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panorama politico
¿QUIÉN?
Por J.M. Pasquini Durán

Para conmemorar el centenario de su existencia, el matutino The New York Times invitó a intelectuales y científicos a imaginar la vida en Estados Unidos al final del siglo XXI. El filósofo Richard Rorty respondió que en 2014 �la insurgencia en los ghettos, que llegó en el momento en que todos los norteamericanos �menos los más ricos� se sentían desesperadamente inseguros, condujo al colapso de la confianza en el gobierno�. Al mismo tiempo, �el colapso de la economía produjo una guerra de todos contra todos� [...] �Como los generales nunca dejaron de decirlo durante los Años Negros, solamente los militares salvaron al país del caos total�. La historia imaginaria no terminó ahí: �El partido de Perspectivas Democráticas, la coalición de sindicatos e iglesias que en el 2044 derribó a la dictadura, retuvo el control del Congreso convenciendo con éxito a sus votantes de que sus oponentes constituían �los partidarios del egoísmo�... Desde entonces, la �fraternidad� (o, para los puristas, �hermandad�) es el nombre de nuestro preciado ideal�. Con la actual depresión generalizada, ¿alguien en Argentina sería capaz de imaginar las memorias del futuro nacional con la confianza en el advenimiento de la libre fraternidad?
Por el momento, las fantasías criollas no llegan muy lejos, dedicadas como están a resolver los asuntos diarios más urgentes. Incentivadas por la crisis y en menor medida por los ritos electorales que obligan a estrenar hipotéticos programas de gobierno que los candidatos recitan como si los fueran a cumplir, aparecen casi a diario propuestas y promesas para terminar con las desgracias que se reúnen bajo el título común de recesión interminable. Hoy es más complicado discernir los orígenes ideológicos o las alineaciones partidarias de sus autores en comparación con aquellos años de las definiciones tajantes: �patria o colonia�, �reforma agraria�, �nacionalización de la banca�, �yanquis, go home� y otras por el estilo. Algunos rescoldos de aquellos fuegos relumbran todavía, entre cenizas, en manifiestos como el que aprobó hace pocos días la �segunda asamblea nacional de organizaciones sociales, territoriales y desocupados� que piden �la defensa y la extensión de los planes de empleo y comida a cada trabajador desocupado mayor de 16 años� y �cien pesos por hectárea para los pequeños y medianos chacareros�, junto con la convocatoria a elaborar �un programa de salida a la crisis� que debería proponer, entre otras reivindicaciones �fundamentales�, la suspensión del pago de la deuda externa �ilegítima y fraudulenta�, la �reestatización de las AFJP� y la �renacionalización de los bancos y empresas estratégicas�.
Aunque algunos debutan, como el Plan Fénix elaborado en los recintos de la Facultad de Ciencias Económicas, otros ya tienen historia, como el Plan de Salvataje de las Pymes que cumplió dos años desde que fue aprobado por el sector en setiembre de 1999, pero tienen en común que ninguno de ellos cree que �con los programas de los partidos mayoritarios que aplican desde el gobierno nacional y los gobiernos provinciales� pueda revitalizarse la industria ni salir del pozo recesivo puesto que �sostienen un idéntico proyecto�, el afamado �modelo único�. Los planes diferentes, sean de sector o de aplicación general, pueden ser motivo de discrepancias o correcciones, pero no hay duda que son legítimas búsquedas de un porvenir más �fraternal� y que hay intenciones meritorias, así fueran dictados por oportunismo electoral, porque parten de un reconocimiento de la realidad, es decir que por la misma huella seguida hasta aquí no hay chances de salvación nacional. Algunas opiniones sostienen que el mejor de los proyectos está inacabado sin el indispensable �know how�, o sea saber cómo realizarlos. La observación es oportuna, pero el manual de instrucciones que se demanda no depende del talento o la imaginación de ningún grupo de economistas, o para decirlo mejor no sólo de ellos.
