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DINAR LINEAS AEREAS

POR PRIMERA VEZ EN LA HISTORIA, ARGENTINA DECLARO UN DEFAULT FORMAL
Wall Street ya se veía venir el pagadiós

Al contrario que en 1982 y 1987, Rodríguez Saá dijo con todas las letras que no va a pagar la deuda externa y va a usar los fondos para planes de empleo y sociales. Habrá dificultades serias para las importaciones, que tendrán que pagarse por adelantado. Se prepara una misión a Washington.

Por Claudio Zlotnik

Aunque la historia registra varias crisis de la deuda, ayer fue la primera vez que la Argentina declaró formalmente la cesación de pagos. En oportunidades anteriores, como en 1982 o 1987 –esa última vez bajo el gobierno de Raúl Alfonsín–, la Argentina incumplió con los vencimientos y en algún momento sólo hizo pagos simbólicos. Pero siempre evitó una declaración formal de la quiebra. “Vamos a tomar el toro por las astas. Anuncio que el Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa (y esos fondos) serán utilizados para los planes de creación de fuentes de trabajo y progreso social”, sentenció Adolfo Rodríguez Saá en su discurso ante la Asamblea Legislativa.
Lejos de asemejarse a una decisión revolucionaria, a esta altura de la crisis el default era una medida aconsejada hasta por los propios acreedores externos, a quienes les costaba comprender la actitud empecinada de Domingo Cavallo. La formulación oficial de la cesación de pagos se concretó después del estallido social que dejó 27 muertos, cuyo desenlace fue la renuncia de Fernando de la Rúa y el regreso del peronismo al poder.
El anuncio fue acompañado por un fuerte aplauso de los legisladores que siguieron el discurso de Rodríguez Saá en el Congreso. Los gobernadores del PJ con aspiraciones a asumir la presidencia después de marzo, José Manuel de la Sota, Néstor Kirchner y Carlos Ruckauf, dijeron que la decisión implicó el sinceramiento de una situación insostenible. Lo mismo opinó, desde la UCR, Rodolfo Terragno.
El default fue una de las pocas definiciones del flamante Gobierno. Desde el Palacio de Hacienda, el bonaerense Rodolfo Frigeri –secretario de Hacienda, Finanzas e Ingresos Públicos– dejó trascender que aún no tiene cerrados los detalles del nuevo plan económico. En base a las escuetas declaraciones del flamante jefe de Estado se infiere que ya no se girarán dólares hacia el exterior de las reservas del Banco Central. Y que también habrá una renegociación con los organismos multilaterales. Nunca antes la Argentina dejó de pagarles a estas instituciones, y aún resta conocer cuál modalidad se adoptará ahora.
Ayer, durante la primera reunión de gabinete encabezada por Rodríguez Saá, Frigeri evitó expresarse sobre el tema de la deuda. En cambio, recalcó ante sus pares que “no habrá dolarización ni devaluación”. Y remarcó que la Argentina emitirá una suerte de “tercera moneda” y que el nuevo plan contemplará la creación de un millón de puestos de trabajo. Al cierre de esta edición, Frigeri establecía contactos para formar el equipo económico. Cerca del secretario señalaron a este diario que no se ocuparán todas las vacantes dejadas en el Ministerio, lo que daría lugar a fusiones y eliminación de cargos, pensando en que ese equipo funcionaría sólo durante los próximos 70 a 90 días.
Economistas consultados por Página/12 señalaron que, de ahora en más, se cortarán los créditos a los importadores. Y que éstos sólo podrán comprar con depósito previo o con una garantía real, por lo que podría haber problemas para el abastecimiento de productos importados.
Hace 14 años, Alfonsín estuvo a punto de decretar la moratoria, en alianza con Brasil. Pero se arrepintió a último momento. Prefirió seguir negociando una reestructuración con los bancos acreedores. En aquel entonces todavía no existía el Mercosur, pero los países latinoamericanos se enfrentaban a una dificultad común: el gran peso de la deuda externa. La cuestión recién se resolvería hacia 1993, con el Plan Brady. En aquel momento, Cavallo aseguró que ese programa solucionaba la crisis de la deuda.
La primera vez que la Argentina se enfrentó a una crisis financiera fue en 1890, con el colapso del London Barings Bank, el acreedor más importante de la Argentina. Para supervisar los pagos posteriores, Inglaterra formó un club de bancos cuya cabeza visible fue Lord Rothschild. Pese a los diferentes programas que se pusieron en marcha, el peso de la deuda nunca paró de agrandarse. Desde la instauración de la democracia casi se multiplicó por ocho, al pasar de 17.000 a 132.000 millones de dólares. Sobre este total, unos 54.000 millones son títulos públicos en poder de bancos y fondos de inversiones extranjeros; otros 40.000 millones refieren a préstamos que quedaron en las carteras de bancos locales y AFJP después de la “Fase 1” del canje, y 25.000 millones corresponden a préstamos de organismos multilaterales.
En la city especulan que, tras la renegociación, la Argentina bajará la tasa de interés promedio de la deuda a entre 3 y 4 por ciento anual (desde el actual 11 por ciento). Y que debería renegociarse la deuda con los bancos y AFJP locales para ubicar el costo también en el 4 por ciento.
Seguramente, la decisión de dejar de pagar repercutirá negativamente hoy en los mercados. Analistas consultados por Página/12 estimaron que la caída de los bonos podría llegar al 20 por ciento en una primera instancia. En promedio, los títulos –que a principio de año cotizaban entre 80 y 90 dólares– pasarían de los 28 dólares actuales a 22. Aunque en pocas semanas podrían valer nada más que 17. Cuando Rusia se declaró en default, en agosto del ‘98, los títulos afectados por la medida cayeron a un rango de 8 a 15 dólares.
El cartelito de “quiebra” no sorprendió a los financistas. Con una economía en caída libre, tanto en el microcentro porteño como en Wall Street aguardaban que tarde o temprano llegaría el momento. El estallido social y el abrupto recambio gubernamental aceleraron los tiempos provocando el desenlace. Ahora, habría que esperar que una misión argentina viaje a Washington para empezar la renegociación de la deuda. En un primer momento circuló la versión de que el diputado Oscar Lamberto sería el elegido para sentarse a la mesa con los acreedores. Pero el propio legislador lo negó en diálogo con este diario, mientras iba camino a su casa en Santa Fe.
Ahora que la Argentina hizo el indefectible anuncio podría haber llegado el momento de verles las caras a los “fondos buitres”, aquellos monstruos por ahora invisibles contra los cuales cargó Domingo Cavallo en una de sus últimas apariciones por cadena nacional. Cuando hace unos meses empezó a quedar en claro que el default era inevitable, hubo fondos extranjeros que compraron bonos a precios de remate y se sentaron a esperar la declaración de quiebra para iniciar acciones legales.

