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Ya corre la cuenta regresiva para una Alemania sin centrales atómicas

Gracias a un acuerdo histórico firmado ayer, Alemania se convertirá en la primera potencia industrial en abandonar la energía nuclear.

A las ocho de la noche de ayer, la hora de máxima audiencia televisiva, el canciller alemán, el socialdemócrata Gerhard Schroeder, y el jefe del consorcio E.ON, Ulrich Hartmann, anunciaron a la nación que el gobierno y las empresas energéticas habían firmado el acuerdo de consenso para el abandono de la energía atómica. Alemania se convirtió así en el primer país industrializado que logra un acuerdo con la industria energética para desligarse del peligroso sector de la energía eléctrica producida en base a la energía nuclear, con lo cual dentro de 20 años ya no contará con ninguna central atómica en actividad.
Aparte de Schroeder y Hartmann, firmaron el acuerdo el ministro de Ecología alemán, Juergen Trittin, el ministro de Economía, Werner Mueller, y en representación de las empresas energéticas, Dietmar Kuhnt (RWE), Gerhard Goll (EnBW) y Manfred Timm (HEW). Con esto, el gobierno socialdemócrata-verde alemán dio un paso fundamental para cumplir uno de sus proyectos más ambiciosos. Para los verdes –el socio menor de la coalición– se cumple una de las promesas formuladas durante la campaña electoral y se hace realidad una de las condiciones que antepusieron para integrar la alianza de gobierno.
Como era de esperar, el consenso no satisface a todos, porque en realidad es un compromiso. Pero, al mismo tiempo, es una señal sobre el rumbo que tomará la política energética alemana. La oposición de la derecha democristiana estima que con el acuerdo Alemania abandona voluntariamente uno de los sectores de alta tecnología y se condena a desactivar las centrales nucleares más seguras del mundo. Desde el otro extremo, la organización ecologista ambiental Greenpeace calificó el acuerdo de camuflaje y ya anunció acciones de protesta en contra. Actualmente funcionan en Alemania 19 centrales nucleares, que pueden cubrir casi el 35 por ciento de la demanda total de energía alemana si producen al máximo. En el acuerdo, que aún debe ser reglamentado por ley, se estableció que cada central nuclear tiene una vida útil de 32 años desde el comienzo de su producción. En base a este período de vida activa, se irán desactivando las centrales nucleares más antiguas. Ya en 2003 dejará de funcionar la central atómica de Stade, situada al sur de Hamburgo. El cálculo dice que la última será desactivada dentro de 20 años.
Uno de los puntos más controvertidos en relación con la energía nuclear es el de los transportes de material atómico, de residuos para su almacenamiento o de combustible para su reciclaje. Como éstos siempre deben ser transportados por zonas densamente pobladas, representan un gran peligro, lo que ha originado elevados gastos para garantizar la seguridad. En primer lugar, la movilización de un enorme aparato policial, porque el sólo anuncio de nuevos transportes moviliza a los activistas antinucleares. El acuerdo dispone que estos transportes ya sólo estarán permitidos hasta el año 2005, hecho considerado un gran logro por muchos. Pero los más radicales exigen un fin inmediato de los traslados.
A pesar de que el fin último de la producción de energía nuclear en Alemania recién se materializará en 20 años, la economía energética, si bien sigue defendiendo este sector productivo, desde 1989 que no ha instalada ninguna nueva central y ni siquiera se solicitó la construcción de nuevas plantas. Esto indica que la industria energética se ha venido preparando ya para el “día D” y comenzó a orientarse al desarrollo rentable de fuentes energéticas alternativas.

 

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