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Jueves 15 de Noviembre de 2001

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GUSTAVO CORDERA, EL PELADO DEL CORPIÑO DEFIENDE Y ATACA

Contra todos
los males de este mundo

La Bersuit graba este fin de semana en Obras su primer disco en vivo, con varios estrenos y una canción surgida de un concurso de letristas. Punto. Una excusa para que el señor de los pijamas piense y diga sobre otras cuestiones: la malaria argentina, Bin Laden, De la Rúa... Leé y enterate.

POR EUGENIA GUEVARA

“Mi sueño es tener tetas”, dice Gustavo Cordera. “Si las tuviera podría ampliar mis posibilidades amatorias, tendría más para tocar y esto no quiere decir que me transformaría en travesti.” Enseguida alguien le informa que su sueño puede hacerse realidad. “Ah, no... Las operaciones me parecen aberrantes. Mi deseo sería que con sólo hacer así (hace sonar sus dedos en el aire) me crecieran.” Ya se trate de tetas, música, política, economía o guerra, el Pelado nunca deja que su discurso roce siquiera ese filtro de corrección que suelen emplear ciertas figuras públicas, del rock inclusive. Dice que dice lo que piensa y siente, lo que equivaldría a un grado de autenticidad similar al que –asegura también– poseen las canciones de la Bersuit.
La charla sobre sueños y tetas –ahí están las fotos para cumplir el deseo– se termina. No porque no resulte cómico escuchar las razones de una estrella de rock clamando por un poco de feminidad para su cuerpo o ver a un hombre pelado con chiva y ojos muy abiertos moviendo las manos a la altura de su pecho como si acariciara el sueño hecho realidad. El deber llama y Cordera y el tecladista Juan Subirá saben que primero deben hablar del show que la Bersuit ofrecerá el sábado en Obras. Y del nuevo disco, que se estará gestando mientras la banda sigue rodando en vivo. Como de eso se trata, a diferencia de los dos conciertos de junio donde el centro fueron canciones de Libertinaje e Hijos del Culo, el sábado será a la inversa. “Queremos demostrar qué es Bersuit arriba de un escenario y qué fue. La prioridad son canciones que queremos mucho de los tres primeros discos, como ‘Mi caramelo’, ‘Los elefantitos’ o ‘Nada puedo hacer’. Lo que ganamos en interpretación con el tiempo permite ofrecer nuevas versiones de aquellas canciones, más acordes a lo que nos está pasando en este momento”, explica Cordera.
–¿Y qué les está pasando?
–Somos una banda con oficio. Tenemos 14 años arriba de un escenario. Viajamos de una manera que nos permite encontrarnos con la gente, involucrarnos en todas las historias que podamos vivir en la calle, indagar en las músicas autóctonas y eso nos da la estatura espiritual necesaria para meternos en las canciones de una manera más relajada. La Bersuit es una banda bastante esquizofrénica y fue necesario este trabajo para tener la ductilidad de entrar y salir de cada canción y retener su alma para que esto no se vuelva una cosa matemática, profesional y mnemotécnica.
–Sin embargo, suele considerarse a Bersuit como una banda “exitosa”. ¿En verdad se consideran exitosos?
–En este país y este contexto no me puedo quejar. Una banda como la nuestra en otro país estaría mejor económicamente. Cuando cuento a mi familia y a mis amigos cómo es nuestra realidad, no me creen. No logro explicar por qué no ganamos el dinero que tendríamos que ganar con la convocatoria que tenemos y los discos que vendemos. Pero no hay que olvidarse que, dentro de la corrupción de cada estrato de la Argentina, nosotros también entramos en este proceso que empieza por Sadaic, el organismo más corrupto del país y del mundo en el ámbito musical, la DGI que nos saca el 21 por ciento de la entrada, los grandes multimedios que se llevan toda la plata por promocionarnos y termina con los gastos de los servicios del lugar. Entonces, metemos 5000 personas en Obras y los músicos se llevan 300 pesos cada uno. La otra vez hicimos dos y ganamos 700, después de dos meses de trabajo. La gente ve que llenás Obras y piensa que volvés a tu casa con un camión de caudales. Necesito que sepan que yo también formo parte de ellos aunque sea difícil que me crean.
–¿Hay canciones nuevas?
–Elegimos tres (“Cansado”, “Vamos a bailar” y “La calavera”). Progresamos con las letras. Tratamos de evitar las frases hechas y los lugares comunes. Queremos que las canciones lleguen al sentimiento y noque sean una combinación de palabras que suene bien. Esto lo evaluamos cuando nos mostramos las canciones. Y enseguida el cuerpo reconoce lo legítimo o auténtico.
–¿De qué habla “Cansado”?
Juan Subirá: –De la miseria. No sólo económica sino también espiritual. Mucha gente amiga se fue y hay un montón de cariño desperdigado por el mundo. Como nosotros viajamos, nos pusimos en contacto con esta gente y sus sentimientos vuelven en las canciones. Y también contempla a los que están con ganas de irse.
–Es el tema más importante ahora. Hay una generación entera dejando el país.
–¿Es otro tipo de generación perdida?
–Sí, es otra generación de desaparecidos. Y son más que en los 70. También está el tema del exilio, porque la gente sufre afuera aunque está mejor económicamente. Hay una frase de “Cansado” que dice: “Por qué llorás Santa María si tu buen aire nos asfixia, pa’ colmo lejos yo no respiro bien. Te digo la verdad, todos se quieren ir de acá. Gran ciudad, corazón, toda toda tu luz se apagó”. Y como es la historia de despiadada y justa: el argentino afuera es tratado como el boliviano, el paraguayo y la gente del interior acá. Las cosas no ocurren porque sí, pasa porque hemos maltratado otra gente. La historia es circular. Todo vuelve. Si se olvida el genocidio que hubo acá, va a volver a pasar. Nos pasa lo que somos. A Menem y a De la Rúa los votaron. Emergieron de la voluntad popular.
–Entonces, ¿qué podés
decir de De la Rúa?
–Es el portero de los departamentos. La conciencia de la clase media argentina de un consorcio. Practica la política vecinal: la señora de al lado dice que alguien salió con una guitarra, decreto en contra de las guitarras; la señora denuncia a un travesti en la esquina, decreto en contra de los travestis; la señora avisa que hay un ladrón y otro decreto. No está capacitado para asumir riesgos, no tiene elementos para ejercer cambios ni corazón para conducir el destino de seres humanos. Esto habla de lo enferma que está nuestra sociedad y de la quietud y parálisis de los argentinos que necesitamos como presidente a un marmota.

