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DIRIGENTES DE FRANJA LIGADOS AL USO IRREGULAR DE PLANES DE EMPLEO
Más casos de “becas” laborales

Según la Defensoría del Pueblo porteña, la entrega de planes Nuevos Roles Laborales en muchos casos no respetó los requisitos.

Por Laura Vales

Nicolás Simone es dirigente de Franja Morada. Desde el año pasado, además, es consejero superior de la UBA, es decir integrante del gobierno de la Universidad en representación del claustro estudiantil. De mayo a setiembre, Simone fue beneficiario de un plan Nuevos Roles Laborales. Pablo Canaliccio es consejero directivo de la Facultad de Filosofía y Letras y, al igual que Simone, dirigente de Franja Morada. También le dieron un plan Nuevos Roles Laborales durante seis meses, de abril a setiembre. En la Facultad de Ciencias Económicas otros 107 alumnos figuran como beneficiarios de estos planes, cuyos destinatarios deberían ser preferentemente jefes de familia desocupados y en situación de vulnerabilidad, es decir pobres, sin trabajo y con hijos a cargo. Hay otros casos –todavía no se sabe cuántos– en la Facultad de Filosofía y Letras.
En febrero la titular de la Defensoría del Pueblo porteña, Alicia Oliveira, denunció ante la Justicia cinco casos de planes Nuevos Roles Laborales entregados de manera irregular. Básicamente se trataba de personas que no eran desocupados ni indigentes. Dos de ellos estaban empleados dentro de la propia Defensoría y el resto eran familiares de un asesor de ese organismo, ahora suspendido.
Oliveira continuó con su investigación interna y acaba de ampliar su denuncia, solicitando a la Justicia que se investigue un amplio abanico de irregularidades.
u Derechos y obligaciones. Un conjunto de decretos y convenios fijó criterios de asignación para el plan Nuevos Roles Laborales. El Programa Nacional de Desarrollo de Empleo III, al que adhirió la ciudad de Buenos Aires, marca que serán para “desocupados” de las “zonas con mayor vulnerabilidad social”. También que sus beneficiarios deben ser mayores de 18 años, preferentemente jefes de hogar, que no estén recibiendo otros aportes. Un convenio posterior entre la Nación y la ciudad agrega que por familia no puede haber más de un beneficiario. Como se verá, casi nada de esto se cumplió en los casos que siguen.
u Atención telefónica. El consejero universitario Nicolás Simone figura en las planillas como beneficiario del proyecto número 401, cuyo objetivo fue formar operadores telefónicos. De acuerdo con la documentación en poder de la Defensoría, Simone cobró de mayo a setiembre 200 pesos mensuales.
El consejero universitario negó en diálogo con Página/12 haber recibido ese dinero. “Organicé el curso y debo figurar en las planillas por error”, sostuvo. Más tarde recordó que se había inscripto “para aprender un poco”, pero aclaró que concurrió “solamente a dos clases” y que de todas maneras no recibió el subsidio. Apuntó que quien sí lo hizo fue su hermana, a quien él hizo entrar en el programa ya que “cumplía con todas las condiciones para hacerlo”. En las planillas, efectivamente, figuran los dos Simone como beneficiarios del proyecto número 401.
Es difícil, por otra parte, saber cómo fue tal capacitación. Los inspectores municipales que intentaron controlar su implementación no tuvieron mucha suerte. La primera vez fueron hasta una de sus sedes, en la Facultad de Psicología, pero no encontraron a nadie. Dejaron constancia de que “en el momento de realizarse la visita se encontraban en período de elecciones para el Centro de Estudiantes por lo que resultó imposible contactar a algún responsable o beneficiario del programa”.
Probaron en una segunda oportunidad en otra de las direcciones que figuraban en el proyecto, la Federación Universitaria de Buenos Aires. Allí encontraron a una beneficiaria. La chica explicó que “la actividad realizada” era “atender al público”.
u Amigos. El responsable de la formación de operadores telefónicos fue la ONG Amigos de los Espacios Verdes. Los inspectores municipales controlaron otros de sus proyectos con resultados aún peores. Encontraron que la ONG había dado como lugares de práctica direcciones inexistentes. O que ladirección existía, como en el caso del club El Progreso, de San Andrés, pero allí nadie sabía nada de tal programa de capacitación. La Defensoría del Pueblo porteña constató que esa asociación realizó con fondos del plan Nuevos Roles Laborales nueve proyectos en total y que el presupuesto requerido para cada uno de ellos fue de 42 mil pesos.
u La familia Di Stéfano. El apellido Di Stéfano aparece mencionado varias veces en la denuncia judicial. Carlos Di Stéfano es empleado (ahora suspendido) de la Defensoría y tres de sus hijos –Vanina, Leandro y María Luciana– cobraban estos planes, a pesar de que sólo un integrante por grupo familiar puede hacerlo.
Un cuarto hijo de Di Stéfano, Marcelo, figura como abogado representante de Amigos de los Espacios Verdes. La Defensoría informó que Marcelo Di Stéfano es funcionario del Ministerio de Trabajo, en un área que maneja la entrega de planes de empleo.
Simone y Pablo Canalicchio (el segundo de los consejeros universitarios que recibieron estos planes), por otra parte, pertenecen al sector interno de Franja Morada vinculado al viceministro del Interior Lautaro García Batallán.
La denuncia judicial y su ampliación fue patrocinada por el abogado de la Defensoría Diego Morales. Los datos entregados a la Justicia incluyen también los casos de otras familias con más de un beneficiario y de personas que recibían otro tipo de aportes. Hasta ahora se refieren a no más de 20 casos. En los tribunales se mantienen abiertas dos hipótesis de trabajo; la primera, que se trata de un negocio armado por dos o tres influyentes con pocos escrúpulos. La segunda apunta a la posible existencia de un mecanismo más amplio de financiamiento ilegal de la militancia universitaria.

 

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