BIOLOGIA:
GENETICA MOLECULAR
Nuevas
proteínas a la vista
Por Xavier
Pujol Gebelli
El País
La naturaleza se basta con
tan sólo 20 aminoácidos para construir la trama de la
vida. A partir de esta pequeña colección de compuestos
químicos, codificados cada uno de ellos por secuencias de tres
letras (bases) del ADN de cualquier organismo, se forman todas las proteínas
de un ser vivo. Dos grupos de investigadores de varios países,
cada uno con un método distinto, han logrado alterar el orden
de las cosas. Gracias al uso de técnicas biológicas han
conseguido formar proteínas que incorporan aminoácidos
no naturales. Las nuevas proteínas abren la puerta a un sinfín
de aplicaciones.
La combinación de los 20 aminoácidos esenciales es suficiente,
por ejemplo, para generar las cerca de 100 mil proteínas distintas
que se calcula que existen en el ser humano. Y también lo es
para determinar las muchísimas menos que se expresan en una simple
bacteria, por más primitiva que sea o por más adaptada
que esté a las condiciones extremas.
Aunque las proteínas finales de unos y otros, de los seres más
evolucionados y los más primitivos, sean dispares y con funciones
distintas, la mecánica se repite con precisión matemática.
Sólo estos aminoácidos y ninguno más,
combinados de mil y una formas distintas, traducirán las instrucciones
del código genético en elementos funcionales que marcarán
el desarrollo de un organismo y todas sus funciones vitales. Cualquier
otro aminoácido que pudiera formarse es automáticamente
eliminado y no llega a formar jamás una proteína.
¿Jamás? Durante veinte largos años se ha especulado
con esa posibilidad y se ha intentado, aunque sin éxito, forzar
el estado de las cosas. Hasta ahora que Lei Wang, del Instituto de Química
Biológica de La Jolla (California), y Volker Doring, investigador
vinculado con el Genoscope francés y que ha contado con la colaboración
de científicos de la Universidad Philipps de Marburgo y del Instituto
Scripps de La Jolla, parecen haber dado con la clave para forzar la
evolución.
En expansion
En sendos trabajos publicados en Science, ambos equipos afirman
haber expandido el código genético de la bacteria Escherichia
coli para que codifique aminoácidos no naturales. El primero
lo ha logrado gracias a una modificación química que interfiere
el proceso de síntesis de proteínas. En concreto, añadiendo
un supresor del ADN de transferencia que permite introducir una mutación
en apariencia carente de sentido. Gracias a ello consigue que esa mutación,
que determina un aminoácido no natural, acabe transformándose
en una proteína igualmente extraña para el organismo.
En el caso de Doring, no se trata de un reemplazo en un punto específico
de la cadena que lleva a la expresión de proteínas sino
de una redefinición general de este mismo mecanismo que permite
desactivar parte del sistema corrector con el que las células
evitan la entrada de aminoácidos extraños, en este caso
el aminobutirato, similar en su forma a la cisteína.
Aunque la eficiencia de ambas metodologías es considerada todavía
baja por los propios autores de los trabajos, y a pesar de que las investigaciones
se circunscriben a unos pocos casos de aminoácidos nonaturales
en organismos tan primitivos como las bacterias, los resultados dejan
la puerta abierta a la especulación. August Böck, investigador
del Instituto de Genética y Microbiología de Munich, comenta
las enormes posibilidades de aplicación de ambas metodologías,
en especial para el estudio de la formación de proteínas
o para incorporar productos útiles en proteínas de nueva
generación de interés en salud humana. De la misma opinión
es Manuel Palacín, investigador en Bioquímica y Biología
molecular de la Universidad de Barcelona. A su juicio, la posibilidad
de sintetizar, de momento a través de bacterias, proteínas
prácticamente de diseño, abre una nueva avenida
para la biotecnología.
La nueva avenida a la que se refiere Palacín, y en la que coincide
con Böck, tiene mucho que ver con la ingeniería y la biotecnología.
Aunque queda por saber qué aminoácidos no convencionales
podrán producirse con estas manipulaciones genéticas,
y en qué puntos, para que den lugar a proteínas viables
y no perjudiciales para los organismos, parece claro que facilitarán
la entrada de grupos químicos que, de una u otra forma, ayuden
a compensar errores de traducción del código genético
como los que dan lugar a ciertas enfermedades o, incluso, a incorporar
elementos que puedan interferir en procesos patológicos.
