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Cavilaciones
Por Juan Gelman

Los atentados en Nueva York y Washington no tienen justificación ideal posible. Los encargados de la limpieza del Trade World Center no dieron la orden de invadir Panamá, Granada, etc., ni la de derrocar al presidente Allende, etcétera. Las empleadas de sus oficinas no planearon la Operación Cóndor, ni el bombardeo de Yugoslavia, Sudán, etcétera. Alegrarse de que Estados Unidos “ha recibido una dosis de su propia medicina” es profundamente inmoral. Como inmoral ha sido la muerte de civiles panameños, guatemaltecos, sudaneses, chilenos y otros conosureños, yugoslavos, etc., inducida y/o ejecutada por la primera potencia mundial. Sólo que en estos últimos casos no se rezó en todo el mundo por las víctimas.

El terrorismo tampoco tiene justificación política: no es una política, es una antipolítica y no propone alternativas, más bien las cierra. Existe porque hay opresión y la necesita para ser.

La guerra que propone el presidente Bush tiene idéntica motivación y usa el manto de la lucha del bien contra el mal. Kafka tiene una vez más razón: “La mentira se ha convertido en el orden mundial”, dijo.

Mohammad Omar, líder espiritual de los talibanes, pregonó a su vez que Afganistán está preparado para la guerra santa contra el mal. Los fundamentalismos se espejan.

El gobierno estadounidense ha proclamado que esa guerra no sólo está destinada a Osama bin Laden sino a todos los terroristas y a todos los países que los cobijan. ¿Habrá también castigo para la población de Libia, Irak, Siria, Irán, Sudán, etcétera? ¿Se quiere atizar la Jihad islámica? ¿Se busca que el mundo se encoja de temor? ¿Se pretende que no haya más Seattles ni Génovas? ¿Que cierren su protesta los globalifóbicos? ¿El gobierno de Bush capitaliza así la horrible muerte de miles de compatriotas? ¿Es además capitalista del horror?

El presidente Bush anunció que el concepto de normalidad cambiará en adelante de significado en Estados Unidos. No se trata sólo de medidas en los aeropuertos: el procurador general John Aschcroft está pidiendo al Congreso que se otorgue más poder a los servicios de inteligencia y a las fuerzas de seguridad, que la CIA pueda, por ejemplo, reclutar a represores locales y extranjeros aunque sean notorios violadores de los derechos humanos, que se incremente la intervención clandestina de teléfonos, que se puedan llevar a cabo ejecuciones extrajudiciales de líderes políticos de otros países. El Senado aprobó ya el espionaje de comunicaciones electrónicas. En defensa de la democracia, Washington vuelve a recortarla. Parodiando a Jonathan Swift, se podría decir que la mejor manera de no lastimar a la democracia es terminar de una buena vez con ella.

El criterio de la seguridad prevalece sobre la observancia de las libertades civiles, las garantías individuales y el derecho a la privacidad. ¿Seguridad para quiénes? No existió para los civiles neoyorquinos. No existirá para los civiles afganos.

El centro Southern Poverty Law, que alerta sobre los brotes de racismo en EE.UU., registró en su informe del 2000 la existencia en el país de 602 “grupos de odio” activos: ku-klux-klanes, fundamentalistas, neoconfederados, skinheads, otros, muchos de ellos armados y muchos con justificaciones cristianas para perseguir a negros, latinos, árabes, asiáticos, judíos, todos habitantes de una nación que se creyó un meltingpot y que padece de segregacionismo interno. El presidente Bush no tiene la casa limpia. ¿La bombardeará para limpiarla?

Se prepara una guerra mundial contra el terrorismo sin rostro, declarada por el máximo representante institucional de otro terrorismo sin rostro: el mercado. Pueblos que sufren el último seguirán pagando los costos del primero.

Susan Sontag al diario parisino Le Monde: “...no se trató de una ‘cobarde’ agresión contra la ‘civilización’, la ‘libertad’ o la ‘humanidad’ ni contra el ‘mundo libre’, sino de una agresión contra Estados Unidos, superpotencia mundial autoproclamada, una agresión que es la consecuencia de ciertas acciones y de ciertos intereses estadounidenses”.

Los estadounidenses deberían entender “de una vez por qué tantas personas detestan a su país”, confió Norman Mailer al diario alemán Wel am Sonntag. “Mientras Estados Unidos no comprenda el daño que causa insistiendo en imponer el american way of life a todos los países, estaremos en problemas. Seremos la nación más odiada de la Tierra.” El presidente Bush quiere ahora imponer el american way of war a todos los países.

El viernes 14 de este mes, Madonna pidió a los 18 mil asistentes a su concierto en Los Angeles un minuto de silencio para rezar por la paz. “La violencia engendra violencia –precisó– y no sé ustedes, pero yo quiero vivir una vida larga y feliz, y quiero que mis hijos vivan una vida larga y feliz.” El día anterior, unos cien neoyorquinos manifestaron para decir no a la guerra. En medio del horror y de la ira despunta la conciencia del dolor que no quiere más dolor.

 

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