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Washington ve fantasmas en la Triple Frontera

Un diario con buenos contactos con el Pentágono publicó que la organización de Bin Laden estaría operando en la zona. Tanto la Side como la policía lo niegan.

La Triple Frontera atrajo la atención de multitud de servicios.
Los argentinos relativizan la informa-ción de los norteamericanos.

Por Raúl Kollmann

“La organización Al-Qaeda, que conduce Osama Bin Laden, estaría operando en la zona de la Triple Frontera, de acuerdo a la información que maneja la administración de George Bush. Se evalúa la posibilidad de crear un comando global para hacer operaciones en la zona.” Este diagnóstico fue publicado ayer por el diario Washington Times, ligado a la secta Moon y con buenos contactos en la Casa Blanca y el Pentágono. Sin embargo, las autoridades de seguridad argentinas tienen una mirada completamente distinta: “No hay operaciones ni simpatizantes de Al-Qaeda en la Triple Frontera. Sí, en cambio, de Hezbollah, la organización fundamentalista libanesa, a la que le envían apoyos económicos y es posible que también le consigan documentos falsos”, le dijo a Página/12 un hombre de la Brigada Antiterrorista de la Policía Federal, que coincide en esa evaluación con los especialistas de la SIDE.
La nota en el Washington Times es parte de una sucesión de mensajes y trascendidos que han salido de la administración Bush después del 11 de septiembre. En Washington se dice que ahora no se quiere abrir otro frente, pero que después de Afganistán la mirada estará puesta en Irak, Libia, Irán, Sudán, la Triple Frontera, la zona del Chuy –entre Uruguay y Brasil– y también Colombia, en donde hablan del narcoterrorismo.
El tema de la Triple Frontera acapara atención desde el gobierno de Carlos Menem. Entre otras cosas porque se cree que quienes perpetraron los atentados contra la AMIA y la Embajada de Israel partieron de esa zona. Además, en particular Ciudad del Este, es el sitio al que llevan buena parte de los autos robados en la Argentina y desde donde ingresa una porción del contrabando y armas baratas que usan después los delincuentes. Se habla también de drogas y dinero falso.
Para la Unidad Antiterrorista y la SIDE el diagnóstico es el siguiente:
u No hay operaciones de grupos terroristas en la zona, ni de Al-Qaeda ni de ninguna otra organización. Esto significa que allí no se entrenan con armas, ni se practican atentados con explosivos ni hay una actividad preparatoria de ataques en otros lugares.
u Hay alguna evidencia de que se utiliza la zona de la Triple Frontera como abastecedora de pasaportes y documentos falsos. En mayo, la policía paraguaya detuvo a un libanés con siete pasaportes. El hombre quedó en libertad a las 48 horas.
u Hay algún indicio de que la región sirvió de refugio a algún terrorista que se tenía que “guardar”, o sea que venía escapando de la persecución de la policía de algún país. Allí, al amparo de la enorme comunidad islámica, se habría tomado un descanso.
u No hay registros de ninguna célula u organización relacionada con Bin Laden. En cambio sí se registran grupos que apoyan a Hezbollah, la organización libanesa que lucha contra Israel, y también se menciona que hay envío de fondos para esa organización desde la Triple Frontera. Por otro lado, también se registran viajes a Pakistán –tal vez uno o dos por año–, pero sin ninguna actividad terrorista posterior.
Este diagnóstico es el que sirvió de base a la Cancillería para que ayer manifestara que “la versión del Washington Times es arriesgada. Habrá que esperar que el Departamento de Estado nos entregue pruebas. No nos podemos guiar por los diarios”.
Según los funcionarios de inteligencia argentina, la preocupación por la actividad en la Triple Frontera derivó en una superpoblación de agentes e informantes en la zona, al punto que éstos le venden los mismos datos a cada uno de los servicios que operan allí. En ese ambiente, casi no hay espacio para ningún fundamentalista.
Por último, las propias autoridades paraguayas están encarando una curiosa actividad antiterrorista. A los comerciantes que ayudan a financiar a Hezbollah los allanan cada dos días, secuestrándoles los CDtruchos, los electrodomésticos de contrabando, la ropa de marca falsa y toda la mercancía invariablemente irregular que comercializan. De esa manera, los afectados sufren un grave perjuicio económico y se dan cuenta de que las cosas van en serio. El resultado es que varios de estos grupos de apoyo a movimientos islámicos se están mudando a Iquique, en Chile, y a San Pablo, en Brasil. Es que, bien mirada, la actividad ilegal en la Triple Frontera es la que sirve de base para que pase de todo y, en ese contexto, se disimula el respaldo a los terroristas. En contrabando, drogas y otras ilegalidades se mueven miles de millones de dólares por año para beneficio de los delincuentes y también de los múltiples bancos que operan en la zona. Entre ellos, por supuesto, también bancos norteamericanos.

 

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