OPINION

Por Martín Granovsky

Sonríe, Bush te ama

Nadie puede robar”, dijo como si fuera una instrucción especial. La orden partió de Adolfo Rodríguez Saá durante la primera reunión de gabinete, ayer por la tarde, y siguió a una catarata de anuncios que reprodujo los del mensaje presidencial: congelamiento total de vacantes en la administración pública y un plan de empleo mínimo para un millón de personas. También el aviso de que venderá no solo los autos sino también los aviones presidenciales, una medida a dos puntas. La primera, hacia Fernando de la Rúa, que no cumplió la promesa electoral de desprenderse del Tango-01. La segunda, hacia Carlos Menem, que perderá un símbolo de su presidencia con protocolo imperial.
Pero lo que verdaderamente puso feliz a Rodríguez Saá, de acuerdo con lo que transmitió a sus ministros y secretarios, fueron mensajes de apoyo del brasileño Fernando Henrique Cardoso, del italiano Carlo Ciampi, del español José María Aznar y, sobre todo, un mensaje de George Bush que le entregó el embajador James Walsh. “Le desea todo el éxito del mundo en su gestión”, presentó Walsh. El texto define a la Argentina como “un aliado, un vecino y un amigo”, y dice confiar en que las relaciones entre Buenos Aires y Washington sigan tan bien como en los últimos 20 años, una cifra que, si no es licencia poética, incluye curiosamente a la guerra de las Malvinas de 1982.
En los días agónicos de Fernando de la Rúa, radicales y peronistas se preguntaban quién ocupaba el corazón de los Estados Unidos. Un dato alegraba a los radicales: el Departamento de Estado había fletado de vuelta a una comitiva peronista bonaerense que viajó para pedir apoyo a un relevo anticipado. Una clave daba aliento a los peronistas: nunca los dejaron al margen ni olvidaron el romance en tiempos de Carlos Menem.
En realidad, papá quería a los dos chicos por igual. Solo que cuando se trata de relaciones bilaterales, el razonamiento norteamericano es bien pragmático:
- Primero se fijan si alguno es antiestadounidense.
- Si no lo es, el apoyo va para quien gobierna.
- Si el fin del gobierno es inevitable y el relevo tampoco es antinorteamericano, lo lamentan un segundo y al segundo siguiente ya están trabajando con el nuevo equipo. Un ejemplo: cuando De la Rúa se iba, un funcionario radical dijo haber escuchado de un norteamericano que el peronismo había dado un “golpe institucional”, pero que Washington ni lo diría en público.
Sin embargo, el espíritu práctico no debe leerse como apoyo automático. Si la Argentina sigue, como es previsible, la línea de relaciones carnales o intensas con los Estados Unidos, el único tema abierto es el de la deuda. Y en este punto juega a favor del nuevo gobierno que Walsh haya visitado la Casa Rosada justo después del anuncio de la suspensión de pagos, y que la carta de Bush no contenga, según el embajador, ninguna referencia a la moratoria.

