Por Santiago Rodríguez
Lo de (Aníbal)
Ibarra sí, el resto está por verse. Como decían
ayer a su alrededor es, en rigor, como podría definirse el escenario
previo al congreso nacional que hoy realizará el Frente Grande,
aunque anoche el jefe de Gobierno porteño tenía encaminado
algo más que su consagración como sucesor de Carlos Chacho
Alvarez en la presidencia de ese partido. Una, la posible aceptación
de Juan Pablo Cafiero para ocupar la vicepresidencia partidaria, lo cual
ayudaría a contener a todos los sectores que conviven por estos
días dentro de esa fuerza. Otra, el consenso de la mayoría
de los congresales con un documento en el que se marcará que el
Frente Grande no es parte del gobierno nacional y que debe recuperar los
principios sobre los que se erigió no hace mucho y que lo convirtieron
en una esperanza para el electorado de centroizquierda.
La elección del jefe de Gobierno porteño como presidente
del Frente Grande en el congreso que deliberará en el Hotel Bauen
la acreditación de los 393 congresales de todo el país
comenzará a las 9 está resuelta, en verdad, desde
hace tiempo: todos en la fuerza aun aquellos que se mantienen fieles
a Alvarez admiten que debe ocupar ese lugar por ser el dirigente
que está en el lugar de gobierno más relevante en la actualidad.
La apuesta de Ibarra al hacerse cargo de la conducción del Frepaso
no es menor: tendrá que reemplazar a Chacho, quien por años
ejerció un liderazgo indiscutido entre los frentistas; un liderazgo
tan fuerte y personal que tras su alejamiento de la política dejó
a la fuerza sumida en una crisis y un estado de atomización que
todavía hoy continúa. Lo que Ibarra tiene por delante es
remontar esa situación, a partir de la organización del
Frente y la institucionalización de sus ámbitos de debate,
o un fracaso.
Siente que está frente a un desafío, pero está
tranquilo y muy enchufado, confió ayer a Página/12
una persona que pasa varias horas al día al lado de Ibarra. La
misma impresión se llevaron los diputados escindidos de la Alianza
que el lunes pasado lo visitaron en su despacho, en el marco de las consultas
que el jefe de Gobierno porteño realizó con todos los sectores
frentistas de cara al congreso. Entre los dirigentes con los que Ibarra
habló personal o telefónicamente figuran, además
de los diputados rebeldes, Darío Alessandro, Rodolfo Rodil, los
bonaerenses Eduardo Sigal y Alejandro Mosquera y hombres del interior
como el catamarqueño Mario Fadel o el intendente de Cipolletti,
Julio Arriaga.
Las conversaciones continuaban anoche y seguramente seguirán
incluso hoy por la mañana para definir quién será
el vicepresidente y cómo se integrará la mesa de conducción
y terminar de consensuar el documento que aprobarán los congresales,
cuya redacción Ibarra delegó a Ariel Schifrin.
Los delegados de la Patagonia y Cuyo impulsan a Arriaga para secundar
a Ibarra. Pero el jefe de Gobierno apuesta a que ese cargo sea ocupado
por Cafiero, quien hasta ayer no había respondido que no pero tampoco
que sí. Pero más que en los cargos, la principal discusión
está centrada en lo político y en la posición a adoptar
frente al Gobierno y la Alianza, porque en el Frente conviven hoy desde
los que proponen continuar en la coalición hasta los que impulsan
la ruptura definitiva y el pase al ARI. Las casillas de correo electrónico
de los principales dirigentes frentistas estuvieron más que activas
en los últimos días con borradores de documentos de dirigentes
que sostienen distintas posiciones. No nacimos a la vida política
para gerenciar el orden establecido ni para paliar las consecuencias de
este modelo injusto, dice el texto que avala Ibarra, quien en sus
charlas con los principales referentes partidarios encontró consenso
para marcar distancia del Gobierno, pero reafirmar la Alianza y ampliarla
en los distritos donde mantenga su coherencia, y en retomar los ejes fundacionales
del Frente para impulsar la consolidación de un bloque popular
que plantee otro modelo de acumulación social. El otro punto
de acuerdo es la necesidad de dejar en claro que el partido sólo
participará en una concertación que implique acuerdo
político parasalir de la crisis, fundado en el principio de inclusión
social, la expansión de la demanda y la reconstrucción del
mercado interno.
Un almuerzo transversal
Juan Pablo Cafiero no se queda quieto mientras importantes dirigentes
del Frente Grande quieren llevarlo a la vicepresidencia del partido.
El ex ministro de Desarrollo Social se reúne con cierta habitualidad
con dirigentes del PJ bonaerense. Es conocida la buena onda que
se prodiga con Eduardo Duhalde y con su esposa, la diputada Hilda
Chiche González de Duhalde. Pruebas al canto.
