Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

KIOSCO12

OPINION
Una jugada magistral 
Por James Neilson


Si no fuera por su negativa a considerarlo capaz de llevar a cabo cualquier maniobra política astuta, por rudimentaria que ésta fuera, muchos radicales estarían felicitando efusivamente a Fernando de la Rúa por haber hecho rodar aquellos rumores sobre su inminente renuncia. Al fin y al cabo, el más beneficiado por el ataque de pánico que desataron las versiones ha sido el Presidente mismo, no los �fundamentalistas� del CEMA, los gobernadores Angel Rozas y Carlos Ruckauf, o los personajes misteriosos que en su momento un primer ministro británico solía llamar los �gnomos de Zürich�, pero que en esta época prosaica son conocidos como �los mercados�. Claro, los brokers y analistas locales y neoyorquinos se pegaron otro susto, vendiendo sus acciones en una empresa que en su opinión se iba a pique, pero desde el punto de vista de De la Rúa es muy bueno que lo hayan hecho. Por cierto, si los mercados hubieran celebrado con júbilo el presunto mutis del Presidente por creerlo el máximo responsable de la gran depresión anímica nacional, los dibujantes ya estarían familiarizándose con las excentricidades de su reemplazante.
Amenazar con irse es un viejo truco político que a menudo brinda buenos resultados al provocar la reacción de los que, luego de meditarlo, preferirían ahorrarse una lucha por la sucesión.En esta ocasión, sirvió para que por primera vez muchos operadores pensaran un poco en las alternativas factibles a De la Rúa. Puesto que ninguna de las imaginadas la semana pasada �un presidente Losada, Rozas o Ruckauf, un gobierno colegiado, algunos meses de caos institucional indecible, elecciones anticipadas� posee el menor atractivo, los más entendieron que les convendría conformarse con el mandatario existente hasta nuevo aviso. 
¿Sabrá De la Rúa aprovechar la oportunidad así creada para imponerse a los que están decididos a mantenerlo bien domesticado? Mucho dependerá de su forma de manejar la oposición interna a lo que es de suponer quisiera hacer. Demás está decir que si sigue cediendo frente a tradicionalistas como Raúl Alfonsín los hartos de sus vacilaciones continuas se pondrán a examinar con mayor seriedad las probables consecuencias de una renuncia �por motivos de salud�, algo que hasta ahora no parecen haber hecho, acaso porque no se les había ocurrido que De la Rúa, �desbordado por los acontecimientos�, realmente podría optar por lo que en otras circunstancias calificarían de �un gesto de grandeza�, pero que en las actuales se asemejaría demasiado a una deserción.


 

PRINCIPAL