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EXAMEN DEL LEGADO DE SIGMUND FREUD, A TRAVES DE UN REPORTAJE FICTICIO
“Yo había llegado al apogeo de mi soledad”

El siguiente reportaje ficticio a Sigmund Freud �íntegramente construido con citas textuales� resulta ser una lectura crítica de su obra y a la vez una tesis sobre su sentido en el contexto del psicoanálisis actual.

Bien: �No me quiebro la cabeza con el bien y el mal,
pero he encontrado poco �bien� en las gentes. La mayoría
son, en mi experiencia, unos canallas�, contestó Freud.

Por Carlos D. Pérez *

–Cuando me propuse conversar con usted, la idea me resultó atractiva, hasta divertida, pero ahora que lo tengo ante mí vacilo. Temo resultar irreverente, aquí en su consultorio, no sólo expuesto a su mirada sino también rodeado por sus viejos trofeos, mármoles y cántaros egipcios. Usted es casi sagrado para un psicoanalista.
–“Sagrado” es lo que descansa en que los seres humanos en aras de la comunidad más vasta han sacrificado un fragmento de su libertad sexual y de perversión.
–No, por favor, no me interprete, que esto saldrá publicado... Pero no quisiera interrumpirlo. Continúe, por favor.
–El horror al incesto (impío) descansa en que a consecuencia de la comunidad sexual (también en la infancia) los miembros de la familia adquieren cohesión duradera y se vuelven incapaces de afiliar extraños. Por eso es antisocial –la cultura consiste en esta renuncia progresiva–. Al contrario, el “superhombre”.
–¿El superhombre? Esto es decir que la cultura nos horroriza con la idea del incesto para que no nos atrevamos a la superación, al superhombre: ése es un concepto nietzscheano; usted ha frecuentado a Nietzsche.
–Durante mi juventud, Nietzsche significó para mí algo así como una personalidad noble y distinguida que me era inaccesible. Me procuré las obras de Nietzsche, en quien esperaba encontrar las palabras para mucho de lo que permanecía mudo en mí, pero no llegué a abrirlas. Me rehusé al elevado goce de su lectura con esta motivación consciente: no quise que representación-expectativa de ninguna clase viniese a estorbarme en la elaboración de las impresiones psicoanalíticas.
–Conociéndolo un lector voraz, no lo imagino rehusándose el goce de leer una obra que comprara con esa expectativa. Usted menciona filósofos con cierta familiaridad: los presocráticos, Platón, Kant; ha de haber leído mucha filosofía.
–Muy poca. De joven me sentía fuertemente atraído hacia la especulación y refrené esa atracción despiadadamente. Cierta repugnancia que me inspira mi tendencia subjetiva a dar rienda suelta a la imaginación me ha hecho siempre contenerme.
–Es frecuente que usted apoye sus lucubraciones en poetas y escritores, otras veces son ellos mismos quienes le brindan el material sobre el que trabaja su teoría. ¿Ha escrito poesía?
–A menudo me parecía que había heredado todo el arrojo y toda la pasión con que nuestros antepasados defendieron su Templo, y que estaría dispuesto a sacrificar alegremente mi vida por un gran momento en la historia. Y, al mismo tiempo, me sentía tan incapaz de expresar estas ardientes pasiones aun con una sola palabra o un poema...
–Al gran momento en la historia lo alcanzó, sin dudas. Lo galardonaron con el Premio Goe-the y hasta no ha faltado su nominación para el Nobel de Medicina. Hoy es usted un personaje popular.
–¿Le han dicho ya que me han sugerido como candidato para el Premio Nobel? No espero vivir para verlo, aunque se pusiera punto final al aplazamiento de su distribución. Estoy rodeado de una popularidad que me insatisface y me he lanzado a empresas que me roban todo el tiempo y posible ocio que necesitaría para llevar a cabo un sosegado trabajo científico. ¡A cuántas cosas hay que renunciar! Y, para sustituirlas, lo colman a uno de honores que jamás había anhelado. Cómo voy a hacer para liberarme de todos los trajines que van a tratar de endilgarme, es algo que aún ignoro; de lo que estoy seguro es de que no voy a colaborar. ¡Qué absurdo querer recompensar los malos tratos sufridos durante una larga vida con los festejos de un final dudoso!
