| Por Irina Hauser   Me temo que no todo lo 
        que voy a decir les va a gustar, provoca antes de las preguntas, 
        mientras se calza con elegancia anteojos de vidrios amplios. Jorge Bacqué 
        no ostenta rastros de su paso por la Corte Suprema en el pequeño 
        estudio de su casa donde recibe a Página/12. Allí lo acompañan 
        papeles amontonados, cuadros, un viejo tocadiscos, un libro de paisajes 
        mexicanos y un Código Penal de tapa dura roja. No se puede 
        decir que el fallo de la Corte sea arbitrario, dice sobre la resolución 
        que al beneficiar a Emir Yoma permitió la liberación de 
        Carlos Menem. Sin embargo, matiza, está convencido de que hubo 
        un exceso del tribunal para amoldar el fallo al ex presidente. Y 
        añade una preocupación: Con la teoría de la 
        Corte se termina la investigación sobre la venta de armas. Bacqué, 79 años, fue ministro del alto tribunal hasta que 
        Menem decidió multiplicar el número de supremos de cinco 
        a nueve para armar una mayoría propia. Cada tanto, cuenta, asesora 
        en la presentación de recursos ante la Corte. Pero ya no 
        tengo muchas ganas de trabajar, confiesa. Escapa, a cada instante, 
        a las definiciones abiertamente políticas. Que el resultado 
        al que llegó la Corte no me guste, es otra cosa, dice.
 Lo que hace el fallo, en principio, es una apreciación distinta 
        de la que hizo la Sala II de la Cámara Federal señala. 
        Pero no se puede decir que sea un fallo arbitrario o equivocado. En rigor, 
        sobre la figura de la asociación ilícita hay muchas opiniones 
        e interpretaciones, hay doctrina para un lado y doctrina para otro. Lo 
        que dice la Corte es que los requisitos que exige la ley para que haya 
        asociación ilícita no aparecen en lo que hubiese podido 
        hacer Yoma. Mientras que, al revés, la Cámara al confirmar 
        la sentencia del juez Jorge Urso dice que sí están presentes. 
        Cualquiera de las dos versiones puede ser aceptada.
 Si usted fuera ahora ministro de la Corte, ¿qué hubiera 
        dicho en su voto sobre la situación de Yoma y Menem?
 Estaría más de acuerdo con la interpretación 
        de la Cámara. Su fallo, si bien restringía la libertad de 
        Yoma, era la confirmación de que podía seguir la investigación 
        en el juicio oral. Con la teoría de la Corte se termina la investigación 
        sobre la venta de armas. Además, cuando la Cámara confirmó 
        el fallo de Urso, no dictó una sentencia definitiva, era un acto 
        interlocutorio que tendría remedio en algún momento en el 
        juicio. La Corte dijo que había sentencia definitiva porque el 
        daño de la restricción de la libertad es irreparable, algo 
        que también es razonable. Pero me parece que había suficiente 
        razón como para que la investigación siguiese.
 ¿Hubo per saltum, es decir, la Corte salteó instancias 
        a propósito?
 No puedo asegurar que sea así. Creo que los ministros Gustavo 
        Bossert y Enrique Petracchi tuvieron razón al decir que faltó 
        pasar por la Cámara de Casación. Pero, suponiendo que sea 
        per saltum ¿qué mal habría? Cuando yo era ministro, 
        Petracchi fue el primer partidario del per saltum. Yo me opuse. Me parecía 
        incluso inconstitucional porque tenía que haber sentencia definitiva 
        para llegar a la Corte. Pero hoy en día el per saltum es moneda 
        corriente, es una institución que en Estados Unidos se acepta. 
        Ocurre es que en Argentina es totalmente ajena al sistema.
 ¿Acuerda con el criterio de que no puede haber falsedad ideológica 
        de decretos del Ejecutivo, como plantearon seis ministros del alto tribunal?
 Antes que nada, me llama la atención que la Corte se pronuncie 
        sobre la falsedad ideológica cuando la sentencia apelada no la 
        menciona, cosa que parece razonable porque Yoma no era funcionario. Me 
        parece que hubo un exceso de la Corte. Lo habrán hecho para abrirle 
        la puerta a Menem. Pero creo que con el argumento de la falta de tipificación 
        de la asociación ilícita hubiera bastado para liberar a 
        Menem, lo demás parece un agregado. En cuanto a la falsedad ideológica 
        de los decretos creo, aunque tendría que pensarlo mejor, que la 
        argumentación de los ministros no es un disparate. El lenguaje 
        de órdenes no es susceptible de ser falso overdadero. Si se entiende 
        que un decreto es una orden, no puede ser ni falso ni verdadero. Ahora, 
        si digo que los decretos no son sólo la parte dispositiva y hay 
        que analizarlos en contexto dado que un cargamento que tenía un 
        destino fue enviado a otro, podría ser diferente.
 El presidente de la Corte, Julio Nazareno, ha dicho que no hay ningún 
        tribunal supremo que carezca de componente político. Y algo similar 
        dijo Corach la semana pasada. ¿Puede abstraerse la Corte del plano 
        político?
