Por
Claudio Zlotnik
Hay
comercios que los aceptan un 10 por ciento por encima de su valor nominal.
Las entidades que atienden financieramente a los sectores de ingresos
más bajos, en tanto, se aprovechan para concretar el lucro fácil,
al aplicar una quita del 30 por ciento a aquellos que se quieren sacar
de encima rápidamente los bonos. Los patacones cambiaron
la vida económica de los bonaerenses. Después de un comienzo
errático, la nueva moneda de cambio de la provincia de Buenos Aires
es aceptada por las principales cadenas comerciales. Y en La Plata se
detectó una incipiente recuperación de las ventas minoristas.
Desesperados por la depresión económica, los primeros en
aceptar los patacones fueron los comercios más pequeños.
Fueron éstos los que obligaron a las grandes cadenas a seguir ese
mismo camino. Ahora, ya hay tiendas que toman patacones a
1,10 peso, lo que en los hechos significa un descuento sobre la venta.
Más trabajosos, en cambio, fueron los acuerdos que Carlos Ruckauf
rubricó con las empresas de servicios para que acepten parte del
pago en bonos.
El aumento en los niveles de consumo que trajo aparejado el patacón
no debe interpretarse como un súbito ataque de confianza por parte
de los bonaerenses, sino más bien por todo lo contrario. El bono
creado por Ruckauf se ha convertido en un activo que pocos quieren retener,
al que se le desconfía, y por tal motivo se lo gasta inmediatamente.
No obstante, el resultado económico de ese desprecio es positivo
ya que se incrementó el consumo. La moneda mala reemplazó
a la buena. La mala se gasta mientras que la moneda buena (el peso) se
atesora, señaló a Página/12 José Sbatella,
economista del bonaerense IEFE (Instituto de Estudios Fiscales y Económicos).
El circuito del patacón comienza con los agentes públicos
que ganan más de 730 pesos, continúa en los comercios y
desde éstos a sus proveedores. Incluso, y a diferencia de otros
títulos provinciales, existen buenas chances de que los patacones
crucen fronteras y lleguen, por ejemplo, a proveedores de otros distritos
del interior.
Según calcularon en el IEFE, las ventas en los comercios platenses
habrían aumentado entre 6 y 10 por ciento este mes. Pero como la
buena racha está sustentada en la desconfianza hacia el patacón,
la recuperación podría tener vuelo corto. Si el público
tiene más confianza en el bono pero persiste la incertidumbre económica
generalizada, en vez de gastar va a conservarlos, sugirió Sbatella.
Pero los que más negocios están realizando con los patacones
son las financieras para pobres. A ellas acude la gente que por alguna
razón necesita pesos sí o sí. O bien quienes, también
desconfiados, gastan una parte pero quieren ahorrar en pesos o dólares.
En estas autodenominadas agencias de crédito, cada
patacón vale 70 centavos de peso, lo que implica una
desvalorización del 30 por ciento.
Volvió a haber política monetaria en la Argentina
después de mucho tiempo, añadió el experto
del IEFE. Para Sbatella, la irrupción del patacón
representa una salida heterodoxa de la convertibilidad ya que se aumentó
la masa de dinero circulante sin su correspondiente respaldo de dólares
en el Banco Central.
Originalmente, las autoridades creyeron que buena parte de los 90 millones
de patacones emitidos serían utilizados por las empresas
y los comercios para pagar impuestos. Y que con ellos se pagarían
los salarios de los agentes públicos, en la primer quincena de
este mes. En cambio, lo que viene sucediendo es que los bonos siguen circulando
entre los privados, su retorno a las arcas del Estado provincial se demora,
y entonces es muy probable que el gobierno emita otra tanda de patacones
(tiene autorización hasta 500 millones) para pagar los sueldos.
La emisión de bonos, como moneda, sacó de la bancarrota
a Córdoba en pleno tequila, recordó Ricardo Fuente
de la consultora Ecolatina. Ruckauf ya empezó a experimentar si
la urgencia le depara una grata e impensada sorpresa.
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