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EL EXITO DEL HOMENAJE AL PERIODISTA FABIAN POLOSECKI
La televisión llegó al Museo

 

Un promedio de 600 personas por función ha alborotado el Museo de Arte Moderno desde que comenzó el ciclo, hace cinco semanas

Por Julián Gorodischer

La curadora de artes electrónicas del Museo de Arte Moderno, Graciela Taquini, tiene claro que el público tradicional de los museos ha sido históricamente refractario al mundo de la televisión. Muchas veces escuchó una misma frase, proveniente del campo intelectual: “Yo no miro tele ni tengo cable”. Por eso, que la exhibición de un programa de televisión, “El otro lado”, producido y conducido por Fabián Polosecki, sea por estos días la actividad más convocante del Museo (con un promedio de 600 visitantes cada sábado, el record del año), implica una ruptura y una reformulación del paisaje. ¿De qué estaría hablando el boom Polosecki, expresado en la fila que sale del museo, este sábado, y en la larga espera? En principio, de un cambio de actitud de parte de los públicos. “Siempre tuve que concientizar para que se entienda a la TV como un lenguaje del arte contemporáneo que puede participar de la oferta de Museos. Hay mucha basura en la televisión, es cierto, pero lo mismo pasa en otros campos. No habría que tener prejuicios.”
Ahora, tras la comprobación de que la TV interesa también en las salas de la “alta cultura”, resulta más fácil imaginar resistencias que caen y nuevos ciclos de programas revisitados, allí mismo en el MAMBA: una revisión de Alberto Olmedo, la recopilación de los documentales del ciclo “DNI”, el rescate de “Cha cha cha” (con Alfredo Casero a la cabeza de una troupe inolvidable), un regreso sobre perlas con poca trascendencia como “Televisión abierta” .-de Gastón Duprat y Mariano Cohn– o “La cápsula del tiempo” (Rodolfo Hermida y Julián Gallo). Dos contrastes se desprenden de las reacciones de los más jóvenes, que acuden con poca información previa. El primero opone “El otro lado” al contexto te actual. Se escucha, en los pasillos, a la salida: “¿Esto salía al aire o es un documental en fílmico?”. Taquini analiza la sorpresa: “La televisión cambió: su sensibilidad e inteligencia fueronreemplazadas por el aburrimiento del show de lo real, o por lo inaudito de la tragedia histórica cotidiana que, en 1993, se estaba cimentando”.
Los tiempos largos, la morosidad en los recorridos, la entrevista en profundidad que ejercía Polosecki se reciben con extrañeza. “¿Pero en qué canal era?”, insiste un estudiante de cine de Rosario. No acepta la respuesta: era en el ATC de Gerardo Sofovich. En un segundo nivel, los más jóvenes atribuyen al formato de documental clásico de “El otro lado” una condición innovadora, diferente a las formas hegemónicas vigentes. “La estructura de Polosecki es cerrada, clara, entendible para todo el mundo”, opina Taquini. “Genera el efecto de que valió la pena conocer a esta gente. Tiene poco que ver con el documental actual: irónico, corrosivo, fragmentario, que no cree en nada ni en nadie. ‘El otro lado’ es el producto de una persona que cree en el hombre, en el trabajo como realización, y en todos encuentra algo bueno.”
Tras la proyección de los capítulos “Agua de puerto” y “Agua de mar”, un grupo de primerizos debate algunos puntos. Para Coralia, una actriz de 28 años, “fue una apertura al mundo de los otros, demasiada humanidad para una hora, historias de una vigencia asombrosa que parecen registradas hace muy poco”. Nicolás, un videasta de 25, propone una revisión del título: “‘El otro lado’ deja a los personajes detrás de una frontera, los aleja, manifiesta cierta ingenuidad: el planteo de un rescate pero con el destacado de la marginación”. Juan Ignacio, de 23, cuestiona la posición del entrevistador que “siempre se asume del palo, nacional y popular, en una actitud un poco demagógica”. Susana, de 68, asiste cada sábado desde que el ciclo comenzó, le regala una rosa a Graciela Taquini y susurra mientras mira la proyección: “Por Dios, era tan chico”.
Taquini comenta las reacciones: “Muchos se están enterando de que hubo en la Argentina programas muy buenos, redondos, con un alto grado de comunicación alcanzado con el entrevistado y, por eso, insisten en reclamar los videos (que por ahora no se consiguen, y no se prevé que sean reeditados). En la factoría de la TV, donde es muy difícil hacer algo original, Polosecki se filtró y se transformó en un objeto muy admirado por los estudiosos del arte”. La curadora es optimista sobre el panorama que se viene. “Esta masividad reformula positivamente la relación entre los museos y la tele”, sostiene.

