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El pánico en la ciudad de Florida
golpeada por la bacteria mortal

Con un edificio afectado
por el ántrax, todo Boca
Ratón cree haber sido blanco del bioterrorismo. Aquí, la crónica de un estremecimiento nuevo.

La autoridad sanitaria de la ciudad de Boca Ratón, en Florida.
La entera ciudad teme haber sido infectada por la bacteria.

Por Audrey Gillan
Desde Boca Ratón, Florida

Los investigadores de Florida sospechan que el brote de ántrax en la oficina de un diario, que mató a un empleado e internó a otro, se trata –casi seguro– de una jugada sucia, abonando los temores de que los norteamericanos han sido atacados por el bioterrorismo. El pánico tomó a los empleados de American Media Inc (AMI) y se desparramó por la opulenta ciudad de Boca Ratón, en Florida, cuando un funcionario sanitario dijo que la posibilidad de que los dos casos sean una coincidencia era “una en un billón”. Y agregó: “Tiene que haber otra explicación y puede ser que sea lo que se sospecha”.
Los funcionarios del FBI, vestidos como astronautas, han estado investigando en las oficinas de American Media –editora del tabloide sensacionalista National Enquirer, que se reparte en los supermercados– desde que uno de sus jefes gráficos, Bob Stevens, de 63 años, murió por inhalar ántrax. Luego, se encontraron esporas de la enfermedad en las fosas nasales de Ernesto Blanco, un trabajador de correo de 73 años de la misma empresa. Él está internado en un hospital, pero aún no ha contraído la enfermedad. El examen de ántrax también le ha dado positivo a una bibliotecaria del AMI.
Todavía se desconoce cómo entró la bacteria en la oficina, pero el miedo aumentó en el condado de Palm Beach desde que se conoció que Mohamed Atta, el líder terrorista sospechoso de ser el piloto de uno de los aviones que se estrellaron contra el World Trade Center, había vivido cerca de Delray Beach y realizaba prácticas de vuelo en Lantana, donde vivía Stevens. Otra parte de la investigación se concentra en una carta que llegó a la empresa casi una semana antes de los atentados del 11 de setiembre. Las fuentes la describieron como una “extraña carta de amor para Jennifer Lopez”. Dentro de ella, escrita de manera curiosa, había lo que fue descripto como una “sustancia jabonosa y polvorienta” junto a una Estrella de David de plástico. La carta pasó por la oficina de correo y los empleados dijeron que fue manipulada por Stevens y por Blanco. A dicho condado, donde los rumores y las teorías conspirativas se multiplican a cada hora, se enviaron dosis extra de antibióticos. El miedo está presente en la cara de casi todos los habitantes de la zona.
AMI –un imperio construido a través de titulares chillones e historias amarillistas– se ha convertido ayer en el protagonista aterrorizado de una historia que la mayoría diría que sólo podría ser inventada. La empresa, que también es propietaria de los periódicos Globe, Star y Sun comenzó a temer ser el objetivo de los terroristas cuando la investigación sobre la muerte de Stevens descubrió esporas de ántrax en el teclado de su computadora y cuando las muestras de tejido tomadas a Blanco resultaron ser las mismas. David Pecker, presidente de AMI, le dijo a New York Post que a Martha Moffett, la bibliotecaria de la empresa, de 67 años, que ya ha sido tratada por pulmonía, le dio positivo su examen de ántrax aunque aún no ha contraído la enfermedad.
Lo que inicialmente fue una preocupante alarma sanitaria se ha vuelto una investigación criminal. Después que los investigadores eliminaron las fuentes ambientales posibles de ántrax, quedó claro que el brote podría no ser una coincidencia. Expertos en materiales peligrosos fueron a Boca Ratón y están conduciendo los exámenes en las oficinas de AMI para descubrir si el ántrax está “manipulado biológicamente”. Cada agente del FBI y cada uno de los expertos recibió una serie de antibióticos antes de llegar a Florida; a la vez, funcionarios con máscaras de gas están indagando en un área cerrada y evacuada dentro de los edificios de la editora. El lunes, cientos de empleados hicieron cola –en medio de un calor sofocante– para testearse si tenían la enfermedad y ser tratados con antibióticos. Además, llenaron cuestionarios que les preguntaban si se habían sentido mal últimamente, dónde trabajaron y cuánto tiempo pasaronen la biblioteca y en la oficina de correo de la empresa. Todos deben regresar para hacerse un examen de sangre y no tendrán los resultados de las muestras que les tomaron hasta dentro de cuatro o siete días.
Kim Morrison, una astróloga del diario, dijo: “Estoy asustada. Desde el ataque, pensamos cuán fácil puede ser contaminar un edificio con algo como el ántrax”. Debra Bottcher, que trabaja en el mismo pasillo que Stevens, dijo: “Al principio pensé que se trataba de un parásito pero todas estas coincidencias son demasiado para mí. Estoy muy preocupada”.
El Dr. Landis Crockett, director del control de enfermedades para el Departamento de Salud de Florida, dijo que es inusual tener dos casos de ántrax tan próximos entre sí y agregó que la responsabilidad de las infecciones la tiene una intervención humana: “La posibilidad de tener dos casos de ántrax es una en un billón”.
AMI está dentro de los tres kilómetros que ocupa el Delray Raquet Club, donde algunos de los terroristas estuvieron este verano y está a casi 18 kilómetros del aeropuerto de Lantana, donde Atta piloteó un avión liviano que alquiló en cuatro oportunidades diferentes durante el mes de agosto. Fuentes de AMI dijo que el FBI había interrogado a los empleados sobre posibles “enemigos”. Dado el contenido de los tabloides semanales, “esa lista puede ser infinita” bromeó uno de los trabajadores. Una de las tapas tenía una foto de Osama bin Laden con la leyenda “Buscado vivo o muerto” con la palabra “vivo” tachada. En el Globe se contaba que el odio de Bin Laden por Estados Unidos empezó cuando fue rechazado por una norteamericana por ser un mal amante. El diario ofrece, por 19 dólares, papel higiénico impreso con la cara de Bin Laden y dice: “Ahora podés borrarle la sonrisa a Bin Laden”.

