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DOS POLICIAS ESTARIAN DETRAS DE LA MANIOBRA PARA EXTRAER COMBUSTIBLE
Algo huele mal en el robo de la nafta

Un ducto de Repsol-YPF fue pinchado para desviar el combustible hacia un galpón en Lanús. La sofisticada maniobra sería obra de dos policías retirados de la Bonaerense. En el negocio participarían ex carapintadas.

La policía frente al galpón alquilado por la banda para extraer desde allí
el combustible.

Por Raúl Kollmann

A uno le dicen “El correntino” y el otro tiene apellido italiano. Uno es comisario inspector y el otro comisario, ambos retirados de la Policía Bonaerense. De acuerdo con fuentes de la investigación, estos dos hombres están detrás del inmenso plan de robo de naftas que fracasó el lunes cuando el combustible –obtenido pinchando un gigantesco ducto de RepsolYPF– se derramó en las napas de un barrio de Lanús Este. Se necesitó una compleja obra técnica y de ingeniería para hacer el corte en el ducto, lo que señala la muy probable participación de alguna persona en el interior de Repsol-YPF: se debe saber exactamente por dónde pasa el caño y los horarios en los que no hay bombeo para hacer el corte e instalar un gigantesco aparato que incluye la válvula para robar la nafta. Todo se había hecho en forma muy reciente, pero ya estaban preparándose los vehículos, con aspecto de camiones de mudanza, para sacar la nafta del galpón donde se hacía la maniobra. Se trata de un negocio millonario en el que también tendrían participación ex militares carapintadas que dominan la distribución de la nafta trucha.
En verdad, los comisarios que aparecen detrás del robo ya estuvieron involucrados en una gigantesca maniobra similar que se descubrió cuando, en los años 90, se produjo una tremenda explosión en Sarandí. Varios oficiales de la Bonaerense estuvieron detenidos y lo propio ocurrió con un personaje político de envergadura, el Chicho Basile, secretario de Gobierno de la Municipalidad de Florencio Varela en épocas en que el intendente fue Julio Carpinetti.
Anoche, los investigadores centraban su investigación en el galpón adonde desembocaba la pinchadura tras recorrer el combustible una especie de túnel de desvío de unos 30 metros. “Toda una obra de ingeniería”, sostuvo el comisario Fernando Montechiari, convocado por los vecinos por el intenso olor a nafta. Evidentemente se necesita una inversión importante para hacer semejante obra clandestina, pero los beneficios no son pocos: la posibilidad está en robar unos 100.000 litros de combustible, que no se venden al precio oficial de más de un peso, pero colocándolo a 0,75, son nada menos que 75.000 pesos cada vez que se concreta un desvío del combustible. Y como es obvio, la estructura sirve para robar durante semanas, meses e incluso años.
En verdad, aunque se centren en el galpón, los investigadores sólo podrán comprobar que el contrato de alquiler es irregular y el dueño del lugar dirá que las personas que se lo alquilaron usaron documentos falsos. Por lo tanto, no podrá decir nada de los inquilinos que hicieron semejante obra. Es el mismo método que se usó cuando los boqueteros hicieron el túnel en el famoso robo al Banco de Crédito Argentino: no se podía detectar al que alquiló el lugar porque, supuestamente, usó un documento robado.
La obra realizada para pinchar el ducto requeriría de la complicidad de alguien de Repsol-YPF, tal como lo reconoció anoche a este diario una fuente de la pesquisa. En primer lugar, porque es un trabajo muy sofisticado, que requiere de un instrumental más que especial. En segundo lugar, porque hay que saber exactamente por dónde pasa el ducto y, por último, es imprescindible conocer los horarios en los que fluyen los combustibles, porque hay que elegir un momento en que no se transporte nada para hacer la pinchadura. Incluso para perpetrar el robo de la nafta es necesario conocer los horarios, porque se trata de un poliducto, en el que a unas horas pasa nafta super, a otra hora nafta común y en otro horario, gasoil. Como es obvio, la nafta súper vale mucho más que el gasoil y eso es lo que interesa robar. Según lo que pudo averiguar este diario, la estructura montada por los delincuentes era muy reciente e incluso se creen que sólo obtuvieron unos bidones de combustible porque estaban en período de prueba. Toda la construcción se hizo sacando los escombros en bolsas de polietileno que eran llevadas en camiones similares a los usados para el transporte de alimentos. La gran puesta en marcha del negocio estaba preparada: para sacar miles de litros de combustible se arreglan camiones que adentro tienen tanques y por afuera parecen ser de una mudadora o simulan transportar containers. Según parece, esos camiones ya estaban listos y a las órdenes de la banda de los comisarios.
La presencia de policías bonaerenses en las mafias del combustible viene de lejos y siempre estuvo relacionada con la Zona Sur. Todo parte del llamado Puerto Piojo, en Dock Sud, donde estuvieron y aún están las destilerías y depósitos de las petroleras. Los comisarios hicieron fortunas, antes de la privatización de YPF, cuando el descontrol era total, porque se robaban camiones enteros de combustible y había que pagarle peaje a los uniformados. También hubo especialización en mezclar kerosene blanco con un colorante para que pareciera nafta súper, kerosene y gasoil para aumentar la cantidad de combustible, solvente con nafta y otras tácticas de robo y fraude. Hubo detenciones de policías en Sarandí, Gerli, Villa Caraza y otras localidades del sur del conurbano donde se hacían las pinchaduras o se encontraba nafta robada en depósitos. Según pudo averiguar anoche este diario, detrás de la gigantesca maniobra de Lanús Este había dos comisarios retirados, ambos muy conocidos por su participación en operaciones similares. El combustible iba a ser llevado a un depósito en la zona de Ezeiza, cerca del Camino de Cintura, en el que se lo mezclaría con naftas compradas oficialmente. O sea que un distribuidor que, por ejemplo, recibe de Repsol-YPF 100.000 litros de nafta iba a vender, bajo cuerda, 150.000 o 200.000 litros.
Porque allí está la otra punta del negocio: poner en el circuito los combustibles robados. En ese negocio actuarían ex militares carapintadas conectados con una serie de bocas de expendio como determinadas estaciones de servicio, distribuidoras e incluso envíos de combustible al Paraguay donde, también se conectan con militares de ese país.
Los vecinos de Lacarra y Bolaños, en Gerli, Lanús Este, hicieron naufragar toda la operación cuando denunciaron el olor a nafta. En la misma tarde del lunes se evacuó a todos los que vivían a diez cuadras a la redonda, pero a la noche, hombres de la Bonaerense les informaron que el vertido de nafta en las napas no revestía ningún peligro. A decir verdad, los vecinos de Lanús Este sí iban a correr un gran peligro: en cuanto la banda de los comisarios pusiera en movimiento la maquinaria –en los próximos días– el riesgo de una explosión iba a estar multiplicado. Son decenas de miles de litros de combustible manejados en forma clandestina y emanando gases muy peligrosos. Ya protagonizaron una explosión en Sarandí y bien podía ocurrir otra en Gerli.

