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EL CARAPINTADA PACIFICO DENUNCIO QUE FUE TORTURADO
Disparo contra la Bonaerense

El testigo estrella en el juicio Armias (carapintadas que vendían armas y que se intentó vincular con el atentado a la AMIA) dijo que el comisario Salguero lo torturó. Explicaciones.

Jorge Pacífico (en la foto junto a su abogado) ayer acusó a la Bonaerense de haber armado el caso.

Por Raúl Kollmann

“Toda la acusación en mi contra fue un armado maquiavélico de un clan de hombres y mujeres de la Bonaerense que tenían el objetivo de salvar de las sospechas al comisario Juan José Ribelli. A mí me llevaron hasta la Brigada de Quilmes, me pegaron, me pusieron un revólver en la cabeza y me lo gatillaron, mientras me decían `hacete cargo de la voladura de la AMIA o entregame a Emilio Morelos. No te tabiqués, negro hijo de puta’.” Tal como adelantó Página/12, Jorge Pacífico, ex buzo táctico, especialista en explosivos, carapintada y dirigente del Modín, se defendió así de las dos acusaciones que ayer le hicieron.
Oficialmente, lo imputan de pertenecer a una banda que vendía armas y explosivos a delincuentes comunes –hay pocas pruebas en su contra– y tácitamente se lo sospecha de vinculación con el atentado contra la AMIA ya que, curiosamente, apareció cerca del edificio de la mutual judía en el momento de la explosión. Aunque no estaba obligado, Pacífico aceptó responder preguntas sobre su presencia en el predio de Pasteur 633 y sostuvo la explicación que dio desde 1995: estaba allí porque iba a acompañar a otro dirigente del Modín a ver un automóvil BMW que pretendía comprar.
El caso Pacífico tiene interés justamente por su presencia en la AMIA. En las filmaciones de los canales de televisión se lo ve ayudando a la gente, pero a los fiscales Eamon Mullen, Alberto Nisman y Miguel Angel Romero siempre les llamó la atención que un carapintada –movimiento que siempre tuvo fama de ser fascistoide y antisemita– estuviera justo allí y socorriendo a las víctimas. Encima se le comprobó una vinculación, no muy estrecha, con la banda de carapintadas que robaba armas y explosivos de Campo de Mayo y los vendía a organizaciones de ladrones de camiones blindados.
Respecto de ese delito, el del robo, acopio y venta de armas, todo indica que el grupito de carapintadas será condenado porque las pruebas y confesiones son categóricas. Pacífico está en una posición levemente distinta: él sólo ofreció vender un helicóptero canadiense que pertenecía a un amigo, pero el ex militar quedó sospechado porque se sentó a la misma mesa en que el resto de los carapintadas vendían armas y explosivos.
Pacífico se defendió ayer de su presencia en la AMIA como lo había hecho en el expediente. Dijo que estaba en un bar de Pasteur y Corrientes junto con un discapacitado, Miguel Angel Burgos, y el apoderado del Modín, Enrique Rodríguez Day. Este último había contactado a un particular que tenía en venta un BMW y se iban a encontrar con esa persona a 150 metros del bar. El encuentro con Rodríguez Day y Burgos tuvo también como objetivo avanzar en los planes de una asociación que se llamaba Niños del Sur, a través de la cual Burgos, el discapacitado, conseguiría importar una ambulancia sin pagar impuestos.
Cuando se produjo la explosión, Pacífico fue hasta la AMIA junto con Burgos. En los videos, Pacífico aparece dando instrucciones de rescate entre los escombros y a Burgos se lo ve manejando una camioneta blanca y llevándose un herido. Los investigadores tardaron un año en determinar de qué herido se trataba y corroboraron que lo llevaron al Hospital de Clínicas. La noticia que se conoció recién ayer es que Burgos murió hace unas pocas semanas.
El único punto que quedó ayer flotando en la duda estuvo relacionado con dos preguntas que le hizo a Pacífico el fiscal Mullen.
–¿Usted solía manipular el explosivo que se utilizó en la AMIA, el amonal? –preguntó el fiscal.
–No, cuando pasó lo de la AMIA se decía que yo manipulaba amonal, pero yo ni siquiera sabía lo que era.
–Usted dijo en el expediente que no usaba explosivos plásticos, pero hoy dijo que utilizó gelamón, que es un explosivo plástico. –La verdad es que no me acordaba que el gelamón es un explosivo plástico.
El diálogo en verdad no aporta ningún dato sobre el atentado contra la AMIA, ya que en el ataque no se usó ningún explosivo plástico, pero Mullen quiso mostrar que, tal vez, Pacífico no dice toda la verdad.
De todas maneras, ni a Pacífico ni a Burgos se le pudo comprobar hasta ahora ninguna vinculación con el atentado, pese a que los fiscales tienen la percepción de que el grupito carapintada podía tener información del ataque y fue a ver lo que ocurría o incluso pudieron haber actuado como posta sanitaria para los terroristas. Lo cierto es que no hay pruebas de esa especulación y la Cámara Federal sostuvo en un fallo que no hay mérito para enjuiciar a los carapintadas en relación con el atentado.
Lo más fuerte de la jornada fue lo que anticipó este diario. Pacífico sostuvo que toda la pesquisa fue un armado de la Bonaerense, que no bien lo detuvo lo llevó a la Brigada de Quilmes, donde estaba quien ahora está acusado como cómplice del atentado, el otrora poderoso comisario de la Bonaerense Juan José Ribelli. El jefe de la pesquisa en ese momento, el también comisario Angel Salguero fue quien –según Pacífico– lo torturó durante los primeros días de su detención.
En esta primera parte de la declaración, Pacífico –que va a continuar hoy– todavía no abordó algunos de los entretelones que conoce sobre la forma en la que la Bonaerense montó las pruebas para intentar echarle la culpa del atentado a los carapintadas y sacar del centro de las sospechas a la Bonaerense y en especial a Ribelli. Pacífico sostiene que hay un “clan Cañete”, integrado por dos hombres y tres mujeres, una de ellas amante del comisario Oscar Mantel y también de un individuo llamado Tomás Saldaña. Ese grupo, íntimamente ligado a la Bonaerense, terminó en la cárcel por estafas y Saldaña murió en un enfrentamiento con la policía. Según Pacífico, ese grupo participó, junto con el comisario Salguero, en el armado de la pista para imputar a los carapintadas e intentar sacarle las sospechas de encima a la Bonaerense. Al final, el juez Galeano se dio cuenta de la maniobra y echó a Salguero de la investigación.

 

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