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La causa por sobornos se cae con el viejo Senado

Los fiscales de la causa visitaron a la comisión investigadora de narcolavado y expresaron
su temor de que la causa
fuera cerrada antes de que los involucrados pierdan sus fueros.

Fiscal Eduardo Freiler, quien con su colega Federico Delgado visitó ayer la comisión investigadora de lavado de dinero.

Por Felipe Yapur

“La causa por sobornos en el Senado está pronta a ser cerrada.” La frase la pronunció el fiscal Eduardo Freiler durante el encuentro que junto a su colega, Federico Delgado, mantuvieron con los integrantes de la comisión investigadora sobre lavado de dinero. “No podemos entender cómo un juez puede decir que el soborno existió y no puede encontrar a los responsables”, dijeron casi a dúo en obvia referencia al juez que entendió en la causa, Gabriel Cavallo, y que el martes fue ascendido a camarista por el Senado con el voto de varios los legisladores que están involucrados en la causa.
Si bien los funcionarios reconocieron que “todavía hay prueba por reunir”, también expresaron su temor por el probable cierre definitivo de la causa antes de fin de año. De ser así, la mayoría del grupo de senadores sospechados se verían beneficiados justo en el momento que abandonan sus bancas, pero sobre todo sus fueros.
Freiler y Delgado aseguraron que aún resta realizar al menos 25 pruebas antes de que el nuevo juez que entiende en la causa, Rodolfo Canicoba Corral, tome alguna determinación. Los funcionarios destacaron, por ejemplo, que faltaría realizar una investigación exhaustiva del patrimonio de los senadores sospechados, de sus colaboradores y de otras personas vinculadas a la causa y de las cuentas secretas que tiene la Side –la repartición desde donde habrían salido los fondos para las coimas– en el Banco Nación.
Los fiscales llegaron a la comisión por pedido de la diputada y senadora electa por Santa Cruz, Cristina Kirchner, quien hace una semana solicitó la incorporación del caso de los sobornos en el Senado en el futuro informe final de la comisión antilavado. Con el consentimiento del Procurador General, Nicolás Becerra, los funcionarios se sentaron frente a la casi totalidad de miembros del cuerpo que preside Elisa Carrió.
Una vez que el encuentro finalizó, Carrió adelantó que en el informe final sobre lavado de dinero, que se presentará el próximo 9 de noviembre, se buscará también identificar la “responsabilidad institucional” que existió en los sobornos.
La titular de la comisión antilavado apuntó hacia lo más alto del gobierno –el presidente De la Rúa– al calificar como “una verdadera confesión política” el “ascenso de Alberto Flamarique a secretario de la Presidencia” seis meses después de la aprobación de la ley.
El escándalo provocó una verdadera crisis en el gobierno aliancista que salpicó al propio presidente Fernando de la Rúa, y que derivó en un cisma en la Alianza cuando su entonces vicepresidente, Carlos “Chacho” Alvarez renunció al cargo un día después de que Flamarique –uno de los funcionarios sospechados de haber participado en el caso– abandonara el Ministerio de Trabajo para convertirse en un estrecho colaborador presidencial.
Todo comenzó cuando el titular de la CGT rebelde, Hugo Moyano, dijo el 29 de marzo del año pasado en el Senado que el propio Flamarique le había asegurado que los senadores no iban a ser un obstáculo en la sanción de la polémica norma: “Para ellos tengo la Banelco”, asegura el sindicalista que le dijo el ex funcionario, quien por otra parte siempre lo desmintió.
Tres meses más tarde, y ya con la ley aprobada, el senador Antonio Cafiero presentó una cuestión de privilegio para que se investigue la veracidad de las versiones periodísticas que había al respecto: “Tengo certezas pero no pruebas”, aseguró el veterano legislador. El propio Alvarez, durante una reunión de labor parlamentaria del 16 de agosto, hizo leer fragmentos de un anónimo donde se describe con pelos y señales la presunta ruta de la coima. El escándalo ya no se pudo frenar.
La causa recayó en el ex juez Carlos Liporaci que en muy poco tiempo pasó de anunciar que había pruebas de la comisión del delito a dictar la falta de mérito de los senadores sospechados. Tras su renuncia, la causa la tomó el juez Cavallo.
Los fiscales Freiler y Delgado intentan ahora que Canicoba Corral acceda a profundizar la investigación y así alejar la posibilidad de que ésta termine archivándose.