–Lo suyo resulta una dura posición ética. Defiende su derecho a la soledad, la creciente aceptación de su pensamiento le resulta un final dudoso. ¿No tiene acaso una sensación de triunfo cuando el psicoanálisis se impone, luego de pasar por tanto rechazo?
–Es cierto, la causa progresa en todas partes, pero parece que usted sobreestima mi satisfacción por ello. La satisfacción personal que puede deducirse del psicoanálisis la gocé ya hace tiempo, cuando estaba solo, y desde que otros se han sumado, he recibido más disgustos que placeres. La forma en que las personas lo admiten y lo utilizan no ha producido en mí ninguna otra impresión de ellos, sino la de su conducta anterior cuando, sin comprenderlo, lo rechazaban. Debe de haber surgido en aquella época un abismo infranqueable ente ellos y yo. Por aquellos días había llegado al apogeo de mi soledad y perdido a todos mis viejos amigos sin adquirir ninguno nuevo. Nadie me hacía caso y lo único que me mantenía en la brecha eran unas gotas de arrogancia y el comienzo de La interpretación de los sueños. Posiblemente mi época aún esté por llegar, pero, si me está permitido añadirlo: por ahora ya pasó.
–¿Y en cuanto a la ética?
–La ética se la cedo; a mí la ética me es extraña... No me quiebro mucho la cabeza en relación con el bien y el mal, pero en términos generales he encontrado poco “bien” en las gentes. La mayoría son, según mi experiencia, unos canallas, ya sea que pertenezcan abierta o solapadamente a esta o aquella o a ninguna doctrina moral; me hallo fortalecido en la posición totalmente anticientífica, según la cual los hombres componen, considerados en términos generales, una chusma bastante miserable. Alimento varios prejuicios poco amistosos con respecto a la amada humanidad.
–Veo que su formación como hombre de ciencia no le impide colocarse en una posición tan anticientífica como sacrílega.
–¿Por qué no fue uno de tantos piadosos quien fundó el psicoanálisis? ¿Por qué fue necesario esperar a un judío totalmente ateo? Yo mismo no soy más que un hereje, el cual, sin embargo, no se ha convertido todavía en un fanático. A los fanáticos, la gente que está dispuesta a tomar solemnemente en serio su limitación, no los soporto.
–Su hereje ateísmo no lo volvió fanático, es cierto, pero desembocó en el pesimismo.
–Mi pesimismo me parece, por lo tanto, un resultado; el optimismo de los demás, una hipótesis. Podría decir también que realicé un matrimonio de conveniencia con mis teorías sombrías y que los demás viven, con las suyas, en una unión por simpatía. Espero que con ello sean más felices que yo.
–¿Y la gente que ha acudido a usted en busca del científico relevante que lo ayude?
–No los he complacido ni aliviado, ni les he dicho cosas edificantes. Tampoco fue ésa mi intención. Yo sólo quería explorar, resolver incógnitas, descubrir una parte de la verdad, pero la verdad no tiene aceptación. Ello puede haber causado dolor a muchos y beneficiado a unos cuantos, sin que ni una cosa ni la otra me parezca achacable a culpas o méritos por mi parte. Siempre es para mí como un accidente sorprendente el que parte de mis doctrinas y mi propia persona logren atraer una pizca de atención.
–¿Cómo ubicarnos los que trabajamos con sus descubrimientos y peleamos por ellos?
–La gente no espera aprender y por ello está incapacitada por ahora para la comprensión de las cosas más sencillas. Cuando llega el momento, son capaces de entender las ideas más complejas. Hasta entonces no podemos hacer otra cosa que seguir trabajando y caer lo menos posible en vanas discusiones. Después de todo, lo único que podría uno contestar sería: “Usted es un idiota”, o “Es usted un embustero”. Y resulta natural que no podamos permitirnos la expresión de esas opiniones. Un buen día, echando la vista atrás, se dará usted cuenta de que estos años de lucha han sido los más hermosos de su vida. Mas le ruego que no me erija usted un pedestal, pues soy demasiado humano para representar tan egregio papel. Aparte del problema que supone el saber demasiado poco, existe también el de pretender saber demasiado.

