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Jueves 8 de Marzo de 2001

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En pretemporada, Bono habla de sus ¿convicciones? religiosas


“No puedo vivir como cristiano”

A dos semanas del comienzo de una nueva gira mundial (Elevation Tour), el líder de U2 se pone bien serio y analiza su rol de negociador de reducción de deudas externas de países pobres. Sin olvidar sus arranques de ironía, Bono se declara afín con George W. Bush y otros políticos “incorrectos”, le busca un sentido al catolicismo y amenaza a los EE.UU. con un juicio divino. Enterate.

“He evitado hablar sobre mi fe durante veinte años, pero pensé que estaba bien abrirme un poco”, le dijo Bono a Anthony DeCurtis, cronista estrella de la revista Rolling Stone, EE.UU., que ha estado en contacto con U2 desde 1984. La razón de un nuevo encuentro estrella-periodista estrella fue una entrevista publicada por Beliefnet (www.beliefnet.com), una cibercomunidad independiente de tono panreligioso, destinada a ayudar a las personas a “encontrarse con sus propias necesidades espirituales y religiosas”. ¿Por qué Bono tardó tanto en abrir la boca sobre sus creencias? El mismo lo explica: “El problema es que cuando hago esta clase de cosas, en los diarios sensacionalistas aparecen títulos como ‘Bono pontifica sobre la Santísima Trinidad’. Y entonces, ¡largaron! Pero, al mismo tiempo, no los dejo amordazarme. Estos son los pensamientos sin forma certera de una estudiante de estos temas, no los de un maestro”. A ver...
–Aunque la coalición Jubileo 2000 tuvo grandes logros, falló en conseguir su objetivo de máxima, que era la condonación total de la deuda externa de los países del Tercer Mundo. La coalición se ha desbandado, pero el trabajo sigue adelante. ¿Cuál es la iniciativa actual y cuál es tu rol en ella?
–Para nosotros, éste podría ser más el año del milenio que el anterior. Hay una posibilidad de que nos centremos en la crisis del sida/hiv, particularmente en Africa. Esa es la sacudida al sistema que podría permitir una condonación de deuda más profunda. Tuve dos reuniones con Tony Blair durante las últimas semanas y él comprende que está en el poder en un momento de gran importancia. Esto se parece a la peste bubónica, a Hiroshima o al Holocausto. Creo que él, junto con George W. Bush, va a trabajar con las naciones industrializadas y los líderes africanos para intentar darle una solución real a este problema. Y la condonación de la deuda será parte del paquete.
–¿Tenés el mismo nivel de afinidad con la administración Bush que con Clinton?
–Sí. De hecho, si mirás la tapa del New York Times cuando el tema de la cancelación de deuda pasó por el Congreso, el título era: “El Papa, U2 y George W. prevalecen”. Para mí era un triunvirato muy gracioso. Trabajamos muy duro para lograr una autoría tanto de republicanos como de demócratas en ese paquete, y tengo confianza en que los líderes republicanos seguirán el mismo camino. En el segundo debate, Bush mencionó la cancelación de deuda como una de las ideas que lo excitaban.
–Debido a que la condonación de la deuda se convirtió en un tema religioso, tuviste la oportunidad de encontrarte con varios políticos con los que probablemente estás de acuerdo en poco o nada. ¿Cómo fue eso?
–En ocasiones, realmente tuve que tragarme mis prejuicios. Como tenía cierta sospecha sobre la Iglesia Cristiana tradicionalista, tendía a considerarlos a todos iguales. Fue un error, porque hay gente honrada trabajando en todo el arco iris de creencias sistematizadas. Tuvimos una reunión en la Casa Blanca a la que el presidente Clinton invitó a Pat Robertson, quien, creo, se había referido al Clinton como “un demonio” y no había visitado la Casa Blanca en ocho años. Lo vi en ese salón con Adrew Young, quien dijo, con voz temblorosa, que esto era lo más importante que había sucedido para él desde las marchas por los derechos civiles en los años 60. Clinton dijo: “Este es un grupo bien extraño. Pero si ustedes están de acuerdo en reunirse unas cuantas veces más, realmente podrían cambiar al mundo”. Por otra parte, están empezando a gustarme más y más las personas que tienen convicciones impopulares. ¿En qué punto una creencia impopular interfiere con tus propios derechos humanos? Por ejemplo, la circuncisión femenina forzada. La Iglesia Católica se opone a la anticoncepción. La lista sigue. Dios tiene algunos hijos extraños y me cuesta estar en su compañía la mayor parte del tiempo.