CONVERTIBILIDAD A PLAZO FIJO
El plan que hay atrás del plan

Por Maximiliano Montenegro

El plan es simple. Se trata de ganar tiempo hasta marzo o abril, para que la salida de la Convertibilidad que deberá instrumentar el nuevo presidente electo por el voto popular no sea caótica. Ello significa que el dólar se fuera a 1,40 o 1,5 peso. No a 3 pesos, como sucedería sin un gobierno firme, un nuevo acuerdo con el FMI, ni los dólares suficientes en el Banco Central para defender una “paridad razonable”. Es decir, como ocurriría mañana o el miércoles si el Congreso decidiera abolir en el contexto actual la Convertibilidad. Esa es la evaluación que privó entre los economistas del PJ este fin de semana. Para que una eventual salida de la Convertibilidad no se desmadre, se iniciaron contactos preliminares con el FMI y países europeos, con la intención de contar con un paquete financiero de entre 10 y 15 mil millones para el próximo gobierno. Pero, llegado a ese punto, todavía no hay acuerdo sobre qué hacer con los depósitos atrapados en el corralito ni con los endeudados en dólares. El problema del plan Rodríguez Saá es uno solo: si llega a marzo o abril.
Según pudo reconstruir Página/12, en las discusiones que se dieron este fin de semana entre economistas y técnicos del PJ, referentes del Grupo Federal y de las provincias grandes –Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe– se tomó la decisión de aplicar el plan Rodríguez Saá como transición a una apuesta mucho más fuerte, que deberá hacer el presidente electo a partir de marzo: abandonar definitivamente la Convertibilidad. Como lo escribió en el último informe de la Fundación Capital Martín Redrado, uno de los economistas de consulta cotidiana del actual presidente: la política anunciada “no puede pensarse sino como un instrumento de transición, que licue en el tiempo los costos sociales de una devaluación brusca, hacia la flotación cambiaria”.
Las claves de la política anunciada para los próximos días, y los puntos que todavía se mantienen en reserva, pueden resumirse de la siguiente manera:
- La “suspensión en los pagos de la deuda externa”, anunciada ayer ante la Asamblea Legislativa por Rodríguez Saá liberará al gobierno de pagar sumas considerables en las próximas semanas: 500 millones el viernes próximo, y en enero 400 millones a acreedores privados y 900 millones al FMI. Sin embargo, como la mayor parte de los bonos que vencen las próximas semanas están en manos de acreedores locales –AFJP, bancos y minoristas– todavía se discute que fórmula aplicará el gobierno para llevar a la práctica la moratoria. Sea como fuere, esto aliviará las finanzas públicas, que igualmente, dado el derrumbe de más del 20 por ciento de la recaudación en diciembre, estarán en rojo si quiera para cubrir los gastos operativos del Estado.
- Para compensar este bache de financiamiento, la Secretaría de Hacienda, a través del fondo fiduciario provincial, emitirá Lecop por unos 2000 millones de pesos adicionales a los bonos que existen en circulación. Con esos recursos se prevé completar la transferencia de fondos coparticipables a provincias y pagar parte de jubilaciones, sueldos y medio aguinaldo de la administración nacional.
- La opción era que el Banco Central emitiera directamente pesos, sin respaldo alguno en dólares. Pero si en lugar de emitir bonos Rodolfo Frigeri emitiera pesos Roque Macarrone, que por ahora sigue en el Central, se estaría violando expresamente la ley de Convertibilidad.
- Se mantendrá el corralito, con el límite de extracción de 250 pesos semanales sobre las cajas de ahorro y cuentas corrientes. Pero, si dan los números, a partir de enero, se buscaría liberar completamente las cuentas salariales, como votó el Congreso la semana pasada. De esa forma, el “goteo” de fondos del sistema financiero continuaría, a razón de 1000 a 1500 millones por mes.
- El verdadero problema para los técnicos justicialistas es qué hacer con el mercado cambiario. Las reservas en el Central de libre disponibilidad para cambiar los casi 10.000 millones de pesos en los bolsillos de losargentinos no superan los 3700 millones de dólares. Los 10.000 millones restantes de reservas son recursos prendados por los propios bancos y el Fondo Monetario. Seguir entregando dólares al público por ventanilla de los bancos, cuando se descuenta una salida de la Convertibilidad a plazo fijo, es una política que ningún economista aconseja. Porque significa largar una nueva carrera contra el reloj.
