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OPINION
Por Mario Wainfeld

LA SEMANA EN LA QUE EL GOBIERNO TRANSITO DEL PANICO AL CONFORMISMO
¿Cómo funcionarán las cosas en Nigeria?

Un país donde la política se habla en números. La sesión del Senado o el fin del bipartidismo. Nadie cree que se llegue a déficit cero. Las dificultades para recortar contratos. El Gobierno y los piqueteros.

Enfoque: �No se engañen, esto no es una protesta sectorial. Es lucha organizada por tomar el poder, conducida por partidos de izquierda�, dijo Delich.

¿Cómo será el invierno en Nigeria? Página/12 se lo pregunta en Buenos Aires, un viernes de invierno. Hace un calor de aquéllos, más de treinta grados a la sombra en la Plaza de Mayo, el cronista la atraviesa y se siente Lawrence de Arabia.
“¿Viene a darme el pésame?”, pregunta el hombre del Presidente, describiendo un vago territorio común y hace como que sonríe. Claro que no. Página/12, tanto como el funcionario, está trabajando. Se supone que ambos, por razones diversas aunque convergentes, deban “hablar de política”. ¿Cómo se hablará de política en Nigeria? En Argentina se comienza intercambiando números: el riesgo país, minuto a minuto. Las reservas de los bancos. El call money. “¿Sabe a cuánto llegó el call el martes?”. Página/12 no sabe pero imagina que muy, muy alto. “Treinta y cinco”, se desazona el funcionario y enciende un cigarrillo tras otro. “¿Vio cuánto bajó la recaudación en julio?” Quién no lo sabe.

Ojalá fuera bipartidismo

¿Cómo funcionará el sistema político en Nigeria, poseedor del riesgo país más alto del mundo? En la comarca que lo sigue, mordiéndole los talones, es bien peculiar. Ninguna persona en sus cabales puede definir cuál es la frontera entre oficialismo y oposición. Nada tienen que ver los discursos con las acciones. El domingo pasado, el Honorable Senado de la Nación logró un record Guinness a la esquizofrenia. Todo el cuerpo votó una ley que no sólo repugna a la tradición de los dos partidos mayoritarios sino que era rechazada por casi todos los asistentes. La oposición que tiene mayoría en el cuerpo y sin la cual no se logra quórum, hizo lo imposible para conseguir que la norma se aprobara mientras la hacía de goma en sus discursos. Pero ninguno tuvo la brillantez ideológica y retórica que puso un oficialista, Leopoldo Moreau, que la hizo trizas y luego votó por su aprobación en general.
La escasa diferenciación entre distintos partidos es un mal endémico de muchas democracias. Hace bastante más de medio siglo Gilbert K. Chesterton escribió, con referencia a Gran Bretaña, “el sistema bipartidista se caracteriza por que hay un solo partido. Si hubiera dos partidos, no habría sistema”. Era una boutade, bien mirado sí lo había porque los dos partidos desempeñaban, andando los tiempos, funciones diferenciadas, se alternaban como gobierno y oposición. En Argentina no ocurre así: todos ejercen el rol del oficialismo, pero no porque aprueben la política del Gobierno. Ninguno cree en ella, pero la votan pese a considerarla nefasta. No se enfade, lector, no huya de estas páginas a leer algo acerca de algún lugar más cartesiano. ¿Lo será Nigeria?

