Por Julián Gorodischer
El dibujo-lounge descree de
las grandes ideas o los parlamentos memorables; prefiere dejar a esos
dos que se hacen llamar Agente 1 y Agente 2 en un estado muy parecido
al sopor. En Spy Groove, la nueva creación animada
que emite MTV Latino los miércoles a las 19.30, dos detectives
van en busca de soluciones para misiones triviales: proteger a los bon
vivants de la invasión del mal gusto, o rescatar a una diseñadora
de modas de las garras de un villano. En esta serie, de trece primeros
capítulos, la trama intrascendente es apenas una excusa para deleitar
al nuevo filón que MTV descubrió entre sus seguidores: ya
no el fan incondicional de videos latinos, sino también el sarcástico
seguidor de ciclos como Daria, Jackass, El
show de Tom Green y por qué no Spy Groove.
Se trata, entonces, de dar un poco más y poner en pantalla a una
provocadora serie de detectives, completamente alejada de la acción
y la intriga. En este dibujo, dirán los incautos, no pasa nada.
Una buena porción de minutos se la roba la estadía de la
pareja de espías en el bar, ese ámbito que le es propio.
Les sirven tragos y ellos saludan a uno de los personajes secundarios
más importantes del ciclo, la mesera Mac, del The Maxi Bar,
que frecuentan. Mac no aporta, a pesar del cartel francés, más
que el diálogo ocasional de cualquier mesera, y es secundada por
un patovica (Carlo Fabrini) que nunca habla, pero que también tiene
asegurada una posición de culto. Sucede que esta serie valora más
los detalles en el fondo que el primer plano de los protagonistas. Se
sabe: ése es el lugar que privilegian los nuevos seguidores de
dibujos, ya no chicos adoradores de superhéroes o peleas entre
animales, sino adultos degustadores de guiones del nivel de una sitcom.
De pronto, Helena Troy la jefa los convoca desde una aparición
virtual (aquí el alarde tecnológico es la regla). Como una
suerte de Charly femenino, Helena ordena a sus propios ángeles
que resuelvan un caso. Y es entonces cuando Spy Groove entiende
que es condición esencial para ganar adeptos no creerse la historia
que narra. Así, la villana podrá ser una abuela oriental
despiadada, o una dictadora de la alta costura que no juega limpio. Nunca
un peligro real; no tendría gracia. Así, se confirma una
clave que es condición del dibujo-lounge: la ligereza. Agente 1
y Agente 2 son conscientes, queda claro, de la levedad de sus tareas,
como si sólo se tratase de un medio para viajar y conocer ciudades,
mujeres hermosas (se saben los James Dean del siglo XXI) o gastar dinero
a cuenta de Helena Troy, aunque ella siempre aborte el intento con una
aparición virtual inesperada; ¡hay que ahorrar!
El movimiento es siempre limitado, fruto de una extraña técnica
que prefiere el congelado y el desplazamiento pausado a un vértigo
de balas y escapes que podría resultar más previsible. Pero
no, esto se trata del sereno deambular de los dos dandies por Nueva York
o por Hong Kong, su caída en la trampa, el momento elegido para
el guiño. Si están en peligro, llega la cita ineludible
a otras series más famosas, como Batman. Onomatopeyas y amenazas
de transplante de cerebros funcionan como cita de otros relatos y los
agentes se relajan: nada de esto va en serio. Tienen asegurada la victoria
de la manera menos creíble y, a la vez, más eficaz para
el registro de comedia que crece: un colaborador traiciona al villano,
o Helena irrumpe desde la nada, o hay un arranque de rebeldía del
Agente 1 y es suficiente para que el orden se recomponga y exista un próximo
capítulo.
Los colores son tan brillantes como los tragos que beben, como el tinte
de sus ropas o el cristal de la bola de espejos que los vigila, casi todo
el tiempo, cada vez que ingresan a un nuevo bar. Claro que mirarlos enacción
(tal vez porque esa acción es mínima) durante un buen rato
puede ser muy aburrido, pero los agentes se proponen otra cosa. Como un
buen dibujo-lounge, éste elige la espera o el mero acompañamiento.
Los de Spy Groove no parecen tener algo demasiado importante
para decir, o una historia grave para contar. En cambio, se ofrece un
gag gracioso cada tanto, una cita a una serie vieja, un personaje inmóvil
en el fondo casi una sombra cómplice, un combo que
incluye tonos fuertes, una lentitud exasperada y algo de música
de cóctel.
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