A esta altura, la crisis argentina está globalizada, primero porque ningún segmento nacional, desde las finanzas a la cultura, puede escapar de sus efectos y luego porque sucede en un momento mundial de forzosa interdependencia. El capitalismo financiero, improductivo y depredador, abusó de tal manera con sus apetitos insaciables que hasta los países centrales, Francia y Alemania hicieron punta esta semana en la Unión Europea, tienen ganas de ponerle límites, así sea a través de la tasa Tobin a las transacciones financieras. Hay quienes van más allá, incluso en Estados Unidos, y solicitan el reemplazo de las normas de Bretton Woods, urdidas en la última posguerra y de las que nació el Fondo Monetario Internacional (FMI), por nuevas reglas para el siglo XXI. Sin tomar posición sobre las novedades del pensamiento internacional, dejándose llevar por las corrientes arcaicas del actual sistema en inestabilidad crónica, ningún país por insignificante que sea podrá acomodar su destino. En lugar de pensar en la �globalización� como un eslabón más fuerte de las cadenas de dominación, es preciso asumirla como una inédita oportunidad de cambio, en la medida que ofrece la posibilidad de rehacer las alianzas externas en el sentido que más le convenga a los intereses nacionales, en lugar de someterse resignado a la fatalidad de nación periférica de un único centro.
Decidir sobre las alianzas externas es condición precisa, lo mismo que la capacidad para movilizar las esperanzas populares en una misma dirección, superando la múltiple fragmentación, para que pueda emprenderse la complicada tarea de corregir el rumbo en busca de esa fraternidad que imaginó el filósofo norteamericano como esperanza para su propio país. En este punto aparece la pregunta sustancial: ¿quién o quiénes sabrán hacer ese camino al andar? La �unidad nacional� que unos imaginan como el soporte necesario para que el Gobierno cumpla su mandato y el presidente Fernando de la Rúa percibe como el descuartizamiento de su gobierno, no ofrece más garantías que el Pacto de Olivos en su momento, ya que sus inspiradores y protagonistas centrales son los de siempre, los rendidos al poder de �los mercados�. Otros, desde la oposición, confían en las convergencias multisectoriales, como el Frente Nacional contra la Pobreza que inspiró la CTA, pero en general estas constelaciones son de utilidad para impulsar una reivindicación precisa, en este caso el subsidio para los desocupados, pero por su propia naturaleza apartidaria están incapacitadas para sustituir a los partidos políticos, �instituciones fundamentales del sistema democrático� según el art. 38 de la Constitución vigente.
Así, el qué y el cómo de la economía requieren de la energía y la voluntad de la representación político-institucional para obtener la condición verdadera de opción de futuro. La moralización de los partidos es una condición necesaria para su depuración, pero es tan necesaria como insuficiente para restablecer las relaciones de poder, de tal modo que la sociedad pueda gravitar en el destino colectivo por su voluntad autónoma, en las condiciones del mundo contemporáneo, en lugar de estar suplantada por elites cerradas y minoritarias formadas, según Pierre Bourdieu, �por hombres nuevos (como se decía en otro contexto), calculador universal llevado al cinismo oportunista en política y de otra parte, a la inconstancia y también al individualismo, por no decir al egoísmo, favorecido por la corrupción de la persona y la destrucción de las solidaridades�. Una profunda renovación cultural, en la acepción más amplia del término, es el auténtico desafío de los que hoy se proponen para renovar liderazgos populares, sin la obtusa vanidad de los que se creen elegidos por alguna voluntad divina, ni los dogmas de falsas vanguardias, la terca repetición de hábitos y valores que han caducado en el siglo pasado o los miedos paralizantes de intentar lo nuevo. Aunque lo quieran imponer como ley universal, sólo en el plan conservador el abismo está a un paso. Los derechos a la vida y a la felicidad, por ilusorios que parezcan, son parte inseparable de la condición humana y sobrevivirán a estos años negros.


 

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