 

OPINION
Por Blas de Santos

Desteologizar el conflicto

Como frente a otros acontecimientos bélicos del pasado reciente, volvemos a levantar nuestra consigna inicial: la guerra es el problema, no la solución. Frente a la guerra, toda guerra, no se puede ser neutral: hay que rechazarla y condenarla como recurso de realización de cualquier designio humano. Aunque éstos fueran mayoritarios, deseados o, aun, justos. La liviandad con que se asimila la guerra a la continuación de la política por otros medios, oculta la racionalización que le sigue: la política puede justificar la guerra, si a sus medios les propone otros fines. Así como en su oportunidad dijimos que la primera víctima de una guerra era la verdad y por eso rechazábamos el chantaje de alinearnos sucesivamente por Hussein contra EE.UU., o con Milosevic frente a la OTAN, hoy como entonces, tampoco estamos dispuestos a tener que elegir entre teocracia militar o imperialismo (como en el Golfo), limpieza étnica o globalización militarizada (como en la ex Yugoslavia) o, entre el terrorismo de las víctimas y el de sus verdugos. En asuntos de vida o muerte, como son los que implica toda guerra, la ambigüedad es fatalmente complicidad. Por eso pensamos que la guerra no es la prolongación de la política, sino la del terrorismo. El retorno privatizado de una derrota civilizatoria equivalente a aquella que, fijando reglas para la violencia del Estado, la perpetúa en forma “políticamente correcta” en el terrorismo de la guerra entre naciones. Los conflictos que trae la globalización no son causados por los contrastes entre los éxitos y fracasos de su afán por uniformizar el mundo bajo un poder único. ¿Qué diferencia hay entre la actitud de militancia suicida de quienes ofrendan su vida a una causa que los trasciende hasta un más allá y un fuera de sí absolutos, y la doctrina de sus “contrarios”, que ve en sus semejantes un mero recurso de poder para ponerlos al servicio de sus beneficios? Para ambos, la vida de los otros es un medio. Los gestos belicosos recíprocos se acompasan en una contradanza macabra en la que cada uno recibe, a vuelta del odio que proyecta en su enemigo, el malestar sordo que rechaza reconocer en sí mismo. Como siempre que el fantasma de la guerra amenace el derecho a la libre determinación de todos, el Comité No a la Guerra debe autoconvocarse para defenderlo, reclamando, informándose y pronunciándose en contra de la resolución bélica de los conflictos, sean éstos cuales fueran (Medio Oriente, Salta o Colombia). Esto implica un trabajo de historización, politización y desteologización de los conflictos, cualquiera sea el nivel en el que se expresen.

 

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