Valentía, osadía y perfección

–¿Qué sintieron el día del atentado a las Torres Gemelas?
–Es un síntoma de la sociedad que vivimos. Los villeros del mundo, mudos ante un sordo, se hicieron escuchar. Y lo hicieron con valentía, osadía y perfección. Claro que ver cómo caían esas torres me produjo sentimientos contradictorios. Por un lado, desesperación porque allí había seres humanos y, por otro, alegría porque era en los Estados Unidos, el lugar más paranoico, la policía del mundo, los asesinos de muchas culturas. Esta vez se metieron con gente que tiene unos huevos así (sus manos bajan cerca de su cintura) y que es milenaria. Un pueblo guerrero que tiene los huevos así (insiste con el término y el movimiento) al que no van a poder vencer porque ellos utilizan tecnología y Bin Laden y su gente tienen fe religiosa y odio en su corazón.
–¿Esta guerra va a cambiar el mundo?
–Estados Unidos va a perder. Ya está perdiendo porque no mata a un solo talibán. No se atreven. Sólo a gente inocente. No hay más información de la guerra porque están perdiendo. Si hay un poco contemplación, Estados Unidos sabrá que va a tener que cambiar la política exterior, que se terminó esto de hacer mierda a la gente en el mundo.
–Entonces, ¿por qué se condenó lo que dijo Hebe de Bonafini públicamente?
–Justamente por eso, porque lo hizo público. Hicieron una encuesta y el 80 por ciento de la gente estuvo a favor de Bin Laden. Después vi a Neustadt en TV, muy enojado y dijo: “Si De la Rúa tiene que hacer caso omiso a esta encuesta, ¿qué? ¿Nos vamos a hacer talibanes?”. Yo lo miré en el televisor y contesté: “Y, sí. Estados Unidos se terminó”.
–¿La condena argentina al hecho fue hipócrita?
–Todo fue una hipocresía generalizada. Nadie se atreve a decir lo que siente. Es lógico porque murió gente, pero no se olviden de que muere gente en Irak, en Angola, en Vietnam. Murió gente en Hiroshima y hay 30.000 desaparecidos auspiciados por la CIA y Estados Unidos, y lo más loco es que esta guerra está sponsoreada por nosotros y no estoy de acuerdo. Pagamos las armas para que invadan a Bin Laden. Las vamos a pagar muchos años. Las deudas externas seguirán creciendo y el hambre del pueblo también.
Subirá: Si se hiciera un plebiscito, habría un no rotundo y quizá ocurriría lo mismo en Estados Unidos.
–No sé. Ellos miraron mucho Ben Cadwright, Rambo y Schwarzenegger. No tienen una actitud autocrítica. Sino hacen una profunda reflexión frente a los hechos, van a sufrir.