Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Una dosis de tango argentino para
la gran fiesta cultural de Barcelona

Adriana Varela y Juanjo
Domínguez dieron cátedra en el Grec 2001, donde brillaron desde Gilberto Gil hasta el Théâtre Zingaro.

Estilo: Domínguez abrió con
clásicos como �Volver� y �Mi
Buenos Aires querido�, en versiones de una delicadeza tal que alejaron toda presunción de obviedad u oportunismo.

Unos dos mil catalanes aplaudieron
a Varela en el Teatre Grec.

Por Eduardo Fabregat
Desde Barcelona

Hace una buena cantidad de años, el Teatre Grec no era tal, sino una pedrera, una cantera de la cual se sacaba el material para las monumentales obras de Gaudí. Nadie atina a explicar cabalmente por qué un anfiteatro de inspiración romana tomó un nombre tan ateniense, pero al cabo la posición mediterránea de Barcelona contribuye a eso que los argentinos conocen tan bien como “crisol de razas”, y entonces todo vale. En ese lugar donde el nivelado final del terreno llevó a que añosos árboles de gigantescas copas tengan un tronco llamativamente corto, anoche hubo una conjunción en la que no importaron las nacionalidades sino la magia. El Festival Grec 2001 tuvo en Montjuic una velada en la que los hermosos jardines del anfiteatro, un auditorio lleno y un par de presencias en el escenario rindieron a los catalanes y enrojecieron sus palmas al ritmo del 2 X 4. La noche de Juanjo Domínguez y Adriana Varela.
Barcelona no es ajena al tango. No es raro escuchar un bandoneón en los lugares menos esperados, y de hecho Carlos Gardel grabó aquí una veintena de títulos. Por eso, seguramente, las dos mil personas que atestaron el Teatre Grec ovacionaron al veterano y monumental guitarrista que, al frente del trío que completan su hermano Raúl Domínguez y Miguel Vignola, dio una inolvidable lección de sentimiento tanguero. Solo en el enorme escenario, favorecidas sus seis cuerdas por la acústica natural, Juanjo Domínguez abrió con clásicos como “Volver” y “Mi Buenos Aires querido”, en versiones de una delicadeza tal que alejaron toda presunción de obviedad u oportunismo. En las virtuosas manos de Domínguez, nada es un número “seguro”, sino una invitación a internarse en los colores infinitos que puede generar una canción supuestamente conocida hasta el cansancio.
Claro que Domínguez no se queda en eso, y su trío recorre con sutileza a Gardel, pero también a Pugliese, Filiberto o Piazzolla, cuyo “Adiós Nonino” provocó una ovación estremecedora. Tras una sorpresiva aparición del catalán Django para una improvisada versión de “Afiches”, y una última rendición clásica de “La cumparsita” y “A media luz”, el trío le dejó el escenario a la Varela, que venía de triunfar en Madrid y ya tenía en su historial una presentación en el Grec 1998. Y la cantante tomó la responsabilidad con la seguridad de su voz canyengue y el sólido apoyo del quinteto de Marcelo Macri (piano y dirección), Horacio Avilano en guitarra, Marcelo Torres en bajo, Walter Castro en bandoneón y Bernardo Baraj en saxo y flauta.
Cómoda y capaz de dialogar con el público como si estuviera en un pequeño local de San Telmo, Varela sedujo casi inmediatamente al público. De “Así se baila el tango” a la “Madame Ivonne” de Enrique Cadícamo (cuyo “Pompas de jabón” hizo temblar al Grec), de allí a Celedonio Flores y “Corrientes y Esmeralda” y a “Duelo criollo”, la cantante demostró ser una más que justificada presencia femenina en un festival que cuenta también con Susana Rinaldi y Cecilia Rossetto. El interminable aplauso final, las expresiones de satisfacción de un auditorio hechizado en una noche de cielo blanco y calor tanguero fueron otro jalón en su aventura europea.
Mientras tanto, el festival catalán arde. Aquí todavía se repite el asombro por las performances del Nederlands Dans Theatre, que en el Mercat de las Flors (en el mismo escenario que El fulgor argentino) presentó dos versiones de la misma excelencia aplicada a la danza: con coreografías de Jirí Kylián, Hans van Manen, Paulo Ribeiro y Johan Inger, el grupo presentó a su versión II, integrada por bailarines de 17 a 22 años, y la III, conformada por artistas de más de 40 años. Anoche, a la misma hora en que Varela y Domínguez ponían al Grec a sus pies, Gilberto Gil y Milton Nascimento daban una lección de música brasileña en el Poble Espanyol, un extraño híbrido enclavado en el Montjuic que intenta representar todos losestilos arquitectónicos de España. Los amantes de la música en portugués también esperan con ansiedad a Fernanda Abreu, que mostrará su mezcla de funk y samba en el coqueto salón de baile La Paloma, el mismo lugar donde estará Bebel Gilberto, heredera del gran Joao.
De cualquier manera, el festival que parece tener todo bajo control también tiene su ingrediente inesperado: según contó el director Borja Sitjà, Joaquín Sabina propuso en algún momento hacer algo musical con su “solo de palabras” (el ciclo que incluyó a China Zorrilla, el director francés Patrice Chèreau con fragmentos de Dostoievski y Carlo Cecchi, una de las estrellas del Grec 2000, que eligió recitar versos de La divina comedia) en el Convento de San Agustín, invitar a un guitarrista que agregara color a algo que le sonaba a poco. Los organizadores, sin embargo, prefirieron evitar una avalancha de gente convencida de estar ante un concierto de quien llena fácilmente los estadios españoles y le pidieron que se limitara a recitar los sonetos compilados en el libro Ciento volando. Tal como se relató en estas mismas páginas, Sabina postergó su actuación del día 4 por sentirse “algo indispuesto”. Y, en un rapto digno de su amigo argentino Charly García, finalmente canceló su actuación de ayer, casi cuando la taquilla se abría. Esta vez es muy probable que en el diario sí hablen de él.

 

Síndrome del caballo loco

Entre la enorme oferta cultural que ofrece el Grec, hay un espectáculo que todos repiten como una cita de honor. Desde hoy y hasta el 31, en el Complejo Deportivo Municipal de la Mar Bella, el Théatre Zingaro presentará Tryptik, una puesta con música de Igor Stravinsky (La consagración de la primavera, entre otras) y Pierre Boulez. Así presentado, lo del Zingaro no parece tan llamativo, pero hay un dato fundamental: toda la performance se lleva a cabo sobre caballos. Tryptik integra el teatro, la danza, el circo y la música, pero los periodistas que quisieron pedir precisiones en la conferencia de prensa se encontraron con una limitación de tiempo: los responsables de la compañía quisieron terminar lo antes posible el contacto con la prensa, preocupados por volver junto a sus animales, que llegaron a Barcelona con algo que podría definirse como un síndrome del caballo loco. Al cierre de esta edición aún no se sabía si los nobles equinos, desquiciados por el viaje, podrían afrontar la tarea.

 

PRINCIPAL