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LA DIRECTORA MANANE RODRIGUEZ CUENTA SU FILM “LOS PASOS PERDIDOS”
“Luppi se inspiró en Juan Gelman”

La cineasta uruguaya explica por qué pensó en el poeta para idear el personaje de un abuelo que busca a su nieta. �Elegí a un escritor exitoso, que igual sufre�, señala, y agrega que el film, que se estrena mañana, hace hincapié en los chicos apropiados.

La realizadora, que vive en España, dice que filmó �Los pasos perdidos� para los hijos de sus amigos.

Por Ana Bianco

Un tema doloroso, acaso el más doloroso de todos, pero movilizador, acaso el más movilizador de todos atraviesa el film Los pasos perdidos, de la directora uruguaya Manane Rodríguez: la apropiación ilegal de niños durante la última dictadura argentina. Manane tiene 46 años, y una historia familiar que la acercó naturalmente a la ficción planteada en la película, que se estrenará mañana en la Argentina. En 1975 abandonó Uruguay y recaló en Buenos Aires, donde permaneció hasta fines de 1976. No era la capital argentina el mejor lugar para refugiarse por entonces, y debió radicarse en España. Tres integrantes de su familia fueron secuestrados y pasaron por el centro clandestino Automotores Orletti, hasta ser legalizados y trasladados a Uruguay. Manane sigue viviendo en España, donde trabaja como directora y guionista de cine y televisión. Su primer largo, Retrato de mujer con hombre al fondo –no estrenado comercialmente en la Argentina– obtuvo un premio Calabuch a la mejor opera prima 1997.
Los pasos perdidos es una coproducción argentino-española, y en esencia relata la vida de Mónica (interpretada por la actriz española Irene Visedo), una joven maestra jardinera que vive en España, en una pequeña ciudad, a la que arribó de muy chica con sus padres, Ernesto (Luis Brandoni) e Inés (la actriz española Concha Velazco). Esa familia en apariencia “normal” se ve alterada ante la presencia de un abuelo biológico (Federico Luppi) que reclama a su nieta. Manane Rodríguez, de paso por Buenos Aires con motivo del estreno de mañana (en España Los pasos perdidos se exhibirá en octubre), cuenta en la entrevista con Página/12 los puntos de contacto entre la realidad y su ficción, al tiempo que revela de qué modo fue inspiradora la historia del poeta Juan Gelman, que buscó y encontró a su nieta, viviendo con unos falsos abuelos en un pueblo del interior del Uruguay. La joven fue apropiada después de ser parida en cautiverio por su madre, que fue asesinada. Su padre, el hijo de Gelman, también fue asesinado por las fuerzas represivas.
–¿Qué la motivó a filmar una historia sobre una joven apropiada?
–Es un tema de actualidad que causa espanto y que me ha obsesionado a lo largo de mi vida. Conocí historias sobre chicos recuperados y las distintas actitudes que tomaron. En La historia oficial ya se abordó el tema y otras películas tomaron el ángulo desde los apropiadores, o de los que buscan. Mi intención era darle voz a esa tercera víctima: los chicos apropiados. En lo personal, he conocido de cerca el horror: mi tío Enrique Rodríguez Larreta fue uno de los testigos en el juicio a los Comandantes en Argentina, mi primo Enrique Rodríguez Martínez y su mujer Raquel Nogueira Paulier, los tres uruguayos y sobrevivientes de Orletti, fueron legalizados y trasladados a Uruguay. Brandoni también estuvo unos días en Orletti, supongo que conoció bien a esa gente porque la sufrió, personifica a un ser oscuro. Conservo las imágenes de amigos míos desaparecidos, que tendrían mi edad ahora. En las fotos siguen teniendo la misma edad de cuando éramos jóvenes. Esa constatación me motivó a filmar esta película para los hijos de mis amigos. Los juicios en España me movilizaron y se me ocurrió situar la historia allí.
–¿En quien pensó cuando recreó a Mónica?
–Mónica no es ninguna chica en concreto y es la suma de varios casos reales. He tratado de que sea lo más verosímil posible. A Mónica le suceden cosas que le han pasado a otros chicos, como ese sentimiento de vacío que la acosa en todo momento. Hay historias diferentes, como la de Mariana Zaffaroni, que en su momento se negó a relacionarse con su abuela biológica y siguió viviendo con su apropiador. Distinto es el caso de Carla Rutilo Artes, una nieta que fue recuperada y vive en España. Tengo una relación personal con ella y sus charlas me ayudaron mucho. Hablé con María José Lavalle cuando estuvo en Madrid. Ella trabaja con las Abuelas,su situación es diferente, nació en un centro clandestino, no tenía recuerdos, pero de todas maneras sus sueños expresaban algo. Hay una aparente normalidad en esas familias, una oscuridad tan grande se oculta, que crea una tensión especial en los padres.
