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El día que Rodríguez Saá subió al sulky prestado

El nuevo Presidente pronunció un discurso apropiado para un candidato presidencial triunfante.

Por F. Y.

Un experimentado diputado nacional de San Luis suele utilizar una metáfora provinciana para definir al político. “Es un tipo de manías extrañas”, dice. “Por ejemplo, si alguien le presta un sulky, luego no hay Dios que lo obligue a devolverlo.” Ayer, cuando Adolfo Rodríguez Saá frente a la Asamblea Legislativa pronunció un discurso propio de un candidato presidencial triunfante, muchos legisladores recordaron la metáfora. Y mucho más después de que anunció la creación de un millón de puestos de trabajo, el reestablecimiento del salario mínimo, vital y móvil, la indemnización de las víctimas de la represión policial y no dijo una palabra sobre los comicios que debería convocar para marzo próximo.
Enfundado en un traje gris, el puntano ingresó al recinto de Diputados con su mejor sonrisa. Levantó sus brazos en señal de victoria al tiempo que desde los palcos bajaban los vítores de unas trescientas personas llegadas especialmente de San Luis. Tras prestar juramento, el presidente de la Asamblea Legislativa Juan Carlos Maqueda lo invitó pronunciar su primer discurso.
Abrió con la revuelta popular del miércoles y jueves pasado. La caracterizó “como uno de los más grandes movimientos populares de nuestra historia”. Y aseguró que propondrá al Congreso “una ley para indemnizar a todos aquellos que fueron víctimas de la protesta popular”.
Fueron las primeras palabras, y ya había gente en las bancas que comenzaba a mirarse. Se miraban los menemistas. Comentaban por lo bajo los duhaldistas. Y los delasotistas atinaban a aplaudir casi mecánicamente.
Sin dar importancia a las expresiones de sus compañeros, Rodríguez Saá repudió la represión a las Madres de Plaza de Mayo, a las que consideró un símbolo de la lucha por la recuperación de la democracia. Después volvería a nombrarlas. Intentó además, en todo momento, despegarse de la administración menemista: “Hoy nada será igual, gobierna desde hoy otra generación”, anunció.
La segunda sorpresa de Rodríguez Saá a los legisladores se produjo cuando reconoció que lo más grave del problema argentino “es el capitalismo tal como existe en el país porque no puede dar respuestas al desempleo, la marginación, la exclusión y la pobreza”. Y anticipó que comenzará a instrumentar el plan social par crear un millón de empleos. Una promesa que despertó un fuerte estallido desde los palcos y hasta de algunas bancas de diputados de la oposición. El jefe de Estado sonrió y antes de que los aplausos disminuyeran, dijo que en las próximas horas decidirá la reimplantación de una vieja conquista peronista: el salario mínimo, vital y móvil. Página/12 pudo saber que el miércoles Rodríguez Saá lo anunciará oficialmente en la Confederación General del Trabajo junto con Rodolfo Daer y Hugo Moyano.
Abajo, desde las sillas destinadas a los senadores, Eduardo Duhalde estaba como petrificado. Sin mover un músculo escuchó el discurso y en muy pocas oportunidades llegó a aplaudir. El senador no lo dice públicamente, pero desde que cayó De la Rúa soñaba con ocupar el lugar que desde ayer ostenta Rodríguez Saá.
Alejado de los pensamientos del bonaerense, el presidente seguía anunciando su programa de gobierno: tope de tres mil pesos en los salarios de los funcionarios, congelamiento de vacantes, venta de la totalidad del parque automotor para funcionarios y los aviones de la Presidencia. El griterío y los aplausos de los puntanos ubicados en los palcos hacía difícil escuchar el detalle del discurso. Y Rodríguez Saá no se detenía. Fusión de ministerios, ningún empleado público perdiendo su empleo. Y la deuda externa.
No sólo planteó la suspensión del pago de la deuda, algo que provocó que legisladores del Frepaso y del Frente para el Cambio salieran de sus bancas para aplaudir la decisión junto a los del PJ. Vítores que seincrementaron cuando les dijo a los legisladores que el Congreso se ocupará, tal como prevé la Constitución, de analizar el pago de la deuda y que contarán con toda la información que existe en el gobierno.
Por último habló de la continuidad de la convertibilidad y le agregó la implementación de una tercera moneda a fin de inyectar liquidez.
Los legisladores más veteranos dijeron que no parecía el proyecto de alguien que vino sólo por sesenta días. Y uno recordó con nostalgia un documento de 1973 donde los candidatos a legisladores por la Juventud Peronista se comprometían a investigar las violaciones de derechos humanos cometidas por las fuerzas de seguridad y los delitos económicos, a impedir lo que definían como “el continuismo del sistema” y a propiciar la austeridad de la función pública. El documento llevaba la firma, entre otros, de Juan Carlos Dante Gullo, Jorge Obeid, Ismael Salame, Carlos Kunkel y Adolfo Rodríguez Saá.

 

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