 Lo que le puedo decir es que mientras yo fui ministro nunca tomé 
        en consideración las cuestiones políticas, y que ningún 
        funcionario nunca me pidió nada. Creo, aunque no lo puedo asegurar, 
        que a mis colegas de entonces tampoco nadie les pidió nada. Le 
        doy un ejemplo, la Corte en que yo estaba declaró la constitucionalidad 
        de la Ley de Obediencia Debida, y yo declaré en disidencia la inconstitucionalidad. 
        Personalmente creo que lo que tiene que hacer un tribunal es aplicar la 
        ley, y dentro de ella los ministros pueden dar prioridad a sus convicciones 
        morales, preferencias personales o al dolor de muelas que tenga en ese 
        momento. Dentro de lo que la ley permite, la función del tribunal 
        es hacer justicia.
 La realidad es que cuando usted renunció a la Corte fue porque 
        se veía venir la conformación de la mayoría automática 
        menemista, después de la ampliación del número de 
        miembros del tribunal de cinco a nueve.
 Yo veía venir dos cosas: creía que Menem iba a nombrar, 
        efectivamente, a cinco personas de su confianza. Debía nombrar 
        cinco porque José Severo Caballero había renunciado. Yo 
        iba a poder hacer muy poco en esa Corte. Pero además, trabajar 
        en un tribunal colegiado es una cosa muy difícil, complicada, incómoda 
        y a veces hasta peligrosa. Yo pensé que no iba a estar cómodo, 
        no renuncié por una cuestión de egoísmo civil. Me 
        parece que en buena medida acerté. Por ejemplo, yo hubiera estado 
        en contra en temas de privatización. Obviamente mi ideología 
        general, que es liberal, no iba a coincidir con la de la mayoría. 
        Tengo un trabajo que muestra cómo cambió la jurisprudencia 
        de la Corte en el primer año de la nueva Corte. Pasa a ser una 
        Corte más conservadora y menos garantista.
 ¿Qué opina del tramo del fallo favorable a Yoma y 
        Menem que compara la actividad de los jueces con la represión ilegal 
        de la dictadura?
 Me parece inadecuado, porque la Corte da una especie de instrucción 
        a los tribunales inferiores que no le agrega ni le quita nada a la resolución 
        que libera a Yoma. Si ese considerando no hubiera existido, el desprocesamiento 
        de Yoma hubiera estado igualmente fundado. Me parece que es muy peligroso 
        dar una instrucción que en el fondo lo que dice es mire, 
        usted cuando se trate de funcionarios públicos, de gente relevante, 
        cuídese mucho. Yoma no era funcionario. Igualmente, los tribunales 
        ya saben que se tienen que cuidar, pero tienen que hacerlo no solamente 
        cuando hay funcionarios públicos involucrados. Por otra parte, 
        cuando se trata de funcionarios tendrían que ser mucho más 
        severos que cuando son simples ciudadanos porque la responsabilidad es 
        mucho mayor.
 ¿Qué se puede esperar de ahora en más de la 
        Justicia?
 Tengo confianza en que los jueces sigan actuando de acuerdo a su 
        conciencia y que hagan lo que les parezca correcto. Sé que algunos 
        lo harán y otros no, hay jueces buenos y jueces malos. Y aún 
        suponiendo que la mayoría sean buenos, la fama de los malos se 
        derrama sobre los buenos.
 ¿El fallo de la Corte favorece la corrupción?
 Me parece que no. Habitualmente las sentencias judiciales o las 
        leyes severas ni favorecen ni perjudican a la corrupción, me parece 
        que la corrupción es una cosa ajena. Si ahora aumentan las sanciones 
        para quienes matan a policías, no por eso van a matar a menos policías. 
        Es una cuestión de convicciones y de educación.
 ¿Los ministros Julio Nazareno y Adolfo Vázquez debieron 
        haberse apartado del tratamiento del expediente por su amistado con Menem?
 Jurídicamente no estaban obligados a excusarse. La ética 
        es una cuestión subjetiva. Si yo hubiera sido íntimo amigo 
        de Yoma o hubiera tenido trato frecuente con él, me hubiera excusado.
 ¿Imaginó que el voto que cosecharía la mayor 
        parte de las adhesiones sería el que escribió el ministro 
        Augusto Belluscio?
 No me consta que sea el voto de Belluscio, pero si fue así 
        a mí me extraña. A Belluscio no lo veo como un hombre afecto 
        a hacer esas advertencias a los jueces, y creo que no se le hubiera escapado 
        que no tenía por qué mencionar la falsedad ideológica. 
        Es muy inteligente.
 ¿La figura de asociación ilícita podrá 
        seguir aplicándose sin obstáculos a funcionarios de un gobierno 
        después de este fallo?
 Esos funcionarios, según la Corte, tendrían que ponerse 
        de acuerdo previamente para realizar organizadamente acciones delictivas 
        genéricas, no una sola acción. Hay otros tratadistas que 
        creen que no se requiere una generalidad tan amplia. Supongo que la asociación 
        ilícita será difícil de probar, de hecho la mayoría 
        de los delitos no se prueban, ni se castigan. No soy experto en derecho 
        penal, pero las dos visiones parecen razonables. Que el resultado al que 
        llegó la Corte no me guste, es otra cosa.
 |