Magia y economía

¿Creerán en la magia los economistas nigerianos? Sus colegas argentinos son propensos a hacerlo. El blindaje era, hace poco más de un semestre, la llave del crecimiento y la dicha. El megacanje, hace un bimestre, el elixir de la felicidad. El déficit cero de hoy es, cabe asumirlo, algomenos gozoso: apenas la solución única, inevitable, inmodificable a la caída al abismo.
El razonamiento mágico es inmune a los hechos. No bien se propuso el déficit cero fueron desoídas voces discordantes, esto es no pertenecientes ni a la corporación económica, ni al establishment financiero ni al oficialismo que dejaron constancia de que la política de déficit cero, amén de otras lindezas, era prorrecesiva y astringente. La recaudación de impuestos bajó y todo indica que en agosto –con sueldos, jubilaciones y contrataciones del Estado mochados, con patacones en provincia y el miedo instalado en el conjunto– la tendencia se agravará.
“Es así –confiesa otro funcionario– si no crece la economía no hay política fiscal que valga. Mire el impuesto a las naftas. Cada vez es más alto y la recaudación cada vez menor.”
El valor didáctico de las lecciones de la historia es, para el gobierno nativo, circa cero. Ya abruma la seguidilla de depresiones furibundas, seguidas de ataques de cierta soberbia, siempre acompañadas de la convicción de que el camino elegido no era, apenitas, el mejor sino el único posible.
¿No se pueden explorar otras alternativas: devaluación, default concertar la reprogramación de la deuda externa? Con cualquier interlocutor oficial la sola pregunta dispara la cólera. Todas serían peores, repite el discurso en cadena. Las respuestas de la Rosada y de Hacienda comparten un pecado original: dan por hecho un cierto éxito de la flamante regla de oro aunque los datos empíricos sugieran que la recesión crecerá y la recaudación seguirá en picada.
Con rara sinceridad en una administración evasiva Chrystian Colombo reconoció que los salarios y las jubilaciones pueden sufrir un nuevo bajón. Algunos de sus compañeros de gestión, que comparten su pronóstico le reprocharon haberlo explicitado. De eso no debe hablarse, sugieren, hasta que ocurra.
¿Hay espacio político y social para tamaña decisión? ¿Tiene el Gobierno cara para asumirla? Tres funcionarios de primer nivel, ante estos interrogatorios, confesaron que sí estarían dispuestos. No hay otra, coinciden, el principio de déficit cero es nuestra tabla de salvación.
–¿Es posible que haya nueva poda?
–Es más que posible.
–¿Volver a bajar sueldos de estatales y jubilaciones?
“Me conformaría con no tener que tocar de nuevo las jubilaciones”, dice uno de los hombres de la Rosada.
Por cierto, hay discursos o intentos más voluntaristas en el Ejecutivo. “El principio déficit cero es un avance. Ahora hay que hacer más equitativa su implementación”, explicó Chrystian Colombo al Presidente mientras blandía carpetas de todos los ministerios dando cuenta de la plantilla de sus contratados que sufrirán un desagio del 30 por ciento, si no más.
Los datos obtenidos enfurecieron al jefe de Gabinete: sueldos de 15.000 pesos, contratados en el Ministerio de Defensa que ganan (bastante) más que el Comandante en Jefe. “El PAMI tiene más personal ahora que en la época de Alderete”, explicó Colombo mientras proponía a sus compañeros de gestión elegir entre esos focos de privilegio estatal y los jubilados, puestos a afilar la tijera.
Esa opción parece parcial, amén de dificultosa de emprender a fondo. Parcial porque, por mucho que se enflaquezca la plantilla de contratados el ahorro no compensará el bajón de ingresos a punto de permitir mejorar (o dejar de empeorar) a jubilados y estatales.
Pero amén de eso, es claro que esas suculentas plantillas aluden fuertemente a la estructura del radicalismo. El PAMI recluta tropa del alfonsinismo, que Federico Polak engrosó durante su gestión. La Anses es el sostén laboral de buena parte del radicalismo bonaerense, sin especial distinción de líneas partidarias. ¿Qué harán los correligionarios delgobierno tironeados entre la lealtad al partido centenario y a una contingente política coyuntural? Habrá que ver. Un dato que tal vez dé una pista son las inquietas llamadas que sacudieron la paz de Marcos Makón, el ex cavallista devenido frepasista que más trabaja en reforma del Estado. Entre ellos, personas muy cercanas al Presidente de la UCR y al de la Nación.
Hablando de temas laterales que preocupan al Presidente. Fernando de la Rúa intercaló la visita de Taylor con llamadas a todos y cada uno de los punteros radicales de la Capital, tomándole personalmente el pulso a la interna del domingo entrante. El presidente de Nigeria ¿sería tan obsesivo con la interna de su partido en Lagos, mientras su país coqueteaba con el default?

