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GUERRA

subrayado
por Claudio Uriarte

A qué apostar (y a qué no) en la nueva Bolsa de Valores de la guerra


Huntington y Fukuyama. Tras un manto de neblina.

 

 El �choque de las civilizaciones� de Samuel K. Huntington le ha venido ganando al �fin de la historia� de Francis Fukuyama en el mercado de los junk-bonds de la superchería ideológica desenterrada de los sótanos de saldos invendibles por los mesadineristas interpretativos más berretas tras los atentados del martes 11 de setiembre contra Nueva York y Washington. No obstante, los valores Huntington probablemente han llegado a su cenit y un inversor juicioso empezaría a apostar a la segunda opción.
El motivo es sencillo: si el �choque de civilizaciones� pareció quedar literalmente confirmado por el choque de los tres aviones de línea secuestrados por terroristas islámicos contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York y el Pentágono en Washington, el levantamiento general musulmán que Osama bin Laden esperaba lograr de las represalias norteamericanas contra sus provocativos takeovers no se está verificando. Las divisiones dentro del mundo islámico han impedido una ruptura revolucionaria y la alianza internacional contra su red Al- Qaeda remeda las condiciones que permitieron a George Bush padre proclamar en 1990 un �nuevo orden mundial�, basado en la neutralización de la URSS y la cerrazón internacional contra Irak. Incluso, las amplifica hasta el vértigo, con enemigos estructurales como India y Pakistán iniciando un codicioso flirteo de conveniencias bajo las doradas flechas del Cupido americano, y otras potencias todavía más hostiles entre sí como Irán, Rusia, China y Japón involucrándose en relaciones carnales que podrían llegar a escandalizar o por lo menos sorprender incluso al desparpajo y cinismo de un reciente canciller argentino.
Así que, si existiera una Bolsa de Valores de las interpretaciones, o un mercado de futuros de la geopolítica internacional, éstos serían mis consejos:
1 Venda ya (repito: ya) casi todos sus papeles Huntington y recompre los Fukuyama, que están desde hace tiempo muy bajoneados, pero que van a subir, sobre todo cuando la previsible represalia de Bin Laden al contraataque anglonorteamericano a Afganistán galvanice aún más la ya formidable e inédita coalición internacional contra el villano: la ilusión del fin de la historia después de todo se reduce a eso, a que se acaba con el último malvado y después de eso todo será dulzura y luz.
2 Despréndase sin demora de todos (repito: de todos) los títulos que pueda tener en Alvin Toffler, Thomas Friedman y el resto de charlatanes incontinentes que no se cansan de predecir el reemplazo de las balas por los bits y los bytes: va a haber muchas balas en los meses que se vienen y, aunque también habrá bits y bytes (por la faz electrónica de la guerra), los mixes más seguros de inversión serán en acciones de compañías militares serias (que se ocupan tanto de balas como de bits y de bytes), como Raytheon o General Dynamics, en lugar de aportar a los derechos de autor de futurólogos irresponsables, o a demagogos del mediopelaje intelectual como Paul Kennedy, que quién sabe qué estará diciendo ahora acerca de la �sobreextensión imperial� del poder americano, y cuya profesión es ofrecer agradables generalizaciones simplificadoras para que los que saben un poco crean que lo entienden todo. (Ni hablar del profesor Anthony Giddens de la London School of Economics, cuya Tercera Vía ya no se sabe si ha cerrado filas con la Fuerza de Reacción Rápida que la Unión de Defensa Europea prepara en forma inminente desde hace por lo menos 10 años, o si quedó aplastada en la irrecomponible caja negra del cuarto avión desviado, el que se estrelló en el descampado en Pennsylvania.) 
3 Ultimo pero no menos, despréndase de cualquier inversión en guerreros fríos ultraanticomunistas del estilo de la época de Reagan (abundantes en la administración de Bush hijo, por otra parte), y que ensu época lograron la notable proeza de causar la implosión de una superpotencia seria y responsable como fue la Unión Soviética para reemplazarla con gente como Osama bin Laden. Incidentalmente, Vladimir Putin y sus intentos de reconstruir una especie de URSS no son una mala opción, siempre que se la encare con prudencia, paciencia y mentalidad de mediano plazo.
El egoísmo intrínseco de la especie humana me inclinaría a detener mis consejos en este punto, pero la moral, el instinto de decencia y de fair play, y �not least� el miedo a ser acusado de insider trading me obligan a advertir que los bonos Fukuyama distan de ser el fin de la historia (de la historia financiera, digo), aunque puedan ser excelentes cosechas de corto plazo. El punto es que la unidad y el amor universales son un espejismo que sólo un monstruo de película gótica como Bin Laden puede posibilitar �y se evaporarán apenas desaparezca el personaje�, y que dentro de la sinfonía coral universal contra el terror hay algunos que dirigen y ejecutan y otros que meramente siguen la letra y marcan el paso. Antes que nada, Estados Unidos y Gran Bretaña son los únicos que participan directamente de la operación, han sustituido de facto a la OTAN y son de lejos los primus inter pares. Sin embargo, y si se los mira bien, ellos son sólo los picos emergentes de una nueva alianza mundial de poder que se está formando, cuyo hilo conductor y primera línea de vertebración organizativa es la red de espionaje mundial Echelon que integran, además de Estados Unidos y Gran Bretaña, Canadá en América del Norte y Australia y Nueva Zelanda en Oceanía. Israel y Turquía en el Mediterráneo, y Ucrania, Georgia y Armenia en el Mar Negro pueden ser importantes auxiliares ad hoc de esta alianza, pero no miembros plenos.
Vale decir, está surgiendo de una diagonal anglosajona de poder noratlántico y surpacífico (donde el islamismo amenaza con la desintegración de Indonesia, Filipinas, quizá China) cuya misma exclusividad, carácter excluyente y economía de miembros potencia la eficacia de las misiones a emprender en defensa de sus intereses comunes, en medio de una homogeneidad cultural reforzada por el carácter insular que comparten todos sus integrantes. Huntington podrá aprovechar el dato para reflotar su teoría racista del choque de civilizaciones, pero la verdad es más practica y banal: que la OTAN se ha vuelto demasiado grande y que, como al albatros de Baudelaire, �sus alas de gigante le impiden volar�. Osama bin Laden no motivó esta nueva alianza, pero sus acciones están precipitando su materialización.

 

 

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