Fuentes:

* Cartas 85, 129 y 235, en Cartas a Wilhelm Fliess (1887-1904). Amorrortu, Buenos Aires, 1994.
* Cartas a Marie Bonaparte del 10-5-1926, 3-1-1937 y 12-11-1938, incluidas en Cartas a Wilhelm Fliess (“Introducción”). Ibíd. y en Epistolario. 1873-1939. Biblioteca Nueva, Madrid, 1963.
* Carta a Martha Bernays del 2-2-1886, en Epistolario, Ibíd.
* Carta a Romain Rolland del 13-5-1926, en Epistolario, Ibíd.
* Carta a Fritz Wittels del 15-8-1924, en Epistolario, Ibíd.
* Carta a Carl G. Jung del 19-9-1907, en Epistolario, Ibíd.
* Cartas a Oskar Pfister del 9-10-1918, 25-12-1920 y 7-2-1930, en Sigmund Freud-Oskar Pfister: Correspondencia. 1909-1939, Fondo de Cultura Económica, México, 1966.
* Cartas a Arnold Zweig del 2-6-1927, 20-12-1927, 28-1-1934, 12-5-1934, 21-2-1936 y 31-5-1936, en Correspondencia Freud-Zweig, Gedisa, Barcelona, 1980.
* Correspondencia de Sigmund Freud-Georg Groddeck, Anagrama, Barcelona, 1977.
* “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico”. Tomo XIV de las Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.
* Citado por Ernest Jones: Vida y obra de Sigmund Freud, Tomo I. Nova, Buenos Aires.

* Psicoanalista, miembro del Club de Analistas Círculo Freudiano. Coautor de Analizarse con Freud (Letra Viva).

 

POSDATA

Graves. “Las patologías graves o lo grave de la estructura, en Freud y Lacan”. Posgrado en la Facultad de Medicina con Jorge Linietsky, desde el 25 a las 19. 4806-4655.
Psicodrama. Cursos anuales en el Centro de Psicodrama Psicoanalítico Grupal que dirige Eduardo Pavlovsky. 4866-4242.
Aprendizaje. “Evaluación neuropsicológica de las patologías del aprendizaje”, por Roberto Paterno en CIFAP. 4862-7038.
Niños. “El lugar del analista de niños y adolescentes”, en APdeBA. El 18 a las 13, con Ricardo Avenburg. Gratuito. Maure 1850, 4775-7867.
Adolescencia. Seminario “Operatoria adolescente” con Estela de Gurman, lunes de 20 a 21.15 desde el 16. “Pensar la clínica con niños”, con A. Varela y S. Dimant, viernes de 13.30 a 15 desde el 20. Agrupo, 4951-6796.
Mental. “Salud mental, calidad de vida y desarrollo humano”, reunión científica el 18 desde las 18. Con Valentín Barenblit, Raúl Courel, Emiliano Galende y Juan Carlos Ferrali. Callao 181. Organizan CEDHU (Centro de Estudios para el Desarrollo Humano) y Centre Ipsi (Barcelona).
Filosofía. Grupos de lectura y reflexión sobre pensamiento contemporáneo con Rubén Ríos: “De Nietzsche a Badiou: la crisis de la filosofía tradicional”. 4863-0193.
Trabajo. Talleres de capacitación para la búsqueda de trabajo en la APDH. Desde el 18. Gratuito. 4824-5847.
Posmo. “Psicoterapia posmoderna con enfoque familiar”, posgrado en Sociedad Argentina de Terapia Familiar. Martes de 18 a 22 desde el 17. 4962-4306.
Goce. “Del goce en Freud”, por Héctor López en Centro Psicoanalítico Argentino desde el 23 a las 20. Desde el 26 a las 20, “Táctica y estrategia en la dirección de la cura”, por Eduardo Pérez Peña. 4822-4690.
Justicia. “Terapia y justicia social”, con invitados del Family Centre de Nueva Zelanda: Charles Waldegrave, Kiwi Tamasese y Warihi Campbell, desde el 31 de mayo en Centro de Estudios Sistémicos. 4804-4231.
Púberes. “Psicoanálisis con niños y púberes”, seminario de Liliana Donzis, desde el 18 a las 13 en EFBA. 4776-7827.
Pase. “El analista: reclutamiento, relevamiento, permutación”. Homenaje a los cien años de Lacan y presentación del libro La experiencia del pase, el 18 a las 21 en Perú 272. Gratuito. Escuela Freudiana de la Argentina. 4961-7908.

 

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