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SUPLEMENTO DE HUMOR DE PAGINA/12

 

 

Querido lector:
Este suplemento no es el de esta semana, es el de la semana pasada que se quedó en el banco esperando que le toque el turno de abrir una caja de ahorro en patacones truchos, o en Letras del alfabeto arameo antiguo, Lecops o Lecags, lo que sea, con tal de retirar nuestros humildes 250 semanales correspondientes.
Este suplemento está dedicado a usted, lector, que tampoco pudo salir todavía, ni del banco ni de su asombro; que se le cayó el sistema, en la cabeza, que está gestionando tarjetas que nunca se imaginó que pudieran existir, que está alucinando maneras estrafalarias de recuperar un dinero que ya era suyo. ¡Ni se imagina lo que significa, en estos días, tratar de dinero que uno todavía no tenía, me estoy refiriendo a ese que ganaba, por ejemplo, trabajando, en los tiempos en los que nuestros abuelos vinieron al país con una mano atrás y otra adelante, manos que por suerte pudieron ingresar al país sin que nadie los obligue a dejar una partecita en la Aduana!
Está dedicado a usted, que tiene su sueldo congelado, para no hablar de su sonrisa, o que tiene sus ahorros, aquellos que supo acumular a lo largo de toda su vida, en manos de un banquero, o de un ministro, o de alguien que usted ni sabe quién es, a quien usted le estará eternamente agradecido, si, al cabo de un tiempo, se dignan a devolverle aquello que ya era suyo, luego de haberlo usado (y hecho negocio con ello).
Está dedicado a usted, que le ha declarado su amor a cuatro cajeros automáticos, mas no ha sido correspondido; que ha tratado de cobrar su jubilación en dólares, australes o maravedíes, que está planificando, junto con sus seres queridos, maneras de recuperar o de perder lo menos que pueda, aquello que ya tenía. A usted que va a poner en el arbolito 150 certificados de apertura de cajas de ahorro.
Y también a usted, sacrificado empleado bancario devenido psiquiatra sin diploma, que debe escuchar, hoy más que nunca, los dramas que antes les contábamos a nuestros psicoanalistas, luego a los taxistas, y ahora, que la plata no alcanza ni para el taxi, a usted, preso en su escritorio, que además tiene también sus propios problemas, pero los deja para después del horario bancario.
Para todos ustedes, o sea, todos nosotros.
Hasta la semana que viene, lector.

Rudy

DANIEL PAZ

KIOSCO12