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EE.UU.
La ciudad de Boston

Culta, europea y muy limpia

Con el orgullo de su historia a cuestas, Boston, en el estado de Massachussets, es la ciudad más europea de los Estados Unidos. Pero quizá lo que más atrae es la actividad intelectual que proyectan su famosa universidad y la muy próxima Universidad de Harvard. Museos, galerías de arte, librerías, música y pubs en un recorrido urbano donde el cuidado y la limpieza brillan por todos lados.

Por Andrew Graham-Yooll

Me advirtieron que en Boston es sorprendente cómo ha crecido el número de residentes argentinos. No tuve que encontrarme con ellos. En la ciudad con más historia de los Estados Unidos tenía otras prioridades, como ser comprender el orgullo ciudadano que se siente ahí por el dato más insignificante del pasado vivido. Ese orgullo también lo deben sentir los argentinos residentes, dado que hasta el último ser viviente parece cuidar el lugar. Me pregunto porqué eso mismo no lo hicieron acá antes de irse. O quizás se fueron porque no pudieron cuidar a Buenos Aires.
Con una gran universidad (Boston) en terreno propio, la presencia de la Universidad de Harvard, en Cambridge, a 20 minutos en subte del centro de la ciudad, y una gran participación en la lucha por la independencia de Estados Unidos, Boston es un centro cultural e intelectual de primera línea en el Nuevo Mundo.
La observación surge de una conversación viajando a Marshfield, un suburbio cercano donde los colores del otoño en las hojas de los bosques tienen su mayor esplendor y donde las grandes casas de madera parecen salidos de las ilustraciones de Norman Rockwell (ese que presentó a la familia tradicional, convencional, del este de los Estados Unidos, tapa del Saturday Evening Post durante dos décadas), cuando el hombre al volante dijo, “Quiero estudiar la naturaleza de la realidad. Mi yerno (Profesor en la Universidad de París) se está volcando más a la física cuántica, y me intriga. ¿Existe la realidad si no se la ve?”.
Al costado del camino había cadáveres de raccoon y de zorrinos (que se olían desde un par de kilómetros), parte de la vida silvestre adaptada a la existencia suburbana y muerta bajo las ruedas de su tecnología.
De regreso en la ciudad sorprendió la publicidad del Viagra en la TV mientras tomábamos una cerveza. Eso en contraste con los retratos de personalidades históricas de John Singleton Copley (1737-1815), un artista angloirlandés que en la guerra de independencia logró ser amigo de realistas y patriotas al mismo tiempo para alcanzar un buen negocio artístico. Su nombre es recordado en una estación y una calle.

Nueva Inglaterra Casi todos los nombres de calles del centro de Boston tienen su origen en Inglaterra y en los pueblos donde originaron los primeros colonizadores, puritanos que venían de Lincolnshire para imponer sus estragos en la colonia. Desde la vida de aquellos protestantes de los siglos 16 y 17, moralistas totalitarios, pasando por recuerdos de la vida de Benjamín Franklin (1706-90), y la rebelión del Boston Tea Party en contra de los impuestos cobrados por la corona, y toda la vida recuperada en el Central Market, que data de 1826, aquí se conserva todo para el turista. Hasta el pub de la serie televisiva “Cheers” es motivo de peregrinación consumista, si bien en el bar sólo se filmó una vez y luego trasladaron las grabaciones a un estudio. Y en el Boston Common, el parque central, ya es historia aceptada la concentración anual de setiembre, cuando el público que se reúne para expresar libremente opinión diversa: en el 2000 se reunieron 60.000 personas para reclamar la legalización de la marihuana (el que pasaba por ahí en esa ocasión quedaba bajo los efectos de los humos libertadores).
Esta es la ciudad más europea de los Estados Unidos, pero también es la ciudad de los irlandeses (hasta el jefe de policía es irlandés, y buena parte de la administración y la autoridad política lo son), cosa que también la hace muy conservadora.
Tiene el sistema de trenes subterráneos más antiguo de los Estados Unidos, iniciado en 1897, y la ciudad ha encarado la transformación edilicia más grande y costosa de la Unión y del mundo, con excepción de un proyecto hidroeléctrico en la China: un sistema de autopistas y túneles que reemplazarán las avenidas actuales y pondrán a toda la red ferroviaria bajo tierra. Los ciudadanos se quejan por lo que representa en impuestos el proyecto de 13.000 millones de dólares; los políticos y urbanistas sejactan por lo que significa en adelanto para la vida y el transporte ciudadanos.
Sorprende siempre que en un país tanto más rico que el nuestro, la conservación de todo lo desechable sea una costumbre decidida. Se recomienda no usar mucha agua, separar el vidrio de los envases metálicos en la basura, etc., no gastar mucho papel higiénico... Claro, si tuvieran bidet gastarían mucho menos papel, pero el bidet es un accesorio pornográfico, realmente considerado obsceno.

El Paseo de los Patos La ciudad es fácilmente recorrida en transporte público. Puede ser en un tranvía, que recorre la ruta histórica (a 22 dólares por dos horas de paseo), o en un carruaje tirado por caballo, o en el ocurrente “Paseo de los Patos” (Duck Tour), a 21 dólares. Estos son unos ómnibus instalados sobre antiguos transportes anfibios de tropas, usados entre la victoria en la Segunda Guerra Mundial y la derrota en Vietnam. Son transportes de seis ruedas, con motores de seis cilindros, construidos por la General Motors para la industria de la muerte. Ahora, estos “buses” recorren la ciudad, entre lo más nuevo y lo más viejo, incluyendo lo más importante para un turismo capitalista: en la señorial calle Beacon, en el número 39, el guía muestra una casa de familia por la que los dueños pagaron 5,2 millones de dólares en 1999.
El Paseo de los Patos tiene la ventaja adicional de incluir un pequeño crucero por el río Charles, hoy con agua limpia y en cuyas costas el municipio proyecta construir playas dentro de cinco años. Hace quince años, informa el guía, “Si uno se metía en esta agua veía disolverse el cuerpo, tan sucio estaba”. El programa de limpieza es estricto. Tendríamos que importarlo para el Riachuelo.
La importancia del turismo es visible en todos lados. La calle Newbery, en la zona que llaman el Back Bay, se recomienda como una calle Florida de antes que fuera un mercado persa. Por Newbery se camina con la consigna decidida de ver y ser visto. Es una calle que concentra el mayor número de galerías de arte de la ciudad, las confiterías más vistosas, y los hoteles más pequeños y hogareños (Guest House con un servicio muy inglés de Bed and Breakfast).
Boston, por su proximidad con la historia y con grandes universidades, es una ciudad con un complejo de ocho museos que concentran la sabiduría del mundo. El museo Peabody, de ciencias naturales, parece un poco abandonado, los ojos de vidrio de animales embalsamados se hallan en el piso, ignorados porque ya no es políticamente correcto tratar así a la vida silvestre. Pero en los otros centros se encuentra desde la historia del cine hasta el tiranosaurio, y otras distracciones parecidas para niños molestos.
Lo más fascinante, de lejos, es la actividad intelectual, que atrae un gran centro de enseñanza, y la historia, esa historia que combina Europa y América. Pero hay quienes prefieren los cientos de pubs irlandeses, el deporte o la música (esta es la cuna de la Boston Pops), hay para todos los gustos, y más barato que en New York.