribe y después le pide por favor, que vuelva: “En tu país del tercer mundo, el príncipe que vos elijas te haría su reina sin importarle nada ni nadie, en tu país –sigue todavía con más ímpetu– estamos con vos, reina, y deseamos que seas feliz.” La inscripción aparece en el “Máxima Zorreguieta Forum” junto a la de Otto, la de Patricio de Once y la de otros cientos o, acaso, miles de fanáticos cultores de la web sumidos por estos días en el más caliente de los debates sobre el compromiso real. Las discusiones abiertas en más de cien sitios, trabadas en holandés, inglés, francés y cualquier tipo de lengua con acceso a la red, llevan adelante con la seriedad de un jurado, desde encuestas hasta elaborados argumentos sobre la dictadura y las responsabilidades de Zorreguieta padre en el Proceso.
Por eso Diego abre su carta con una pregunta para Máxima: “¿Estás segura que vale la pena?”. Por si la candidata al trono real tuviese dudas, Diego abunda en detalles sobre las virtudes de los jóvenes por aquí: “En tu país –insiste– sin monarquías, gracias a Dios, seguramente no te someterían a un cuestionamiento tan ridículo”. Un mensaje más tarde, es un holandés “avergonzado” y aprendiz de español, quien toma el estrado:
–Yo soporto la idea de que Argentina será parte de nuestro reino, porque seremos campeones de fútbol durante los siguientes tres séculos (sic).
Patricio es su nombre clave y está preocupadísimo por lo que en su difícil español define como “la imagen internacional de nuestra casa real que es un hijo de puta”.
–Obvio –retruca ahora alguien llamado Martín–: Máxima prefiere ser reina de Holanda. Lo único que le interesa a esta mina es el status y la guita.
“Claro que no es así”, dice convencidísima Constanza, de Argentina, a muchos miles de kilómetros virtuales de aquella página visitada por Martín. “Muchas felicidades, querida Máxima para vos y el príncipe. Lo mejor del mundo para vosotros, con amor.” Constanza ha dejado sus saludos esta vez en el “Het Nationale Máxima Forum” donde se lleva adelante un sesudo debate sobre la participación del padre de la princesa en la boda real. Hubo 54 votos para responder si se debería permitir a Jorge Zorreguieta estar presente en el casamiento. Un 48,1 de los electores votaron en contra, un 44,4 lo hizo a favor y hubo un 4,5 por ciento que consideró válida la participación pero no pública. En la misma página, un poco más adelante, en estos días pasaron exactamente 198 interesados en emitir su voto para debatir si Jorge Zorreguieta debería ser procesado por su responsabilidad en las acciones del régimen de Videla. A la pregunta, un 48,9 por ciento respondió por la afirmativa, un 6 por ciento aseguro no saberlo y el resto dijo que no.
“¿Qué sucede en el mundo contra Jorge Zorreguieta?”, se pregunta ahí mismo Alicia Ab, antes de considerarlo como un “buen hombre que no se vio involucrado en ningún acto o crimen sucio”. Enseguida recuerda a todos “los países de latinoamérica seguidores de la CIA” y quiere saber por qué “en lugar de preguntarse por Jimmy Carter, todo el mundo habla del padre de Máxima”.

 


 

Zorreguieta, la dictadura y los secuestros del INTA

Zorreguieta fue funcionario de Agricultura en la dictadura. Aquí víctimas del INTA cuentan los secuestros y desapariciones en esos días.

En 1979, Zorreguieta como secretario de Agricultura.
Aquí, en la asunción del subsecretario de la cartera.

