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Un Muro de Berlín cayó hace once
años, y otro empieza a caer ahora

La posibilidad de que el líder de la formación que sucedió al antiguo Partido Comunista de Alemania Oriental llegue a ser alcalde de la capital de la Alemania reunificada es uno de los resultados más sorprendentes de los cambios en Berlín.



 

Gregor Gysi con Marx (arriba), la primera caída del Muro y actual alcalde Klaus Wowereit (abajo).

Por Alfredo Grieco y Bavio

A Silvio Berlusconi ya le dio resultado. Ahora lo va intentar un resucitado Helmut Kohl. Se trata de emprender una cruzada contra los comunistas. Cada cual tiene los suyos, claro. Los enemigos del ex canciller democristiano (CDU) alemán buscan recuperar Berlín Este, hacer pie en el Oeste, y, en última instancia, convertirse en un partido viable en toda Alemania. En la larga década que siguió a la Caída del Muro el Estado berlinés había sido gobernado por Eberhard Diepgen (CDU). El sábado de la semana pasada le tocó caer a él, por un escándalo bancario e inmobiliario. Socialdemócratas (SPD) y verdes votaron en su lugar a Klaus Wowereit, un político abiertamente gay, quien gobierna ahora en minoría, también con la tolerancia de los neocomunistas del Partido del Socialismo Democrático (PDS). Quieren adelantar las elecciones a setiembre. Pero para entonces Kohl �metamorfoseado en oficioso jefe de campaña� teme que el gran ganador no sea otro que el popular Gregor Gysi, candidato del PDS. La gran novedad sería el (muy posible) apoyo poselectoral socialdemócrata, en una imparable coalición rosa-roja.

Historia de dos ciudades

Con la reunificación alemana, Berlín Oeste encontró que debía fundirse con otra ciudad a la que hasta ahora había considerado su imagen deformada en un espejo. La nueva administración tiene todo por partida doble, o múltiple: orquestas sinfónicas, museos, universidades, clubes deportivos, hospitales. Como si cada empleado del plantel ciudadano tuviera al menos un doble. Berlín ostenta el record alemán de más de 40 empleados públicos cada mil habitantes. Y esto sólo como remanente de los tiempos anteriores a su promoción al rango de capital federal. Tiene también un record de desempleo, que llega al 16 por ciento. Durante la Guerra Fría y la Ostpolitik, Berlín Oeste se vio favorecida por subsidios industriales, que hicieron de ella la capital alemana del chocolate y de los cigarrillos. El electorado actual, conformado por funcionarios y desempleados, es el ideal para la coalición rosa-roja. Los votantes representan al sector más estatista en un SPD tentado por el neoliberalismo de la Tercera Vía y a los relegados de una unificación que desmanteló las industrias del comunismo. 
Desde que se consumaron las bodas de los contrarios, en la nueva Berlín gobernó Diepgen. Por detrás de los exabruptos arquitectónicos del gobierno Federal (la nueva cúpula del Reichstag, la flamante cancillería, los rascacielos de Alexanderplatz), el decaimiento urbano es una queja de los habitantes, a quienes importa poco esa monumentalidad para turistas. Las cuentas sucias del Banco de Berlín, que entró en concurso de acreedores, y los préstamos a una extraña sociedad inmobiliaria que es proponía varios desarrollos que no estuvieron a la altura de sus capacidades ni de sus intenciones llevaron al aplaudido voto de desconfianza del sábado de la semana pasada. 

