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LA NUEVA MUESTRA DE PINTURAS DE GERMAN GARGANO
De materiales espirituales

La fuente principal de la nueva obra del pintor �además de la poesía y la música� es, precisamente, la pintura.

Por Fabián Lebenglik

Germán Gargano (Buenos Aires, 1953) está absolutamente compenetrado con la pintura. Es capaz de sostener conversaciones puramente abstractas sobre la materialidad de la pintura, la composición, la tradición del arte occidental, los efectos del color, la noción de volumen... y su obra es una derivación directa de esa pasión por pintar. Comparte la pasión –y la integridad– de sus maestros, Carlos Gorriarena –con quien se formó– y Luis Felipe Noé: especialmente la pasión por el color.
Pero su obra también está contaminada de literatura, cine y música: en todos sus cuadros surge una combinación de fuentes múltiples y al mismo tiempo específicas: cierto poema, tal película, determinado concierto. Cada cuadro es un conjunto de gestos, figuras y manchas que entran en combustión combinatoria.
En 1991 Gargano fue el segundo artista argentino en ganar la Beca PollockKrasner, otorgada por la Fundación que se formó con el legado que dejaron Jackson Pollock y su esposa, la también artista plástica Lee Krasner. Ese mismo año el Museo Nacional de Bellas Artes compró su pintura El Réquiem, con la ayuda de la Fundación Antorchas y de la Galería CDS de Nueva York, en la que exhibe regularmente.
También en 1991 realizó el mural cerámico Santuario (de cinco metros de largo por un metro veinte de altura), para la estación Pueyrredón de la línea B de subterráneos y fue invitado a participar en la Bienal de Cuenca, Ecuador.
Después de formar parte de la muestra La otra cara (diez artistas argentinos y alemanes, en Kassel, Alemania, en 1993) y de realizar una decena de exposiciones individuales y colectivas en Estados Unidos, presentó una gran muestra en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires a fines de 1996.
En los últimos años sigue exhibiendo regularmente en EE.UU. y participa del Salón Nacional de Artes Plásticas, del Salón Nacional de Mar del Plata, de la muestra Arte, desaparición y memoria (1999) y Arte y Cultura del Siglo XX (2000), en el Centro Cultural Recoleta.
Durante estos días presenta una nueva exposición de pinturas en donde nuevamente estalla el color aunque se distinguen dos series de manera clara. Por una parte una serie más cargada, en donde la clave compositiva consiste en sumar elementos hasta el barroquismo, y por la otra, una serie más despejada visualmente, más liviana, menos cargada de materia, pero compositivamente más caótica.
Siempre actúa el tiempo como factor de asentamiento de la imagen. Gargano utiliza el tiempo para evaluar la resistencia de una imagen, para esperar a ver qué pasa, cómo “crece” una pintura, cuándo está terminada.
La serie más barroca responde al interés del artista por pintar en relación con la tradición: dos de los cuadros se derivan de la genealogía artística religiosa: Tras el ocaso y El cielo por asalto (donde se reconocen, entre otras fuentes, los Entierros de Courbet o de El Greco). En estas obras, en las que la religiosidad pasa a ser una derivación de la historia del arte, Gargano combina bloques de figuras o simbolismos tomados de esa historia para llegar a una composición de gran barroquismo, con múltiples núcleos de atención.
“En mi obra –dice el pintor–, cuando pinto un Réquiem o cuando tomo elementos de cuadros célebres de la pintura religiosa, no se trata de misticismo ni de religión, tal vez sí de un sentido de religiosidad o, más apropiadamente, de espiritualidad, en el sentido de Kandinsky.”
Padre e hijo –cuadro surgido de un poema de Goethe– responde al interés del pintor por pintar la noche, no sólo su misterio, sino también su luz.
La pintura de Gragano no es necesariamente narrativa. Por el contrario, la narración se disuelve, porque las formas de la escena evocada se adivinande a poco: aparecen de la combinación de manchas y gestos, a través de la masa vibrante de color y de la mayor o menor densidad de materia.
Así como el paso del tiempo le permite al pintor tomar distancia y decidir cuándo dar por finalizada una obra, también el azar interviene de manera objetiva: “Cuando pintaba este cuadro –señala Gargano– un rayo de sol se filtraba sobre la tela y a las diez de la mañana le daba a acá arriba. Media hora después el rayo estaba acá abajo... entonces pinté esas manchas de luz, como calcándolas directamente y eso terminó teniendo sentido, dándole un ritmo especial al cuadro”.
En cuanto a la serie más “liviana” –por la menor carga de materia–, presenta zonas amplias de color y un tratamiento más gestual. “El cuadro relacionado con el poema de Goethe es parte de una serie que estoy pintando sobre la noche y lo nocturno. A veces pinto con una idea previa y a veces son mis amigos o la gente que viene al taller quienes descubren las relaciones secretas de un cuadro con alguna otra cosa. Me pongo a ver un poco si esa relación es productiva para la obra y descubro yo también que ese cruce tiene todo que ver con esa pintura.” Las dos series que Gargano presenta en su nueva exposición están relacionadas por algunos elementos formales notorios. En varios de los cuadros de la serie de menor densidad de materia pictórica, también se esboza un principio ordenador y compositivo derivado de aquella otra serie barroca. En la obra Sitio -entre otras–, las piernas de Cristo se estilizan y pasan a ser una marca vertical, vaciada del sentido simbólico que esa figura tiene ante la procesión de manchas y “personajes” que aparecían en la primera serie, de modo que dividen la obra en dos, generando una extraña simetría. (Galería Sylvia Vesco, San Martín 522, 1º 4, hasta el 17 de noviembre.)