Cuando me encontré con el Papa, llevé un libro de poesía de Seamus Heaney, al que él le había hecho una inscripción especial para el SumoPontífice. Era una cita del libro de catecismo de Heaney, de 1974. Decía: “¿Quién es mi prójimo? Toda la humanidad”. Con todas las fallas y perversiones de los últimos 2000 años –y con lo que cada exponente de esta fe ha intentado esquivar esta idea–, éste es, sin dudas, el dogma del cristianismo: que todos somos iguales a los ojos de Dios. Así que, como cristiano, no podés darle la espalda a Africa. Todo Estados Unidos será juzgado por Dios si ignora a 23 millones de personas sufriendo por el hiv, la lepra de nuestro tiempo. No podés darle la espalda a esto, y llamarte cristiano y quedarte tranquilo. La distancia no decide quién es tu prójimo y quién no. La Iglesia deberá convertirse en la conciencia del libre mercado –y dejar de ser su apóloga– si quiere tener algún sentido en este mundo.
–Durante el Zooropa Tour, a menudo llamabas por teléfono desde el escenario a figuras prominentes. En Londres, estabas vestido como el personaje diabólico que inventaste, MacPhisto, y, mientras tratabas de llamar al arzobispo de Canterbury, MacPhisto aseguró que los líderes religiosos eran algunos de sus amigos más íntimos.
–Es verdad. A menudo me pregunto si la religión es el enemigo de Dios. Es como si la religión fuera lo que sucede cuando el Espíritu Santo se aleja. El espíritu divino se mueve a través de nosotros y del mundo a una marcha que nunca podrá ser restringida por un paradigma religioso. En alguna parte de las Escrituras dice que el Espíritu Santo se mueve como el viento: nadie sabe de dónde viene ni hacia dónde va. El Espíritu Santo es descripto en las Sagradas Escrituras como mucho más anárquico que lo que cualquier religión establecida lo reconoce.
–A pesar de eso, U2 ha sido visto a menudo como un grupo de rock cristiano.
–En todo caso, la música es el lenguaje del espíritu. Su primera función es alabar la creación: alabar la belleza de la mujer que está a tu lado, o de la mujer que te gustaría que esté a tu lado. Es una energía efusiva natural que no deberías poner a trabajar. Cuando esa gente se levanta en los Grammys y dice “le agradezco a Dios”, siempre me imagino a Dios diciendo “Oh, no lo hagas, por favor no me agradezcas por esa canción. Por favor, ¡es una canción horrible, una basura!”
La idea más poderosa que ha entrado al mundo en el últimos miles de años –la idea de la Gracia– es la razón por la cual me gustaría ser cristiano. De todos modos, tal como le dije a The Edge un día, a veces me siento más un fan que parte de la banda. No puedo vivir como cristiano. Pero la razón por la cual me gustaría es la idea de la Gracia. Es realmente poderosa.
–También se ha hablado de vos en términos similares a los de las luchas espirituales de rockeros como Little Richard, Jerry Lee Lewis y Marvin Gaye.
–Nunca me atormenté del modo en que lo hicieron esos pioneros del rock, que estaban entre el gospel y el blues. Siempre vi a uno como parte del otro. Me gusta la rabia del blues, creo que estar enojado con Dios es, por lo menos, un diálogo. Como Robert Johnson en “Hell Hound on My Trial”, el blues está lleno de eso. Y llega hasta Marylin Manson. Estos son grandes interrogantes: si existe un Dios, es serio; si no existe un Dios, es incluso más serio. ¿O es al revés? No sé, pero éstas son las cosas que, como artista, van a cruzar por tu mente, tanto como una “Oda para mi nuevo Jaguar” (risas). Voy a agarrarme bien fuerte a mi derecho a ser un tarado. Tienen que permitirme eso.