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Europa pone límites para las ondas que emiten los teléfonos celulares

Aunque aún no es claro su efecto sobre la salud, la Unión Europea limitó la exposición del usuario a las ondas electromagnéticas.

 

Por Sandro Pozzi *
Desde Bruselas

Los fabricantes de teléfonos móviles están obligados por la Unión Europea a respetar nuevos límites de seguridad más estrictos para reducir al mínimo la exposición de los usuarios a las ondas electromagnéticas. Aunque crece el temor ante los posibles riesgos para la salud derivados del uso de los portátiles, los científicos no tienen pruebas suficientes que permitan establecer una relación entre el tiempo de exposición a este tipo de radiaciones y la aparición de determinadas enfermedades, como el cáncer. La Comisión Europea, por si acaso, rebaja los niveles de exposición.
El número de abonados a un teléfono móvil ha crecido de forma espectacular durante los últimos cinco años, de los 21 millones de usuarios contabilizados en 1995 a los 235 millones en 2000. Dicho de otra manera, hace cinco años 6 de cada 100 europeos tenía un móvil. Hoy esa cifra se ha multiplicado por 10, es decir, que seis de cada diez europeos están abonados a una cuenta de telefonía celular. Sólo en un año los usuarios de móviles crecieron en la Unión Europea en un 27 por ciento. En países como Italia, Austria y Suecia, el 74 por ciento de los ciudadanos tiene un GSM.
La radiación también está aumentado. La introducción de la telefonía de móviles de segunda generación (GSM) trajo consigo que se emitiera un mayor volumen de ondas para hacer funcionar los nuevos aparatos, más sofisticados y sin antenas. A lo que hay que sumar el incremento de las zonas de cobertura y las perspectivas que abre la telefonía UMTS –de tercera generación–. La preocupación por los efectos de los campos electromagnéticos en la salud es patente pero los científicos no son capaces de establecer con rigor cómo el cuerpo humano absorbe estas ondas. La Comisión Europea asegura que los GSM no son peligrosos ya que existen unos límites de emisión de radiaciones que se actualizan regularmente en función de los estudios científicos más recientes. Pero por si acaso, la UE toma medidas de protección más severas. Los servicios de Industria del Ejecutivo comunitario anunciaron ayer que desde el pasado 26 de julio los fabricantes de teléfonos móviles están obligados a respetar nuevos límites de seguridad para reducir la exposición de los usuarios a las ondas electromagnéticas. Los aparatos que se comercialicen en el mercado europeo a partir de esa fecha no pueden crear campos magnéticos con valores superiores a los 300 MegaHertzios, 3 GigaHertzios.
La decisión de Bruselas es la continuación de una recomendación adoptada por el Consejo de ministros de la UE en julio de 1999 no vinculante en base a los valores de exposición definidos por la Comisión internacional de protección contra los rayos no ionizantes (ICNIRP). En base a este valor de referencia obligatorio para todos los fabricantes se establecen además unos límites máximos de seguridad para proteger al usuario.
Según fuentes comunitarias, los móviles que se venden hoy en la UE ya cumplen los límites de absorción de ondas electromagnéticas. “Esa recomendación era una indicación a la que se han acogido voluntariamente los principales fabricantes. Lo que hace la Comisión Europea es convertir ese nivel de referencia en una norma obligatoria porque los teléfonos móviles no deben representar un peligro para la salud”, explicó.
Para establecer estos nuevos valores se ha utilizado además un nuevo método que permite medir el grado de absorción por parte del cerebro humano de las ondas electromagnéticos que generan los teléfonos móviles, conocido como “cabeza fantasma”. Se trata en definitiva de un maniquí en el que se introducen una serie de sensores muy sofisticados que captan los rayos que emiten los móviles y permiten calcular el impacto de radiación y el grado de absorción por los tejidos más sensibles.
* El País de Madrid, especial para Página/12

 

 

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