Anteayer Cafiero, Carlos Chacho Alvarez, Néstor
Kirchner y Duhalde se reunieron a almorzar pescado y analizar la
coyuntura en el restaurant ubicado en San Juan al 600 de la Capital.
Kir- chner y Duhalde se entusiasmaron con la idea de intentar reconvocar
a Cafiero y Chacho al redil del peronismo. Cafiero y
Alvarez según explicaron fuentes cercanas al ex ministro
no soltaron prenda pero dejaron en claro que está muy lejos
de sus deseos volver a integrar la Alianza. Testigos presenciales
aseguran que el que más habló durante la tenida fue
Kirchner. El más parco, Chacho. El ex vicepresidente prefirió
centrar el diálogo en los diferentes escenarios políticos,
pero también en la ausencia de una propuesta y un espacio
donde la gente pueda coincidir y participar. Cuando todo terminó,
los comensales acordaron volver a encontrarse para profundizar la
charla.
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LA
CIUDAD RECORTA SUs GASTOS EN 200 MILLONES DE PESOS
Crece la crisis, baja el presupuesto
Por S. R.
A fines de setiembre pasado
el Ejecutivo porteño giró a la Legislatura un proyecto de
Presupuesto 2002 que contemplaba la caída de la actividad económica
que ya por entonces se vislumbraba para el año próximo.
Pero en una Argentina como la actual, los pronósticos de ayer suelen
quedar viejos hoy y por eso el Aníbal Ibarra remitirá en
los próximos días a los legisladores una nueva iniciativa,
que incluye un recorte de 200 millones de pesos a partir, básicamente,
de una reducción de 2 subsecretarías y 73 cargos y programas
en la estructura política. El jefe de Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires explicó que las modificaciones presupuestarias apuntaron
a preservar tres ejes fundamentales: mantener el equilibrio fiscal, la
inversión en obra pública y los porcentuales destinados
a salud y educación, que según destacó
siguen siendo los más altos de la historia.
La revisión de la pauta presupuestaria prevista para el año
próximo en la ciudad está directamente vinculada a la depresión
en que está sumida la economía. El Ejecutivo porteño
también se vio obligado a replantear las previsiones para 2002
porque la ciudad dejó de recibir ingresos del orden de los 90 millones
de pesos que le remitía la Nación en concepto de coparticipación
y otras transferencias específicas. El mismo Ibarra remarcó
este último ingrediente y admitió que el marco general
de este presupuesto está dado en la profundización de la
crisis económica del país.
El proyecto que será girado a la Legislatura establece un gasto
total de 3122,6 millones para el período 2002 y proyecta una caída
de la recaudación del orden del 3 por ciento que, sumada a la registrada
durante este año, representaría un 9,5 por ciento menos
de ingresos con relación a 2000. Hemos comenzado a sentir
el impacto de la profundización de la recesión que ya lleva
tres años, comentó el jefe de Gobierno y calificó
como significativa la baja en la recaudación, dado
que la ciudad se autofinancia en un 95 por ciento, lo que significa
que depende casi exclusivamente de su capacidad recaudatoria y,
por lo tanto, la caída de los ingresos tributarios impacta
directamente sobre nuestra posibilidad de gasto.
Frente a esta coyuntura, Ibarra con su jefe de Gabinete, Raúl
Fernández, y su secretario de Hacienda, Miguel Pesce decidió
meter la tijera sobre el gasto político, como ya había hecho
en mayo pasado cuando realizó una primera reestructuración
de su administración. En esta ocasión, además de
eliminar la Vicejefatura de Gabinete y la Subsecretaría de Seguridad
Alimentaria y 73 cargos directivos (entre direcciones generales y organismos
fuera de nivel), se resolvió realizar un ahorro adicional del 15
por ciento en todas las plantas del gabinete y del 14 por ciento en los
contratos de personal.
La estabilidad de las cuentas no es un objetivo de la política
en sí mismo, sino un instrumento para poder alcanzar las metas
que se impuso este gobierno, declaró Ibarra, quien precisó
que la reformulación del presupuesto apuntó a preservar
el equilibrio fiscal y también la inversión en estructura
y obras públicas, así como la inversión social a
través de los servicios de educación, salud y promoción
social. En el gobierno porteño remarcaron que los gastos
en educación y salud suman el 55,7 por ciento del total para 2002.
Fernández, por su parte, manifestó que este fuerte
ajuste en la estructura política es un punto central de nuestra
gestión y no pasó por alto que es la segunda
vez que lo hacemos en el año. El funcionario agregó
que la revisión del presupuesto fue producto de la decisión
de instrumentar acciones que permitan reducir el nivel total de
gastos sin resentir la capacidad de acción del gobierno.
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