 


 

PIDEN EL JUICIO ORAL PARA SEIS POLICIAS
Dinero para no proceder

Un fiscal de La Matanza pidió el juicio oral para seis policías acusados de integrar una banda que extorsionaba al dueño de una bailanta, al que le exigían dinero para dejarlo trabajar y no realizarle procedimientos arbitrarios en su boliche. El fiscal Claudio Polero solicitó que se juzgara a los seis uniformados por el delito de asociación ilícita, y a cuatro de ellos, además, por tentativa de extorsión.
Los policías acusados de los dos delitos son: Miguel Angel Bernal, de la Departamental La Matanza; Alberto Bernal, de Narcotráfico; Juan Carlos Vera, de la Delegación de Investigaciones y Daniel Martínez, de la comisaría de Isidro Casanova. En tanto el comisario Eduardo Camarda, de Isidro Casanova, y Oscar Gómez, de Narcotráfico sólo están acusados de asociación ilícita. Todos estos policías están en libertad, aunque los procesados por tentativa de extorsión se encuentran sujetos a un régimen de prisión preventiva especial, tras haber estado presos hasta diciembre pasado.
La causa se inició el 30 de julio del año pasado a partir de una cámara oculta del programa televisivo “Telenoche Investiga”, que filmó a cuatro de los policías cuando le exigían dinero al dueño de una bailanta de Isidro Casanova, a cambio de no hacerle procedimientos que desprestigiaran la imagen de ese local. En ese momento el empresario, con la grabación en la mano, realizó la denuncia ante el fiscal Claudio Polero. El 1 de agosto del mismo año los policías sospechados fueron convocados a la fiscalía, donde fueron notificados del arresto. El fiscal, tras exigirles las armas reglamentarias, ordenó que fueran encerrados en la alcaidía de los tribunales locales, aunque tiempo después recuperaron la libertad.
Además de las cámaras ocultas para pedir la prisión preventiva de los acusados, la fiscalía había contado con el relato de tres testigos de identidad reservada. De acuerdo con la denuncia, el dueño de la bailanta comenzó a ser extorsionado en marzo del año pasado. A fines de agosto, y tras la detención de los agentes acusados, la jefatura de la policía bonaerense decidió relevar de su cargo al por entonces jefe de la Delegación de Investigaciones de La Matanza, comisario inspector Ferrucio de Laurentis, y al jefe de Narcocriminalidad, comisario inspector Claudio Reynoso. En tanto, los policías acusados fueron pasados a disponibilidad y sumariados internamente.
Por el delito de asociación ilícita los acusados podrían afrontar penas de tres a diez años de cárcel, mientras que por la tentativa de extorsión, penas de entre dos años y medio y siete años y medio. El pedido de la fiscalía deberá ser resuelto por el Juzgado de Garantías 2 a cargo de Raúl Alí. Lo único que podría demorar la llegada del caso a juicio oral es que la defensa de los acusados plantee el sobreseimiento de los policías o alguna otra excepción a la solicitud del fiscal, cosa que hasta ayer no ocurrió.

 

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