- Sin embargo, extender a partir del miércoles el feriado cambiario significaría también violar abiertamente la Convertibilidad (que obliga al Central a trocar el peso a la paridad de 1 por dólar), mientras que dispararía el “dólar paralelo”; es decir, el cambio informal en las cuevas de la city. Además, agravaría la histeria de la gente y aceleraría la depreciación de las Lecop y otros bonos provinciales, cuyos tenedores también correrían, con desventaja, al dólar en el mercado informal. Igualmente, la depreciación del poder de compra de Lecop y bonos, en competencia con pesos y dólares, será inexorable.
- La decisión, entonces, sería levantar el feriado cambiario, volviendo a entregar dólares por ventanilla de los bancos. El cálculo optimista es que, hasta las elecciones, el Central perdería “sólo” unos 3000 millones de reservas.
- Para entonces, ya no quedarían casi reservas con que defender la Convertibilidad ni tampoco para frenar una devaluación descontrolada del peso.
“La apuesta es negociar a partir de enero un nuevo plan con el FMI para, si llegamos a marzo o abril, conseguir los dólares para defender la flotación” cambiaria, explicó un economista del justicialismo vinculado a los gobernadores del llamado Frente Federal, al que pertenece Rodríguez Saá. Otra fuente, cercana al gobernador Ruckauf, reveló que la idea es contar con un paquete de asistencia financiera, para el sucesor de Rodríguez Saá, que entre el Fondo y aportes de países europeos podría sumar entre 10 y 15 mil millones.
“El FMI no desembolsa un sólo dólar hasta que no le muestres un esquema cambiario distinto”, confesó un ex funcionario del equipo de Cavallo, que en los últimos días se reunió con los hombres del justicialismo en Hacienda, para ordenar la transición. Entre paréntesis, el mismo funcionario se despegó radicalmente de la estrategia llevada a cabo por el ex ministro: “hay que ir hacia Brasil en el ‘99, una flotación limpia del tipo de cambio. Hay que sacarse la máscara: emitir una moneda que no sea convertible y tener una política fiscal austera para que la emisión no se descontrolada y dispare la una espiral de inflación y más devaluación”. En enero del 99, Brasil abandonó el tipo de cambio fijo y el real se depreció rápidamente, llegando este año el dólar a cotizar 2,80 reales. Recién en los últimos meses, gracias a la intervención del Banco Central brasileño y una nueva oleada de ingreso de capitales, la tendencia se revirtió y la paridad bajó hasta 2,32 reales por dólar.
En el equipo de técnicos del justicialismo, entre los que se cuentan, además de Frigeri, Saúl Bour –quien ocupará la dirección de la AFIP–, Jorge Remes Lenicov, Rogelio Frigerio (n.) y Jorge Capitanich, entre otros, las dudas para la segunda etapa son las siguientes:
- No está claro hasta dónde flotar. Todo depende de los dólares que aporten desde el exterior para defender un tipo de cambio que no genere hiperinflación. De otro modo, entre los técnicos parece razonable un dólar a 1,40; pero admiten que, sin un fuerte paquete de dólares atrás, se iría hasta 3 pesos.
- Hay discusión sobre qué hacer, en el escenario de salida ordenada, con los depósitos y las deudas bancarias en dólares. La posición de los hombres de Ruckauf es más cercana a “pesificar todo”, para dejar que la devaluación licue deudas y depósitos por igual, una posición más cercana a la que presentó la UIA.
- Los del Frente Federal, entre los que se cuentan también Redrado, en cambio, dicen que es clave respetar los contratos originales en dólares con los ahorristas. Proponen, en todo caso, reprogramar los vencimientos de los depósitos a dos años. Y apostar a que, regenerando la confianza, los 20 mil millones de dólares que los argentinos guardan en el “colchón” (cajas de seguridad) vuelvan algún día al circuito económico, como única fuente de financiamiento voluntario que podría disponer esta política económica para los próximos años, después de haber declarado la moratoria de la deuda externa. Por el lado de las deudas, en tanto, sugieren mantenerlas también en dólares, pero fijarles una tasa máxima sustancialmente menor y extender los plazos de pago.

 

 

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