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Jueves 2 de Septiembre de 2001

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ATERCIOPELADOS Y JUANES: EL ROCK COLOMBIANO NO SE RINDE

Hay café café

Detrás de los sicarios y los futbolistas que brillan en la Argentina, Colombia sigue produciendo buenos discos y consolidando una identidad rockera singular. Aquí, una de las bandas insignia del pop electrónico latinoamericano y el nuevo candidato a estrella de Medellín desmienten la mitología violenta de su patria y relatan sus excursiones en tierra gringa.

POR ROQUE CASCIERO

Bichos raros
“Aquí lo único seguro es la muerte”, dice el protagonista de La virgen de los sicarios, la novela del colombiano Fernando Vallejo llevada al cine por Barbet Schroeder. Tanto en el libro como en el largometraje, Medellín aparece como una ciudad infernal, que se desarma bajo la guerra entre carteles, la miseria y los sueños existenciales de la mayoría de los adolescentes: armas automáticas y motocicletas.
“La realidad colombiana no es así”, responde el bajista y productor Héctor Buitrago (la mitad de Aterciopelados), con algo de orgullo patriótico herido. “Esa película es como una caricatura de lo que sucedió en un momento en Colombia; claro que estuvieron los sicarios y todo eso, pero fue hace tiempo. Sigue habiendo violencia, pero también hay muchas cosas buenas que tal vez no se conocen tanto. La guerrilla continúa, pero está fuera de las ciudades, entonces no percibimos tanto su accionar. Por otra parte, uno se acostumbra a vivir así.” La cantante Andrea Echeverry apoya la visión de su compañero: “Las noticias que llegan desde la Argentina dicen que hay mucha violencia, pero seguro que tú estás bien cómodo viviendo ahí, ¿no? Así nos pasa a nosotros. Hay muchos ambientes diferentes y donde nos movemos no se nota la violencia. Existe, pero impacta más lo que se ve en la televisión que lo que a uno le pasa”.
La situación política y económica de su país no será la mejor, pero los Aterciopelados eligieron Bogotá para darle forma a su último álbum, Gozo poderoso. El disco se basa en la idea de que la música puede curar, un concepto que la dupla tomó del chamanismo. Echeverry: “Hicimos dos canciones que hablan sobre el poder de los chamanes, que provocan distintos estados de ánimo a través de la música. Pueden llegar a sanar enfermedades a través de la música. Eso nos pareció importante, sobre todo para transmitir un mensaje positivo en un momento en el que todo parece estar mal. Sentimos que debíamos recordarle a la gente que tiene poderes dentro suyo para cambiar la situación en la que vive”.
Si el disco anterior del dúo, Caribe atómico, mostraba cierto deslumbramiento por la música electrónica, Gozo poderoso logra un balance entre esos sonidos, el rock y la tradición colombiana. “Hace tres años, un alcalde bogotano dictó una ley para que los locales nocturnos cerraran a la una de la mañana, entonces todo lo que tenía que ver con shows de rock cayó mucho”, recuerda Echeverry. “Lo que sí está muy fuerte es la movida electrónica, porque apenas apareció esa prohibición, aparecieron las fiestas ilegales y se multiplicaron los DJs.” Gracias a eso, la cantante y el bajista comenzaron a prestarle más atención a los Chemical Brothers, Air y Orbital, pero sin dejar de lado su gusto por Radiohead y la música de su país.

Precisamente la mezcla de ritmos resultó atractiva para públicos como el estadounidense: el nuevo álbum ya facturó allí más de 40 mil copias, ellos están en plena gira (de hecho, la conversación telefónica con el No fue desde Miami) y hasta se dieron el gusto de ser los primeros rockeros latinos en presentarse en “Tonight Show”, el famoso programa conducido por Jay Leno. ¿Cómo llegaron a semejante presente? En principio, por un camino extraño: la filial colombiana del sello BMG cerró sus puertas, pero la central tenía a Aterciopelados en la mira y les ofreció un nuevo contrato. Eso hizo que la prensa norteamericana les prestara más atención. Las buenas críticas y el boca a boca provocaron el resto. “Al principio, lo del ‘Tonight Show’ me resultaba un poco raro, sobre todo por esta cosa gringa de tener que viajar diez horas para tocar tres minutos”, reconoce Echeverry. “Era mucha presión, pero cuando llegamos a Los Angeles todo estuvo bien. Los gringos son muy profesionales, entonces hicimos pruebas de sonido hasta que todo estuvo bien, tres pruebas de cámaras... Además, Leno es muy cálido y la gente lo quiere mucho, así que fue una experiencia positiva.” Aunque los pasos de Aterciopelados en el norte sean cada vez más firmes, todavía el idioma es una barrera difícil de traspasar para llegar al gran público. La cantante lo sabe, pero también está convencida de que su banda debe llegar a quienes “están abiertos a escuchar electrónica, música alternativa, world music...”. “Hay gente que, aunque no entiende de qué hablan las letras, nos dice que el disco les transmite una sensación de calidez y que lo ponen cuando necesitan calmarse o relajarse. Entonces, me parece que el mensaje les llega, porque ésa era nuestra intención.” Pero, ¿no cree Echeverry que a los “gringos” les llama la atención su grupo por el exotismo de venir de un lugar como Colombia? “Algo de eso debe haber, debemos ser unos bichos raros para ellos. Pero el disco ha de gustarles, porque si no, no seguirían poniéndolo.”