III Feria de Córdoba

El 31 de octubre se inaugura Arte Córdoba 2001 en el Jockey Club de Córdoba (avenida General Paz y Colón), tercera edición de la feria de galerías más importante del interior del país, que se desarrollará entre el 1 y el 5 de noviembre, con la participación de galerías cordobesas, nacionales y extranjeras. Organizada por la Asociación Civil Arte Córdoba, la Feria contará, además, con espacios dedicados a la escultura y al arte emergente. Estarán presentes Ruth Benzacar, Van Eyck, Forma y The Pictorial Bardon Group, entre otras galerías porteñas; el Museo de Arte Latinoamericano de Miami, Forma Internacional y Galeriazul de Felipe Covarrubias (México); y las cordobesas Juan Canavesi, Cuix Art, Marchiaro, Praxis Córdoba, Sonia Leavy y Goldberg Arte Argentino. Además, participará el Centro Cultural Rougés (Tucumán) y la Secretaría de Cultura de La Rioja. La Asociación Argentina de Galerías de Arte también tomará parte de la feria a través de sus galerías asociadas Aldo de Sousa, Alvaro Castagnino, María José Granillo (Córdoba) y Vía Margutta (Córdoba). El espacio de arte emergente será curado por Laura Batkis, que presentará a Arguibel (Beto De Volder y Melina Scumburdis, Duplus (María Guerrieri), Quitapesares (Silvia Gurfein), Belleza y Felicidad (Nicolás Domínguez Nacif, Nahuel Vecino), Sonoridad Amarilla (Mario Bortolini, Benito Laren), Juana de Arco (Andrea Cavagnaro, Leticia El Halli Obeid), Braga Menéndez/ Schuster Arte Contemporáneo (Claudia Mazzucchelli, Andrés Sobrino, Elsa Soibelman, Chino Soria). El capítulo Alternativa Córdoba será curado por Alberto Ligaluppi, con los invitados Azul de Tocar, Apeiron Zool, Tomás Alzogaray, Casa 13, Matías Zanotti. También participarán las revistas especializadas Arte al día, Arte y Antigüedades, Arte y Parte (España) y Ramona.

“BLANCO Y NEGRO”, DIBUJOS DE ANDREA MARSICANO
Trazos de tensiones y contrastes

Por F. L.

Andrea Marsicano (Buenos Aires, 1956) se formó desde muy joven con Demetrio Urruchúa. A los 22 años participó del taller del dibujante Alfredo Martínez Howard. Egresó de la Escuela De la Cárcova a comienzos de los ochenta, especializándose en una de las vertientes más urbanas y políticas de la pintura: la pintura mural. Durante 1984 y 1985 estudió pintura con Carlos Gorriarena.
Participó en numerosos salones oficiales y privados, como el Salón de Santa Fe (1878) y el Premio Braque de Dibujo (1980 y 1984). Ganó, entre otros, el tercer premio del concurso de croquis sobre ballet del Teatro Colón en 1984 y el primer premio del I Concurso en el Teatro Cervantes de 1986. El año pasado formó parte de una muestra por los derechos humanos en el Centro Recoleta y fue seleccionada para el Salón Municipal Manuel Belgrano del Museo Sívori.
La muestra individual que presenta en estos días en el Centro Cultural Recoleta consiste en una selección de una veintena de dibujos en tinta y carbón sobre papel, realizados en los últimos cinco años, en los que los contrastes y tensiones del trazo remiten a la tradición del dibujo académico y el dinamismo espontáneo del croquis.
De lo individual a lo colectivo, de los íntimo a lo social, los dibujos de Mariscano explicitan su sentido en los títulos: Ultimo baile, El abrazo, La fuga, ¿Adónde vamos?, La cruz, Jeroglífico amoroso, Apocalipsis, Insomnios, Operación secreta, entre otros. Las imágenes y las palabras van dando cuenta de escenas evocadas en las que se entrecruzan un sentimiento trágico y la temática amorosa. En algún caso lo trágico y lo amoroso se consuman separadamente, en algún otro, conviven en una misma obra.
Con idéntica intención, la dibujante insiste en resaltar y explicitar los contrastes y las tensiones de sus trabajos y su técnica en la serie metafórica Blancos y negros, la cual termina por dar título a toda la muestra. (Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, hasta el 4 de noviembre.)

 

 

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