Partido de sombras largas

�Soy un soldado de partido�, proclamó el martes Kohl en una rueda de prensa en el Reichstag (sede del Parlamento alemán en Berlín). La batalla para la que dijo preparar su beligerancia es la de Berlín y su adversario el partido heredero del que levantó el Muro. En realidad, Kohl ya se estaba preparando desde antes. Si las elecciones se adelantan a setiembre, la CDU llevará como candidato al desconocido Frank Steffel, de 35 años. Es el candidato de Kohl, quien consiguió neutralizar a Wolfgang Schäuble, ex jefe del partido, y candidato de la actual jefa, Angela Merkel. La resurrección de Kohl, todavía afectado por el escándalo de la financiación partidaria y de la venta de la refinería Launa �que esta semana conoció nuevas peripecias�, permite sacar algunas conclusiones muy nítidas sobre la situación política alemana. Primera, y más evidente, que la sombra de Kohl sigue siendo larguísima. Segunda, que el cargo de líder de la oposición parece quedarle bastante grande a Merkel, ex germana oriental y primera mujer en llegar tan alto. Tercera, y más general, que un año y medio después del estallido de la crisis por las cuentas paralelas democristianas, la CDU sigue siendo un campo minado. 
Sobre cómo será la campaña, en particular después de que Kohl se pusiera su uniforme, ya hay pistas más que seguras. �¿Qué ha sido de los socialdemócratas?�, se preguntó retóricamente Kohl. El antiguo jefe de gobierno no dejó dudas de su apuesta por la carta anticomunista. Según el �canciller de la unidad alemana�, sigue válido el slogan del ex presidente de los socialdemócratas Kurt Schumacher: �Los comunistas son fascistas pintados de rojo�. La polarización promete ser la mayor desde la reunificación. Los que ya exhibieron su descontento por esta línea electoralista son los democristianos de los estados federales de la ex Alemania Oriental, a quienes no gustan nada los castigos verbales que vendrán contra sus ex compatriotas comunistas, y que probablemente les quiten votos entre quienes se siguen considerando alemanes de segunda clase. 

Gysi o la pantera roja

�Yo represento puentes, no muros�, es el slogan que hizo suyo Gysi, sin duda el político más popular del PDS, entre otros motivos por jugar con la idea de que es un extrapartidario. Una popularidad que se extiende inclusive al Oeste. Algunos sondeos lo dan como favorito para las elecciones berlinesas. Sus auténticos rivales son Steffel y Wowereit; verdes y liberales no cuentan. La incógnita es qué ocurrirá si ni él ni el socialdemócrata obtienen los votos necesarios para gobernar. 
El nuevo proyecto de programa del PDS, heredero sin testamento del Partido Comunista de Alemania Oriental, enfatiza las ambigüedades de la Tercera Vía, a la que llama Nuevo Centro. Pero al mismo tiempo afirma expresamente un novedoso deseo de participación y coalición, fundado en la lucha contra el �racismo� y el �patriarcado�, y en favor de los movimientos sociales en general y del ecologismo en especial.
El secretario general del SPD, Franz Müntefering, manifestó su esperanza de que Gysi no será el nuevo alcalde de Berlín tras las elecciones. Y también excluyó que la actual cooperación en la alcaldía de Berlín con el PDS pueda reproducirse, a escala federal, tras las elecciones generales de 2002. Pero por algo se empieza. 

Claves
La remoción del alcalde democristiano de la ciudad Estado de Berlín por un escándalo bancario-inmobiliario produjo un fenómeno único en la historia alemana: una alianza táctica de socialdemócratas y neocomunistas.
El resultado fue que Berlín tiene hoy por alcalde, como París, a un político gay, el socialdemócrata Klaus Wowereit, apoyado por los Verdes y tolerado por neocomunistas que le permiten gobernar en minoría. 
Aunque socialdemócratas y neocomunistas llevarán candidatos independientes a las elecciones berlinesas de setiembre, la incógnita es el acuerdo al que llegarán después. 
El cargo de alcalde de Berlín, ahora capital de la República Federal, tuvo siempre proyección nacional. Willy Brandt lo ocupó antes de ser el primer canciller socialdemócrata de la posguerra. 

París y el orgullo del alcalde gay

El gran desfile anual parisino del orgullo gay se realizó ayer con una amplia concurrencia de 200 mil personas y el liderazgo del alcalde socialista Bertrand Delanoe (foto), un político abiertamente homosexual. También estuvieron el secretario nacional del Partido Comunista, Robert Hue, y el candidato de los verdes para presidente, Alain Lipietz. Los homosexuales reivindicaron sus derechos en materia de procreación asistida y sida, entre otras cuestiones.

 

 

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