Pop Metrallo
Cuando se habla de Juanes, lo primero que hay que saber es que detrás de ese nombre no hay una banda sino un solista. “Juan Esteban Aristizábal, nativo de Medellín”, es como se presenta, vía telefónica, este cantante y compositor cuyas ¡siete! nominaciones a los Grammy latino causaron sorpresa en el ambiente del rock latino (él dice ser el primer sorprendido). Pero, aunque Juanes sólo haya publicado un disco, el hombre tiene una historia en la música: en su país lideró Ekhymosis, un grupo que llegó a editar cinco álbumes antes de separarse. Después de la diáspora, Aristizábal se fue a Los Angeles “a buscar oportunidades”. Ahí conoció al productor–Rey Midas Gustavo Santaolalla, quien lo cobijó en su sello Surco y produjo el álbum debut del colombiano.
Fíjate bien tiene influencias rockeras, pero también del vallenato, la música andina y hasta del pop latino. En ciertos momentos, Juanes suena como una mezcla entre Enrique Bunbury y Alejandro Sanz, pero 100% colombian, claro. “Mi influencia viene de la música popular, porque aprendí a tocar la guitarra con boleros, tangos, rancheras y mucha nueva trova cubana: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Vicente Feliú...”, explica el cantante. “Más adelante me metí con la onda de Led Zeppelin, Black Sabbath y Metallica. También me ha influido mucho el rock en español: Soda Stereo, Fito Páez, Charly García, un poco de Caifanes... No sé, creo que mi disco tiene elementos del pop, pero no es un disco de pop.”
En la comunicación se mezcla el ruido de camiones que pasan: es que Juanes habla desde un celular mientras camina por las calles de Nueva York, donde la noche anterior tocó como parte del Watcha Tour (en el que también están los argentinos Bersuit, El Otro Yo y Los Enanitos Verdes, y los mexicanos Molotov). Viajar de un lado a otro se convirtió en una rutina para el cantante, aunque todavía mantiene su residencia en Colombia. “Haber crecido como músico en Medellín ha sido importante para mí, porque me ha aportado muchas cosas buenas y también otras muy fuertes. La vida se trata de eso, de vivir lo bueno y lo malo para poder sentir la diferencia. La ciudad ha sido mi casa y me ha servido de alimento; es una ciudad de mucho arrabal, de mucha música popular latinoamericana y, al mismo tiempo, de mucho rocanrol. Entonces, eso se me ha convertido en una mezcla rara, alimentada directamente por la calle. Y no es una calle tan violenta como algunos creen. Hubo una época mala, con el cartel y todo eso. Pero Colombia es un país tremendo, con muchas cosas buenas, y la gente vive normal.”

Bolívar tenía razón
En 1995, un grupo de jóvenes colombianos acercó una petición al Instituto Distrital de Cultura y Turismo: querían que se realizara en Bogotá un festival gratuito de rock latino. Siete temporadas después, Rock Al Parque es un evento único en América latina, que ha llegado a convocar a 200 mil asistentes durante un fin de semana, siempre con la idea de mezclar algunos artistas de renombre con otros en ascenso. El año pasado, la actuación de Manu Chao fue el momento más alto del festival, que contó con varias presencias argentinas: Divididos, Pericos y Timmy O’Tool, enérgico grupo under que allá fue muy bien recibido. En años anteriores habían visitado ese escenario los Illya Kuryaki, A.N.I.M.A.L. y los mexicanos Molotov, Café Tacuba y Control Machete, entre otros. Hasta aquí, los shows se hicieron en el Parque Simón Bolívar, donde entran 100 mil personas y en un anfiteatro en una colina llamado La Media Torta, con capacidad para 15 mil. Pero este año la Alcaldía Mayor de Bogotá, organizadora del evento, está intentando ampliar el número de escenario, de actividades y de días. Entre el 3 y el 12 de noviembre, habrá conciertos, seminarios y paneles en varios parques públicos de la ciudad.