Por Raúl
Kollmann
Toda la acusación
en mi contra fue un armado maquiavélico de un clan de hombres y
mujeres de la Bonaerense que tenían el objetivo de salvar de las
sospechas al comisario Juan José Ribelli. A mí me llevaron
hasta la Brigada de Quilmes, me pegaron, me pusieron un revólver
en la cabeza y me lo gatillaron, mientras me decían `hacete cargo
de la voladura de la AMIA o entregame a Emilio Morelos. No te tabiqués,
negro hijo de puta. Tal como adelantó Página/12,
Jorge Pacífico, ex buzo táctico, especialista en explosivos,
carapintada y dirigente del Modín, se defendió así
de las dos acusaciones que ayer le hicieron.
Oficialmente, lo imputan de pertenecer a una banda que vendía armas
y explosivos a delincuentes comunes hay pocas pruebas en su contra
y tácitamente se lo sospecha de vinculación con el atentado
contra la AMIA ya que, curiosamente, apareció cerca del edificio
de la mutual judía en el momento de la explosión. Aunque
no estaba obligado, Pacífico aceptó responder preguntas
sobre su presencia en el predio de Pasteur 633 y sostuvo la explicación
que dio desde 1995: estaba allí porque iba a acompañar a
otro dirigente del Modín a ver un automóvil BMW que pretendía
comprar.
El caso Pacífico tiene interés justamente por su presencia
en la AMIA. En las filmaciones de los canales de televisión se
lo ve ayudando a la gente, pero a los fiscales Eamon Mullen, Alberto Nisman
y Miguel Angel Romero siempre les llamó la atención que
un carapintada movimiento que siempre tuvo fama de ser fascistoide
y antisemita estuviera justo allí y socorriendo a las víctimas.
Encima se le comprobó una vinculación, no muy estrecha,
con la banda de carapintadas que robaba armas y explosivos de Campo de
Mayo y los vendía a organizaciones de ladrones de camiones blindados.
Respecto de ese delito, el del robo, acopio y venta de armas, todo indica
que el grupito de carapintadas será condenado porque las pruebas
y confesiones son categóricas. Pacífico está en una
posición levemente distinta: él sólo ofreció
vender un helicóptero canadiense que pertenecía a un amigo,
pero el ex militar quedó sospechado porque se sentó a la
misma mesa en que el resto de los carapintadas vendían armas y
explosivos.
Pacífico se defendió ayer de su presencia en la AMIA como
lo había hecho en el expediente. Dijo que estaba en un bar de Pasteur
y Corrientes junto con un discapacitado, Miguel Angel Burgos, y el apoderado
del Modín, Enrique Rodríguez Day. Este último había
contactado a un particular que tenía en venta un BMW y se iban
a encontrar con esa persona a 150 metros del bar. El encuentro con Rodríguez
Day y Burgos tuvo también como objetivo avanzar en los planes de
una asociación que se llamaba Niños del Sur, a través
de la cual Burgos, el discapacitado, conseguiría importar una ambulancia
sin pagar impuestos.
Cuando se produjo la explosión, Pacífico fue hasta la AMIA
junto con Burgos. En los videos, Pacífico aparece dando instrucciones
de rescate entre los escombros y a Burgos se lo ve manejando una camioneta
blanca y llevándose un herido. Los investigadores tardaron un año
en determinar de qué herido se trataba y corroboraron que lo llevaron
al Hospital de Clínicas. La noticia que se conoció recién
ayer es que Burgos murió hace unas pocas semanas.
El único punto que quedó ayer flotando en la duda estuvo
relacionado con dos preguntas que le hizo a Pacífico el fiscal
Mullen.
¿Usted solía manipular el explosivo que se utilizó
en la AMIA, el amonal? preguntó el fiscal.
No, cuando pasó lo de la AMIA se decía que yo manipulaba
amonal, pero yo ni siquiera sabía lo que era.
Usted dijo en el expediente que no usaba explosivos plásticos,
pero hoy dijo que utilizó gelamón, que es un explosivo plástico.
La verdad es que no me acordaba que el gelamón es un explosivo
plástico.
El diálogo en verdad no aporta ningún dato sobre el atentado
contra la AMIA, ya que en el ataque no se usó ningún explosivo
plástico, pero Mullen quiso mostrar que, tal vez, Pacífico
no dice toda la verdad.
De todas maneras, ni a Pacífico ni a Burgos se le pudo comprobar
hasta ahora ninguna vinculación con el atentado, pese a que los
fiscales tienen la percepción de que el grupito carapintada podía
tener información del ataque y fue a ver lo que ocurría
o incluso pudieron haber actuado como posta sanitaria para los terroristas.
Lo cierto es que no hay pruebas de esa especulación y la Cámara
Federal sostuvo en un fallo que no hay mérito para enjuiciar a
los carapintadas en relación con el atentado.
Lo más fuerte de la jornada fue lo que anticipó este diario.
Pacífico sostuvo que toda la pesquisa fue un armado de la Bonaerense,
que no bien lo detuvo lo llevó a la Brigada de Quilmes, donde estaba
quien ahora está acusado como cómplice del atentado, el
otrora poderoso comisario de la Bonaerense Juan José Ribelli. El
jefe de la pesquisa en ese momento, el también comisario Angel
Salguero fue quien según Pacífico lo torturó
durante los primeros días de su detención.
En esta primera parte de la declaración, Pacífico que
va a continuar hoy todavía no abordó algunos de los
entretelones que conoce sobre la forma en la que la Bonaerense montó
las pruebas para intentar echarle la culpa del atentado a los carapintadas
y sacar del centro de las sospechas a la Bonaerense y en especial a Ribelli.
Pacífico sostiene que hay un clan Cañete, integrado
por dos hombres y tres mujeres, una de ellas amante del comisario Oscar
Mantel y también de un individuo llamado Tomás Saldaña.
Ese grupo, íntimamente ligado a la Bonaerense, terminó en
la cárcel por estafas y Saldaña murió en un enfrentamiento
con la policía. Según Pacífico, ese grupo participó,
junto con el comisario Salguero, en el armado de la pista para imputar
a los carapintadas e intentar sacarle las sospechas de encima a la Bonaerense.
Al final, el juez Galeano se dio cuenta de la maniobra y echó a
Salguero de la investigación.
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