Por Cristian Alarcón

Hay quienes durante los primeros días de la dictadura conocieron ese apellido vasco, con aires de Jockey Club porteño, ignoto hasta entonces para quienes trabajaban en el ámbito de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca aunque no para los grandes propietarios de la tierra. El mismo día del golpe Jorge Zorreguieta fue nombrado subsecretario del área. A cinco días de su asunción, el 29, los tanques del ejército entraron en la sede del INTA –Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria– de Castelar, un organismo dependiente de Agricultura. Casi al mismo tiempo irrumpían en la mayoría de las delegaciones. “Muchos estuvimos chupados y fuimos torturados. Pero otros nunca volvieron –le cuenta a Página/12 Agustín Moglié, uno de los sobrevivientes de ese ‘plan de limpieza’–. En Castelar hubo dos compañeros y una mujer que siguen desaparecidos. A ella la fueron a buscar al sanatorio donde había tenido su hijo, con datos que salían de su legajo de empleada del Estado. Los jerarcas nuevos los tenían en la lista que venía hecha desde arriba.”
Nacido el 18 de enero de 1928, la vida de Jorge Horacio Zorreguieta Steffanini parece siempre haber estado ligada al campo, aunque sólo fue dueño de una parcela en Pergamino. Entre 1961 y 1976 pasó por el Ateneo Rural de Buenos Aires, la Comisión Coordinadora de Entidades Agropecuarias, Confederaciones Rurales Argentinas, Coninagro, y finalmente la Comisión Directiva de la Sociedad Rural Argentina, donde llegó a secretario impulsado por su amigo Martínez de Hoz, con quien se conocieron en 1947. Allí estuvo hasta un día antes del golpe, cuando lo nombraron flamante subsecretario. Pero sus malos pasos ahora despreciados por el gobierno holandés habían comenzado antes, según la propia prensa de Amsterdam. En una nota del matutino Trouw, el periodista Edwin Koofman sostiene que no sólo fue parte del Ejecutivo sino que “complotó contra el gobierno de Isabel Perón y estuvo involucrado con anterioridad al diseño de políticas del gobierno militar”. Más aún: “Coqui” Zorreguieta había sido miembro del consejo asesor de Política Agropecuaria de Juan Carlos Onganía y luego del consejo económico-social de Alejandro Lanusse.
Jorge Noverazco era el 29 de marzo del ‘76 el secretario de Prensa de ATE Castelar y militaba desde su puesto en el INTA. Estaba con su hijo de seis años cuando unos diez militares lo arrastraron desde allí hasta el comedor central, donde fueron encerrados los secuestrados. “Nos fueron a buscar a cada uno con una lista. Fuimos vendados antes de bajarnos del camión. Nos interrogaban cada diez minutos. Nos metían el arma, nos gatillaban. Después fuimos a parar a comisarías”, cuenta. Noverazco conocía de cerca a los dos investigadores del área de suelos del INTA Castelar que no volvieron a aparecer. “Fueron ‘Manzanita’ Costa y un compañero al que le decíamos ‘Chiquito’, porque era enorme. Pero lo que fue más terrible fue el secuestro de Marta Sierra, una compañera que en ese momento estaba internada porque había tenido un hijo. Dicen que murió en la tortura. Después supimos que actuaron igual en todas las sedes del INTA. Era algo institucional que tuvo que haber bajado desde arriba mismo, desde donde estaba Zorreguieta.”
Moglié, el compañero del INTA de Noverazco, era un hombre de 40 años y larga militancia peronista cuando se lo llevaron. “Los que asumieron enseguida hicieron una limpieza. Fuimos detenidos montones, algunos torturados con la picana como fue en mi caso. En ellos el maltrato y la violencia despiadada no tiene limites”, dice. Moglié fue entrevistado por un equipo de la televisión holandesa. A ellos les dijo lo mismo: “El principito, el cajetilla burgués que se casa con la mina ésta, me importa un carajo. Sí me importa el valor de los derechos humanos, y que esta gente esté fuera, caminando. Yo milagrosamente estoy vivo, pero compañeros, familiares, amigos míos no están, mientras ellos siguen”.

 


 

ZORREGUIETA, SOCIO DE MONETA
Sorpresa para la reina

Por Susana Viau

Presidente de la Comisión Coordinadora de Entidades Agropecuarias, secretario de la Sociedad Rural Argentina, secretario-tesorero de Confederaciones Rurales Argentinas, protesorero de ACIEL, interventor en la Junta Nacional de Granos y secretario de Estado de Agricultura y Ganadería de la dictadura de Jorge Rafael Videla, ante quien juró por Dios, la Patria y los Santos Evangelios, Jorge Horacio Zorreguieta no parará de darle disgustos a Beatriz de Holanda: su nombre es uno de los que figuran en las cajas que todavía tiene retenidas el Senado de los Estados Unidos como titular de operaciones realizadas con American Exchange, una de las off shore de su socio Raúl Juan Pedro Moneta, y pieza fundamental en la operación de lavado de dinero.
Cuando en 1983 la Financiera República recibió la autorización para convertirse en Banco República, Zorreguieta ya estaba allí. Desde su cargo de vocal del banco compartía el team directivo con los Moneta, Raúl padre y Raúl hijo, Benito Jaime Lucini, Roberto Favelevic y Carlos Alberto Carballo, el ex viceministro de Erman González en Economía, Defensa y Trabajo, en la actualidad procesado por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia. La asociación comercial de Zorreguieta con los Moneta-Lucini llegó al menos hasta 1996. Los Zorreguieta, al parecer, llevan la cuestión financiera en la sangre. El príncipe Guillermo Alejandro conoció a su prometida siendo ella empleada del Deutsche Bank de Nueva York.
El historial de Jorge Zorreguieta se convirtió en cuestión de Estado. A Holanda, dicen, le ha costado cicatrizar las heridas abiertas por la invasión nazi y la colaboración prestada por muchos de sus súbditos. Había otra razón. La gran cantidad de exiliados argentinos que después del golpe de 1976 acogió en su territorio en calidad de “invitados de la reina”. Holanda fue, sin duda, uno de los países más reticentes a la participación en el Mundial de Fútbol de 1978 y en el Congreso Mundial del Cáncer que se realizó también por esos días en Buenos Aires. Habrá que ver si la fina sensibilidad de los holandeses resiste saber que el nombre del futuro suegro del príncipe figura en los extractos de cuentas enviados por el Citibank al senador Carl Levin para desentrañar la mayor operación de lavado de dinero de que el subcomité tuviera memoria. El dinero de Zorreguieta circuló a través de una off shore de Moneta, constituida en Panamá, con sucursal en Montevideo y representada para colmo por un homónimo de quien le trajera tantos problemas, Jorge Videla: American Exchange, que inyectó el mayor chorro de dólares al Federal Bank.

 

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