 

OPINION
Por Fernando Melillo*

Por qué se enfermó el Frepaso

El Frepaso se gestó en función de la intransigencia ética, la renovación política y con vocación transformadora en lo económico-social. Esta esencia convocó en su momento a mucha gente que sintió agotada su pertenencia a las fuerzas tradicionales en algunos casos, o la lucha marginal y solitaria, en otros. Partiendo de estas bases, el Frente logró en pocos años tener más presencia institucional que cualquier otra tercera fuerza desde el retorno de la democracia. Sin embargo ese poder, en la medida en que no sirvió en el plano nacional para vehiculizar los objetivos originales, lo hizo entrar en una indiscutible crisis.
Esta crisis se debe, entre otras cosas, a errores políticos cometidos y a deficiencias en su construcción. Sin embargo, y paradójicamente, el Frente se enfermó porque goza de “buena salud política” ya que sus dirigentes y militantes no son inmunes a la falta de cumplimiento político y programático del gobierno del presidente De la Rúa y a la evidente desaparición de la Alianza que en 1999 llegó al gobierno nacional.
A diferencia de las fuerzas políticas tradicionales capaces de cualquier adaptación en función de meras estrategias de permanencia en el poder administrativo del Estado, los que somos y fuimos militantes del Frente hemos sido parte de una fuerza que orgullosamente muestra que no es apta para la aplicación de cualquier política. Por eso sucede lo que sucede a nivel nacional y no ocurre lo mismo donde el Frente gobierna y cumple sus compromisos, como –por ejemplo– en la ciudad de Buenos Aires.
Las últimas elecciones han puesto de manifiesto que la sociedad es consciente de esto y que su salud política también está a salvo. El retiro del voto al Gobierno Nacional es un claro síntoma de que no tolera cualquier política, menos aún la misma política que toleró durante diez años de menemismo. El llamado “voto bronca” es expresión de que no se banca más la hipocresía, la falta de ideas y proyecto de aquellos que han dejado de hacer un esfuerzo por sacar adelante el país y se han dedicado al juego de camarillas y a la puja por el interés personal.
Años de retroceso de la Nación, de las condiciones de vida de nuestro pueblo y de fracasos de las alternativas populares, se explican no sólo por las “grandes virtudes” de los sospechosos de siempre, sino también por las deficiencias de aquellos que pensamos que “otra Argentina es posible” y que se puede construir un país diferente.
Todos los que fueron y los que somos del Frepaso, y del Frente Grande en particular, debemos ser –dentro de este amplio campo de lo nacional y popular– los que hagamos la revisión más profunda, justamente por haber sido los que habíamos generado más expectativas y esperanzas en la sociedad.
Si queremos construir una alternativa sólida al pensamiento único y al bloque conservador, todos los que formamos parte de las expresiones del campo popular y progresista tenemos que asumir que hay que reunir una muy importante masa crítica de cuadros y dirigentes sociales, políticos y sectoriales. Que es necesario compartir entre todos un sistema de ideas generales, pero también de propuestas específicas, operables y prácticas. Y que, finalmente, es vital saber conjugar todo esto con la presencia de figuras públicas que concitan niveles de adhesión y representatividad que permitan recrear una esperanza.
De esta crisis debe surgir una contribución a un sinceramiento general del tablero político. Como partido que se asume popular, el Frente sólo saldrá adelante si es capaz de recuperar su autonomía, aprender de sus errores y perseverar en la construcción de una verdadera alternativa para salir de la Argentina de la “alternancia para lo mismo”.

* Diputado nacional, Frepaso.

 

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