Rodrigo de
la Serna, actor en leve ascenso
A
con tra ma no
El protagonista de Okupas, una serie que cambió
cosas en la tele argentina, no gusta de las entrevistas ni de la frivolidad
del medio en el que ahora destella. Nativo de Belgrano pero hecho en La
Paternal con los años, Rodrigo profesa su amor por los Redondos
y Sumo, y no tiene vergüenza en declarar que nunca antes había
pensado trabajar en televisión. Sólo quería
hacer teatro por los barrios, asegura.
POR CRISTIAN VITALE
fotos TAMARA
PINCO
¿Te jode que te hagan una entrevista?
Me molesta.
¿Por qué?
Porque entrás en un nivel de exposición muy grande.
No es fácil eso de andar cuidando lo que vas a decir para no ser
mal interpretado.
¿Te ponés nervioso?
Generalmente no estoy relajado en los reportajes. Me cuesta
mucho estar tranquilo, porque no es una charla de café con un amigo
sino que estás pensando en que tus declaraciones van a ser leídas
por todo el mundo. En realidad no sé si me jode eso, pero sí
sé que me pone muy inseguro.
Te gusta el perfil bajo, entonces...
No sé qué sentido le das vos al perfil bajo.
Lo que puedo decir es que no me gusta acceder a los medios. Me conformo
con que la gente me vea cuando hago mi trabajo. Si encima del trabajo
tenés que contarle tu vida a los medios, se complica bastante.
No me atrae mucho.
Esta postura es atípica en el mundo de la televisión.
¿Te sentís así?
No tengo idea. Puede ser.
El que responde casi a la defensiva es uno de los jóvenes actores
más importantes del momento. Tiene 24 años. Fue protagonista
de Okupas, la tira que movió el avispero de la televisión
argentina del 2000 y así se llevó cuatro Martín Fierro.
Antes de eso, actuó en Campeones, Vulnerables
y otras tiras por el estilo. Llegó al cine con un protagónico
en Gallito ciego, un policial que pasó fugazmente por las carteleras
cinematográficas. Con todo eso, vive un extraño momento
de creciente fama y retracción por la exposición pública
que esa creciente fama le ofrece. Por eso responde corto y contundente.
¿Cómo
te definís fuera del ámbito profesional?
No soy de una sola forma. Depende de con quién esté,
en qué situación y dónde.
Postura arriesgada. Habla de varias personalidades.
Es que tener una sola es muy aburrido.
¿Cómo empezó tu carrera?
Empecé con un taller de teatro a los 13 años.
Hacíamos obras a nivel escolar. Recién a los 19 pasé
a la televisión. Trabajé en Cybersix, Naranja
y media, Son o se hacen, Campeones, Calientes,
Vulnerables y Okupas.
Algunos de esos programas fueron los más populares de
los últimos años. ¿Cuál fue el que más
te gustó hacer?
Cybersix fue alucinante. Nunca había hecho
televisión y debutar con un personaje tan deforme, tan comix, fue
encantador. Iba acorde con mi línea.
¿Creés que tuviste que transar con algún
principio para trabajar en televisión?
Sí, totalmente. Muchas veces dije que jamás iba
a actuar en televisión, no me gustaba para nada. Tenía el
pelo por la cintura, y sólo me interesaba pasear el teatro por
los barrios.
¿Y cómo abandonaste esos prejuicios?
Cortándome el pelo se ríe. Me di
cuenta de que el hecho de trabajar de lo que a uno le gusta, y poder vivir
de eso, es una suerte muy grande. Sería muy estúpido de
mi parte negarme a trabajar en TV pudiendo disfrutar de ella y, a la vez,
ganarme la vida.
¿En qué medida cambió tu vida cuando pasaste
del teatro under a la tele?
Principalmente en el bolsillo. Aunque parezca paradójico,
logré ser más independiente. Rodrigo se excusa de hablar
de otras cuestiones personales. Sólo informa que está en
pareja y tiene una hija. Sin embargo, accede a contar otras historias
de su pasado pre-fama.
¿Ibas a recitales de rock?
Sí. Iba mucho a ver a Los Redondos.
¿Eras un desangelado más, entonces?
No para tanto. Era un simple seguidor. También escuchaba
Sumo a muerte.
¿Llegaste a verlos en vivo?
No. Era muy pibe. Me acuerdo que, a los 12 años, veía
los carteles del gordo de Sumo en la calle y le pedía a mi viejo
que me lleve a ver cómo peleaban los japoneses. Después
me enteré de qué iba la cosa.
Ser
okupa
¿Te
sedujo ese mundo marginal que mostraba el programa?
No. Gracias a Dios, no. Si no, sería un esquizofrénico.
Fue absoluta ficción, pero me sirvió para contactarme con
realidades que no conocía. Nunca había ido al Docke. Si
bien observo todo lo que pasa en la calle, nunca me había metido
en un lugar así. Se ven cosas que, lógicamente, no ves en
Callao y Corrientes. Fue como comprobar un montón de cosas, que
están cada vez más presentes.
¿Pizza, birra, faso fue un antecedente que tomaste en
cuenta para construir tu personaje?
Sí. Pero quiero aclarar que Okupas fue totalmente
distinto a Pizza, birra, faso. Yo era un chico de clase media que se sumerge
en ese mundo marginal.
Pero convengamos que tienen muchas cosas en común...
En algunos aspectos sí, como en la forma de filmar y
en cierto tratamiento de la marginalidad. Pero para mí es otra
cosa, muy distinta.
¿Te referís a la participación de los actores
de la escuela de teatro de la Villa 21 que participaron en la tira y que,
de alguna manera, colaboraron para que la historia fuera más real?
No sé. Sólo digo que yo no soy Ricardo y que
el Pollo no es el Pollo.
Sin embargo, alguna vez dijiste que eras Ricardo...
También es cierto. Soy y no soy Ricardo. Lo encarné...
Es muy loco. Cuando íbamos al Docke, venían los pibes y
me decían: Che, Ricardo, dale, no le des bola al Pollo, quedate
con el marcapito que vas a estar mejor. Me trataban como si fuera Ricardo.
Increíble.
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