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AntropologIa: La ExpediciOn Madidi

En busca de la etnia y el explorador perdido

Por Martín De Ambrosio
y Leonardo Moledo

La idea, por cierto bastante extendida, es que en la Tierra ya no existen espacios inexplorados. Tal vez para refutarla, el 1º de agosto de este año partirá la Expedición Madidi XXI desde La Paz hacia la selva amazónica boliviano-peruana, una zona aún aislada y desconocida para el hombre... occidental. Pero no es solamente para refutar una idea: también buscar al explorador noruego Lars Hafskjold perdido desde 1997, y encontrar a la etnia perdida de los toromonas (perdida en el más puro sentido de la palabra, ya que se duda de su misma existencia). Participan tres argentinos: Pablo Cingolani, director ejecutivo; Marcelo Decoud, fotógrafo e invitado como representante de la Comisión Latinoamericana Interparlamentaria de Medio Ambiente; y Pablo Galfré, estudiante de antropología, que seguirán la misma ruta que Percy Harrison Fawcet (miembro de la Royal Geographic Society) probó sin éxito en 1911 para encontrar la naciente occidental del río Heath. Si no fracasan, como Fawcett, incorporarán la zona a la investigación científica y el desarrollo turístico. También cuentan la preservación y defensa ecológica; al fin y al cabo, es una de las regiones con más biodiversidad del planeta: forma parte del Parque Nacional Madidi (Bolivia) y del Parque Nacional Bahuaja Sonene (Perú); el Parque Nacional Madidi ocupa 1,9 millones de hectáreas y tiene glaciares al oeste, bosque tropical al este, pampas al norte y bosque nuboso y seco en el centro. El hecho de que haya una notable diversidad de especies no debe sorprender a nadie y los organizadores piensan que el viaje aumentará el compromiso binacional para la preservación del medioambiente. Además, los audaces expedicionarios se encargarán de documentar detalladamente los momentos centrales del viaje, a través del registro fotográfico y de video. “Desde el punto de vista antropológico, sería un éxito poder filmar el encuentro con los toromonas. También se hará el relevamiento de algunos sitios históricos identificables en los libros de exploradores y viajeros. Por ejemplo, trataremos de localizar lo que quede de la antigua barraca cauchera de San Carlos, que fue visitada por Fawcett en 1910 y 1911”, según indicó el licenciado en Historia y jefe de la expedición Pablo Cingolani.

En búsqueda de Hafskjold
El 26 de octubre de 1997, Lars Hafskjold –ingeniero agrónomo noruego, entonces de 37 años– partió desde Puerto San Fermín (cerca del último destacamento de la gendarmería boliviana antes de la selva, es una de las localidades más aisladas de Bolivia, a 420 kilómetros de La Paz) en una balsa junto con dos habitantes, conocidos como “comunarios”, del puerto. Luego de navegar cinco horas, llegó a la desembocadura del río Colorado y, en ese lugar, ordenó a sus acompañantes que se volvieran. Nadie más lo vio y nada se ha sabido de él.
El objetivo del noruego era tomar contactos con las tribus de la región -que no suelen caracterizarse por las relaciones públicas– en un lugar de muy difícil acceso, casi inexplorado, aunque dentro de los límites del Parque Nacional. Las especulaciones acerca de la suerte de Hafskjold van un poco más lejos e indican que caminó hasta San José de Uchupiamonas (una comunidad de origen tacana, sobre el río Tuichi, donde ya había resididovarios años en convivencia con los aborígenes); tal vez ocupándose de promover un tipo de agricultura tropical que no destruyera el medio ambiente. De ahí a imaginarlo en contacto con los míticos toromonas, una etnia de dudosa existencia, hay sólo un paso. Según los responsables de la Expedición Madidi, “hay gente que considera que Hafskjold está muerto, otros (en especial su familia) creen que podría estar vivo. Nosotros, particularmente, queremos hacer un relevamiento estricto de todo el curso del río, ver qué encontramos, qué tipo de evidencia existe sobre él y sobre los toromonas”.

Etnia mítica, o no
Muchas etnias bolivianas fueron diezmadas porque eran utilizadas como mano de obra esclava para la explotación del caucho. Otras escaparon hacia el interior de la selva, alejándose de las delicias del progreso y el capitalismo. El antropólogo Alvaro Diez Astete –también participante del proyecto Madidi– considera muy probable que existan algunos indios o tribus enteras que escaparon a la explotación en la región de las nacientes de los ríos Heath y el valle de río Colorado.
Además, a comienzos de este año, se informó de la aparición en la frontera entre Brasil y Bolivia de la etnia nahua que desde 1920 se pensaba desaparecida. El dato, junto con los testimonios recogidos por el propio Diez Astete entre las tribus araona, indican que es posible hallar a los toromonas. Hay más indicios: los habitantes del pueblo de San Fermín hablan de la presencia de una tribu de “patasgrandes”.
Según lo que se sabe con certeza, los toromonas (o torococíes) que fueron aliados de los Incas en el siglo XVI, tuvieron que huir hacia la selva para escapar del colonialismo. Encabezados por el legendario cacique Tarano, y asentados a lo largo del río Amaru Mayu –río de las serpientes- fueron eficaces para enfrentar y confundir a numerosas expediciones españolas que penetraban en la selva en busca de los “tesoros incaicos”. ¿La hipotética tribu que habita en el Parque Nacional Madidi son los descendientes de estos toromonas históricos? Es uno de los interrogantes que se propone la expedición.

Objetivos
Consultado por Futuro respecto de si generar fuentes de ingreso para los indígenas no supondría una pérdida –cuanto menos– cultural para los habitantes de la selva, Pablo Cingolani respondió: “Eso es parte de una discusión vigente y aún no resuelta. Están los que consideran que los indígenas son un estorbo para el desarrollo y, en el fondo de sus mentes, quisieran eliminarlos a todos. Hay otros, menos y más recientes, que ahora han descubierto las potencialidades de las etnias y querrían incorporarlos a su juego oportunista, con sentido político. La verdad es que la decisión debe ser de ellos. A la vez, hay que tener en cuenta que al mercado, avasallante y globalizado, hay que enfrentarlo con decisión y creatividad. Una cosa pueden ser los toromonas que viven aislados y que sería deseable que así siguieran y otra cosa son los miles de indígenas dentro del Parque Madidi que sí deberían encontrar un cauce propio para poder generar sus propias fuentes de ingreso y utilizarlas en beneficio propio. En todo caso, la expedición es una base para provocar el debate y abrir la discusión.”
“Queremos encontrar a los toromonas para institucionalizarlos como grupo indígena, como un otro cultural, y evitar el etnocidio o la aculturación o la utilización por las empresas”, dice Pablo Galfré. “Si sigue así, aislada en el planeta, la etnia podría subsistir por veinte años, ¿pero qué puede pasar después de veinte años? El capitalismo es una máquina queno para de avanzar. Lo que tratamos es de decodificar, paliar y filtrar las consecuencias de futuros contactos”.
Futuro, por su parte, tiene sus dudas. Sin hablar de las dificultades éticas que conlleva la intención de “descubrir” a alguien, es posible, cree, que así como los misioneros en otras épocas, los antropólogos, por más bien intencionados que estén, abonen el terreno para el avance de una maquinaria que, si bien es difícil de parar –y por lo tanto en apariencia es mejor anticiparse– no ha producido resultados agradables en ninguno de los casos asimilables a éste.