El espanto de Harrison

El ex beatle George Harrison se dijo ayer espantado por las versiones acerca de que el cáncer contra el que lucha lo tiene al borde de la muerte. Harrison y su mujer Olivia dijeron a la agencia británica Press Association que están “decepcionados y repugnados” por las informaciones alarmistas de la prensa inglesa. El ex beatle, de 58 años, aseguró que está activo, viviendo con normalidad. El Sunday Mirror había publicado ayer estas declaraciones del productor del legendario grupo, George Martin: “Tiene un espíritu indomable pero sabe que va a morir, y lo está aceptando”. Esos conceptos, dijo el músico, son “falsos, insensibles e indeseados”. Martin, por otra parte, negó expresamente haber dialogado con el diario. Harrison recibe un tratamiento de radioterapia por un tumor en el cerebro en el hospital San Giovanni de Bellinzona, Suiza, en el tercer brote de la enfermedad. Hace cuatro años, le habían diagnosticado un cáncer de laringe del que fue operado con éxito. Hace tres meses, Harrison fue operado de cáncer de pulmón en Estados Unidos, también exitosamente. Por otra parte, en diciembre del 99 un perturbado ingresó en su mansión londinense e intentó matarlo.

JUAN GARCIA PONCE OBTUVO EL PREMIO JUAN RULFO
México para los mexicanos

El dramaturgo, narrador y ensayista mexicano Juan García Ponce fue galardonado ayer con el premio Juan Rulfo de Literatura 2001 por su prolífica obra literaria. García Ponce, nacido en Mérida en 1932, sufre desde hace años una esclerosis que lo mantiene en silla de ruedas. El jurado destacó su “excepcional vocación” por la escritura y el valor de sus obras de ficción, ensayo y teatro, así como su trabajo periodístico. El escritor, al agradecer el premio, afirmó que se considera un discípulo de Rulfo. El jurado estuvo integrado por Mercedes López (Puerto Rico), Ambrosio Fornet (Cuba), Hernán Lara (México), Claude Feli (Francia), Noé Jitrik (Argentina), Juan Gustavo Cobo (Colombia) y Sara Poot (Estados Unidos). El Rulfo, considerado uno de los premios literarios más importantes de América latina, está dotado con 100.000 dólares y será entregado en noviembre en el marco de la Feria del Libro de Guadalajara.
La obra de Ponce es una de las más prolíficas de México. Entre sus novelas se destacan Figura y paja (1964), La casa de la playa (1980), La presencia lejana (1968), La cabaña (1969), El hombre olvidado (1970), El libro (1970), La invitación (1972), Inmaculada o los placeres de la inocencia (1989), entre otras. En teatro, es autor de obras como El canto de los grillos (1958), Doce y una trece (1964), y Catálogo razonado (1982). Publicó ensayos como Nueve pintores mexicanos (1969), Nueva visión de Paul Klee (1966), Desconsideraciones, Las formas de imaginación (1992), Thomas Mann vivo (1970), Antología y pornografía (1975) y tiene una larga trayectoria como periodista cultural. Los galardonados con el Rulfo hasta ahora fueron: en 1991 Nicanor Parra (Chile), 1992: Juan José Arreola (México), 1993: Eliseo Diego (Cuba), 1994: Julio Ramón Ribeyro (Perú), 1995: Nélida Piñón (Brasil), 1996: Augusto Monterroso (Guatemala), 1997: Juan Marsé (España), 1998: Olga Orozco (Argentina), 1999: Sergio Pitol (México) y en el 2000 Juan Gelman (Argentina).

 

 

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