–¿Cómo fue logrando el tono del film?
–Lo fui buscando con mi marido Xavier Bermúdez. No quería mostrar mis ideas ni mis juicios sobre los personajes. La película toma partido pero presenta las opciones. Las Abuelas me facilitaron algún material. La escena en que aparece Estela en el noticiero la compramos a la televisión española. Me preocupaba caer en el melodrama y tampoco quería crear una historia de suspenso.
–¿Cómo se sintió la actriz española Irene Visedo en el personaje de Mónica?
–Es una actriz muy joven, que sólo tenía información por lo aparecido en los diarios y contaba con el apoyo de su familia, sensible a estos temas. Creo que durante el rodaje la pasó mal por momentos. En la escena del juicio, hicimos dos tomas ya que era un desgaste muy grande para la actriz. Ese día estuvo abstraída y leyendo un libro y escuchaba música con los walkman. Luego me confesó que escuchaba la música del film La lista de Schindler. La primera toma estuvo bien, pero en la segunda que es la que se editó, quedó agotada, inclusive se descompuso. Los técnicos me marcaban el quiebre de la voz de Mónica y sugerían arreglarla y yo la mantuve tal cuál. Esa voz no le salía de la garganta, le salía del estómago.
–¿Por qué el personaje del abuelo es un escritor?
–Filmé en el 92 un corto, Golpe a Golpe, que describía las vivencias de dos exiliados, un uruguayo y un argentino, en Madrid, que el día del golpe de estado recordaban todo lo que ocurrió. Uno de los protagonistas era un escritor mayor que tenía un hijo desaparecido. Ya había escrito el guión de Los pasos perdidos con un protagonista hombre y escritor. En Madrid fui a ver a Juan Gelman recitando sus poemas, no conocía bien su historia y me impresionó cómo leía sus poemas, de una forma tan neutra. En la película se lee un poema de Bruno Leardi, por ese motivo le mandé un mail a Gelman pidiéndole autorización para que Luppi leyera un poema suyo. Todavía no había parecido la nieta de Gelman, era finales del 98 y me contestó que me daría cualquier otro poema para incluir en la película, pero no el de su nieto, que era muy personal. Pensé pedirle otro a Benedetti, hasta que finalmente Xavier, mi marido, escribió el que aparece en el film. Luppi se inspiró en Gelman para representar a un abuelo que busca a su nieta. En el momento de escribir el guión no pensé en Gelman. Tampoco en una abuela, para no ser presentada como una “pobre mujer”. Elegí a un escritor de éxito que igual sufre, y además me habilitaba a leer un poema.
–La escena en la que Mónica repite y repite su nombre y el de sus padres en un juego macabro suena muy verosímil...
–Escuché esa cinta, está sacada de un caso real, es lo que la convierte en espeluznante. Una de las jóvenes recuperadas se fue a vivir con su abuela y se llevó una grabación en cassette. Su abuela la escuchó y era un juego siniestro que hacían los apropiadores. Una forma de control de esa familia sobre esa hija robada. Brandoni encarna a un apropiador, su personaje es confuso, nunca es tierno. El peso del ocultamiento no puede generar franqueza en las relaciones.

 

Invitados al Oscar

La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas invitó ayer a 78 países, entre ellos Argentina, a presentar sus mejores films para una eventual nominación al Oscar de Mejor Película de Habla no Inglesa, para la 74ª edición, el 24 de marzo del año próximo. Para poder competir en la preselección una película debe contar con una banda sonora en un idioma diferente al inglés y haber sido proyectada por lo menos durante siete días consecutivos en un cine de su país de origen entre principios de noviembre del pasado año y finales de octubre de este, informó ayer la Academia. La fantasía taiwanesa de artes marciales “Tigre y Dragón” se llevó el Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa durante la 73 ceremonia de la Academia, el pasado 25 de marzo. El film del taiwanés Ang Lee compitió con el mexicano “Amores perros”, el checa “Musime si pomahat”, el francés “El gusto de los otros” y el belga “Todos famosos”. Entre los países invitados este año figuran además de la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Puerto Rico, España, y Venezuela.

 

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