El espantajo de la insurrección

(Las de los piqueteros) “no son luchas para construir una sociedad alternativa, son luchas para encontrar un espacio en la sociedad que existe. (...) La moderación de su plataforma sólo es una indicación de la precariedad de sus condiciones de vida y de las restricciones con que se enfrentan. Cualquier mirada precavida y no conspirativa habrá de preferir largamente esa protesta organizada que reconoce líderes y encuadramientos a la protesta del estallido individual, anómico y sin conducción que estalla en múltiples microconflictos que no alcanzan a aparecer en pantalla y sobre todo en la violencia delicuencial.” (María del Carmen Feijóo, “Nuevo país, nueva pobreza”).
¿Serán frívolos y conspirativos los gobernantes de Nigeria a la hora de tabular el conflicto social? En la Argentina suelen vestir ese sayo, incluso en fuerzas sedicentes progresistas. Frente al corte de rutas concertado por el movimiento piquetero varios dirigentes aliancistas creyeron ver el espantajo de la insurrección. “No se engañen, esto no es una protesta sectorial. Es lucha organizada por tomar el poder, conducida por partidos de izquierda”, dijo, palabra más palabra menos, el más joven de los integrantes del gabinete, el joven Andrés Delich. Hablaba a todos sus pares pero miraba en especial a los frepasistas Darío Alessandro y Juan Pablo Cafiero quienes proponían trato pacífico con los desocupados movilizados. La lectura de Delich fue compartida por Ramón Mestre y por Horacio Jaunarena. Malas (y acaso memoriosas) lenguas recuerdan que el ministro de Defensa tiene largos entripados con Juampi desde que éste, como diputado, fue acérrimo crítico de la ley de Obediencia Debida. La bronca fue incrementada luego en la disputa por un cargo en una lista electoral de la Alianza (q.e.p.d.). Cafiero reiteró su posición pública de diálogo y Alessandro lo acompañó. El Presidente y el jefe de Gabinete optaron por bajarle el tono a la discusión e impulsar, desde el poder, una jornada sin dureza ni represión, aceptando el riesgo de “agrandar” al contrincante.
La descripción de Delich era capciosa o errada pues omitía la real composición del complejo interlocutor político que entró en escena el martes pasado y reprisará pasado mañana. Es un conglomerado de grupos de desocupados autoorganizados con base territorial, con líderes básicamente barriales, con una base social indudable donde las mujeres juegan un rol central. La mayoría de ellos, incluidos los más potentes y reconocidos (en cualquier acepción del término), reportan a la CTA. Pero no todos tienen su encuadramiento y disciplina. Esas diferencias afloraron en la inorgánica ocupación de un banco en Florencio Varela (el martes) y del Ministerio de Trabajo (el viernes).
La CTA, suele explicar Patricia Bullrich a sus pares, es cualquier cosa menos insurreccional. Tiene un proyecto opositor, pero de neta raigambre democrática. Se ha propuesto, eso sí, ocupar una zona errónea delmovimiento obrero argentino: la representación de los sin trabajo. Una tarea que viene intentando desde un doble ángulo:
u ir vertebrando formas organizativas y
u armar una propuesta de seguro de desempleo.
Como propone el epígrafe, el Gobierno si tuviera alguna voluntad de representar al conjunto de la sociedad, debería congratularse de que los desocupados se organicen y reporten a una organización democrática. Pero en Argentina los que mandan, así provengan de partidos populares o de encuadramientos universitarios, suelen plegarse a las visiones conspirativas y represivas de una derecha que suele entender mejor las cosas.
Como sea, mientras siga porfiando en pos del déficit cero el gobierno deberá afrontar una creciente protesta social. Y sus componentes más lúcidos saben que esto recién empieza. “Nuestro mayor problema –explica un cuadro del delarruismo– será cuando la clase media empiece a movilizarse. Eso repercute mucho más fuertemente sobre los medios, sobre la opinión pública, sobre la propia Alianza. Los piqueteros de D’Elía tienen un tope, mucha gente no se identifica con ellos, cuando no los teme”, analiza. Un cuadro no desprovisto de lucidez al que le falta una pincelada: Luis D’Elía y sus huestes han agregado a su acelerada agenda la necesidad de ampliar la base social de su protesta interpelando o agregando a sectores medios urbanos. Una política que algunos aliancistas sólo imaginan enfrentar con balas de goma y gases lacrimógenos, por la parte baja.

Nubarrones

Los inviernos argentinos pueden albergar tórridos veranitos. Su corporación política vive en permanente zona de microclima. El domingo para ellos se derrumbaba el cielo, con pronóstico de “lunes negro”. La venida de Taylor recrea una cierta paz, nimbada por mensajes tranquilizadores. Un discurso único brota de variados despachos. Se irá llegando al déficit cero. La corrida de depósitos se revertirá o ya comenzó a revertir. No hay peligro de caigan bancos como en el Tequila. Al fin y al cabo el 80 por ciento de los depósitos se concentra en 10 entidades: 7 de ellas son extranjeras y por ende no quebrarán, una es privada quedando el Nación y el Provincia. Sólo éste, según la versión oficial, está en riesgo. Preguntando aquí y allá pueden pensarse escenarios más arduos. Al menos uno de los bancos privados se hamaca lo suyo. La desconfianza colectiva no tiene trazas de haber aminorado. El riesgo de corrida depende en parte de lo que tranquilice a mi prima la pelirroja la venida de Taylor. Mejor no hacer apuestas.
La obsesión del déficit cero no parece cerrar en números y anuncia creciente rebelión social. Habrá que verse si pueden hacerse más recortes. Y la regla de oro del nuevo régimen dificulta enormemente no ya que prosperen sino que se pongan en práctica los planes de competitividad que lanzó Cavallo, que implican subsidios, favores estatales desgravaciones que van contra el sacrosanto cierre de las cuentas.

Domingo de soledad

Algo puede informar esta columna sobre Nigeria. Tiene buenos futbolistas, de extraña habilidad, muchos de nivel internacional. ¿Habrá partidos de fútbol los domingos en Nigeria? Acá en Argentina, de momento, ni eso se consigue.

 

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