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Jueves 17 de Mayo de 2001

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tapa del No

Rodrigo de la Serna, actor en leve ascenso

                               

A con tra ma no

El protagonista de “Okupas”, una serie que cambió cosas en la tele argentina, no gusta de las entrevistas ni de la frivolidad del medio en el que ahora destella. Nativo de Belgrano pero hecho en La Paternal con los años, Rodrigo profesa su amor por los Redondos y Sumo, y no tiene vergüenza en declarar que nunca antes había pensado trabajar en televisión. “Sólo quería hacer teatro por los barrios”, asegura.

POR CRISTIAN VITALE
fotos TAMARA PINCO

–¿Te jode que te hagan una entrevista?
–Me molesta.
–¿Por qué?
–Porque entrás en un nivel de exposición muy grande. No es fácil eso de andar cuidando lo que vas a decir para no ser mal interpretado.
–¿Te ponés nervioso?
–Generalmente no estoy relajado en los reportajes. Me cuesta mucho estar tranquilo, porque no es una charla de café con un amigo sino que estás pensando en que tus declaraciones van a ser leídas por todo el mundo. En realidad no sé si me jode eso, pero sí sé que me pone muy inseguro.
–Te gusta el perfil bajo, entonces...
–No sé qué sentido le das vos al perfil bajo. Lo que puedo decir es que no me gusta acceder a los medios. Me conformo con que la gente me vea cuando hago mi trabajo. Si encima del trabajo tenés que contarle tu vida a los medios, se complica bastante. No me atrae mucho.
–Esta postura es atípica en el “mundo de la televisión”. ¿Te sentís así?
–No tengo idea. Puede ser.
El que responde casi a la defensiva es uno de los jóvenes actores más importantes del momento. Tiene 24 años. Fue protagonista de “Okupas”, la tira que movió el avispero de la televisión argentina del 2000 y así se llevó cuatro Martín Fierro. Antes de eso, actuó en “Campeones”, “Vulnerables” y otras tiras por el estilo. Llegó al cine con un protagónico en Gallito ciego, un policial que pasó fugazmente por las carteleras cinematográficas. Con todo eso, vive un extraño momento de creciente fama y retracción por la exposición pública que esa creciente fama le ofrece. Por eso responde corto y contundente.

–¿Cómo te definís fuera del ámbito profesional?
–No soy de una sola forma. Depende de con quién esté, en qué situación y dónde.
–Postura arriesgada. Habla de varias personalidades.
–Es que tener una sola es muy aburrido.
–¿Cómo empezó tu carrera?
–Empecé con un taller de teatro a los 13 años. Hacíamos obras a nivel escolar. Recién a los 19 pasé a la televisión. Trabajé en “Cybersix”, “Naranja y media”, “Son o se hacen”, “Campeones”, “Calientes”, “Vulnerables” y “Okupas”.
–Algunos de esos programas fueron los más populares de los últimos años. ¿Cuál fue el que más te gustó hacer?
–”Cybersix” fue alucinante. Nunca había hecho televisión y debutar con un personaje tan deforme, tan comix, fue encantador. Iba acorde con mi línea.
–¿Creés que tuviste que transar con algún principio para trabajar en televisión?
–Sí, totalmente. Muchas veces dije que jamás iba a actuar en televisión, no me gustaba para nada. Tenía el pelo por la cintura, y sólo me interesaba pasear el teatro por los barrios.
–¿Y cómo abandonaste esos prejuicios?
–Cortándome el pelo –se ríe–. Me di cuenta de que el hecho de trabajar de lo que a uno le gusta, y poder vivir de eso, es una suerte muy grande. Sería muy estúpido de mi parte negarme a trabajar en TV pudiendo disfrutar de ella y, a la vez, ganarme la vida.
–¿En qué medida cambió tu vida cuando pasaste del teatro under a la tele?
–Principalmente en el bolsillo. Aunque parezca paradójico, logré ser más independiente. Rodrigo se excusa de hablar de otras cuestiones personales. Sólo informa que está en pareja y tiene una hija. Sin embargo, accede a contar otras historias de su pasado pre-fama.
–¿Ibas a recitales de rock?
–Sí. Iba mucho a ver a Los Redondos.
–¿Eras un desangelado más, entonces?
–No para tanto. Era un simple seguidor. También escuchaba Sumo a muerte.
–¿Llegaste a verlos en vivo?
–No. Era muy pibe. Me acuerdo que, a los 12 años, veía los carteles del gordo de Sumo en la calle y le pedía a mi viejo que me lleve a ver cómo peleaban los japoneses. Después me enteré de qué iba la cosa.

Ser okupa

–¿Te sedujo ese mundo marginal que mostraba el programa?
–No. Gracias a Dios, no. Si no, sería un esquizofrénico. Fue absoluta ficción, pero me sirvió para contactarme con realidades que no conocía. Nunca había ido al Docke. Si bien observo todo lo que pasa en la calle, nunca me había metido en un lugar así. Se ven cosas que, lógicamente, no ves en Callao y Corrientes. Fue como comprobar un montón de cosas, que están cada vez más presentes.
–¿Pizza, birra, faso fue un antecedente que tomaste en cuenta para construir tu personaje?
–Sí. Pero quiero aclarar que “Okupas” fue totalmente distinto a Pizza, birra, faso. Yo era un chico de clase media que se sumerge en ese mundo marginal.
–Pero convengamos que tienen muchas cosas en común...
–En algunos aspectos sí, como en la forma de filmar y en cierto tratamiento de la marginalidad. Pero para mí es otra cosa, muy distinta.
–¿Te referís a la participación de los actores de la escuela de teatro de la Villa 21 que participaron en la tira y que, de alguna manera, colaboraron para que la historia fuera más real?
–No sé. Sólo digo que yo no soy Ricardo y que el Pollo no es el Pollo.
–Sin embargo, alguna vez dijiste que eras Ricardo...
–También es cierto. Soy y no soy Ricardo. Lo encarné... Es muy loco. Cuando íbamos al Docke, venían los pibes y me decían: Che, Ricardo, dale, no le des bola al Pollo, quedate con el marcapito que vas a estar mejor. Me trataban como si fuera Ricardo. Increíble.