Con motivo de la visita oficial del Presidente de la Argentina don Mauricio Macri al Congreso de los Diputados en Madrid, le hicimos entrega de una carta sumándonos al pedido internacional de excarcelación de la líder social jujeña y diputada electa al Parlasur Milagro Sala. Fue una iniciativa de Gloria Elizo y mía en nuestra calidad de miembros de la Mesa del Congreso, el órgano de Gobierno de la Cámara Baja de las Cortes Generales españolas. Como bien se ha reflejado en medios de comunicación y redes sociales de España y Argentina, no fue la única iniciativa adoptada ese día. En la sesión de control parlamentario al Gobierno inmediatamente previa a la llegada de Macri, nuestro diputado Iñigo Errejón cuestionó al Ministro de Asuntos Exteriores español por el enfoque de la visita oficial, ofreciendo un balance severo del primer año y medio de gobierno macrista. Y nuestra Portavoz del Grupo Confederal, Irene Montero, lució durante la recepción oficial una camiseta abogando también por la liberación de Sala.

Nuestro grupo parlamentario se ha comportado de manera estrictamente respetuosa durante la visita al Congreso del Presidente Macri, como él mismo reconoció en declaraciones posteriores. No podía ser de otra manera, dada la legitimidad que le asiste a él como máximo mandatario de un país democrático hermano y al Gobierno de Mariano Rajoy a la hora de invitarle en viaje oficial a España. Pero nuestra interpelación contundente tiene su origen en la legitimidad que también nos asiste como grupo de 71 diputados que constituye más de un quinto del Congreso con el respaldo de 5 millones de votos. Así, nuestra crítica se dirige a los dos objetivos principales que han orientado la agenda de Mauricio Macri en España.

En primer lugar, este viaje ha postulado a Macri como punta de lanza del intento de restauración conservadora en Latinoamérica. Se busca de esta manera un cambio de hegemonía política hacia la derecha que, si bien en la Argentina ha adoptado la vía electoral, no duda en operar de maneras más reprobables en casos como los de Brasil o Paraguay. Y en segundo lugar, el Presidente Macri ha venido a arrojarse a los brazos de determinados grandes grupos empresariales locales. Macri tiene el derecho a buscar lo que él considera los mejores lazos para su país con inversores españoles. Pero el resultado objetivamente devastador de las crisis desatadas en Latinoamérica y el Sur de Europa por la violencia de las políticas neoliberales de las décadas pasadas, ha de alertarnos frente a este intento de restaurarlas. La intervención de Macri en el propio Hemiciclo del Congreso resultó sintomática de la vinculación entre estos dos objetivos de su visita. Lejos de situarse a la altura de un estadista obligado a escenificar los lazos fraternos entre países hermanos, Macri ofreció un discurso deshilvanado con alusiones electoralistas a la interna de su política nacional y llamando abiertamente a las inversiones empresariales. Por eso no le aplaudimos: porque utilizó la sede de la soberanía popular para confundir intereses generales con posiciones partidarias y limitar su visión de la riquísima relación histórica entre nuestros pueblos a los vínculos entre las élites económicas.

La Presidenta del Congreso Ana Pastor, diputada del Partido Popular, rememoró en su presentación de Macri el discurso pronunciado en este mismo Hemiciclo por el Presidente Raúl Alfonsín, el 12 de junio de 1984. Sin embargo, la evocación es sangrante si de veras se contrasta la pequeñez del martes pasado con la altura de estas palabras de hace más de treinta años que todavía emocionan: “No hemos llegado aquí como se llega a otras tierras. No hemos llegado a un país más... Desde la Argentina democrática traigo el saludo de un pueblo que ha recuperado su libertad y que está reconstruyendo con dificultades, pero sin descanso y sin claudicaciones, su propio destino, fijándonos como objetivo fundamental la restauración de la dignidad del hombre, la plena vigencia del Estado de Derecho, el imperio de la justicia social y el fortalecimiento de la capacidad autónoma de decisión nacional... Lo que el pueblo argentino está haciendo para recuperar su libertad y su bienestar, trasciende nuestro ámbito nacional. La lucha de una sociedad por la democracia no sólo compromete a sus miembros: los derechos fundamentales deben ser defendidos por el conjunto de la humanidad”.

A la luz de las palabras anteriores, se entiende que no es por capricho que nos hagamos eco de las peticiones por la excarcelación de Milagro Sala o por la supervisión internacional de su caso, sostenidas por organismos y mandatarios internacionales imparciales como Amnistía Internacional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el secretario general de la Organización de Estados Americanos y el primer ministro canadiense Justin Trudeau en su visita oficial a la Argentina el pasado año. El Presidente Macri no ha dado contestación oficial a nuestra carta. Pero sí se ha visto obligado a responderla públicamente, interpelado por los periodistas, en su rueda de prensa conjunta con Mariano Rajoy en el Palacio de la Moncloa, sede de la Presidencia del Gobierno español. Su respuesta de circunstancias sobre la separación de poderes y la independencia judicial ha sido inmediatamente refutada por el CELS argentino. De acuerdo con el informe emitido por el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria, órgano derivado del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la imparcialidad de la justicia jujeña es dudosa en el caso de Sala, y citamos textualmente: “El Grupo de Trabajo no recibió información relevante por el Gobierno de la República Argentina sobre las acciones legales adoptadas entre 2010 y diciembre de 2015, periodo sobre el que tuvo conocimiento sobre presuntos hechos delictivos de la señora Sala. Por el contrario, pareciera que las acciones legales y procesales se aceleraron a partir de la protesta social iniciada en el mes de diciembre del año pasado. Además, se pudo observar que jueces y fiscales asignados para el conocimiento de las acusaciones, fueron seleccionados e iniciaron funciones para delitos que no se ajustan a los criterios de urgencia o que pudieron haber esperado a que concluyera la feria judicial”. El Cels le ha recordado a Macri asimismo que el Estado argentino está obligado, por los tratados internacionales suscritos por este país, a atender la resolución del mencionado Grupo de Trabajo.

El liderazgo social de Milagro Sala emergió, no por casualidad, de los años noventa. Entonces, al igual que recientemente en España, una mayoría de gente común se vio forzada a tomar las riendas de sus propias condiciones de vida para afrontar una grave crisis económica, social y política cuyos costes pagaron sin ser responsables. Hay indicios razonables de que Sala ha sido detenida precisamente por su actividad política derivada de aquel escenario intolerable. El presidente Macri ha venido a España apelando al privilegio del que de facto disfruta la circulación internacional de los grandes capitales. Ha de tomar nota de que también aquí en España le hemos recordado que existe el principio de universalidad de la justicia. La privación de libertad impuesta a Milagro Sala ya no es sólo un problema interno de la Argentina.

* El autor es diputado de En Comú Podem en las Cortes Generales españolas y Secretario Tercero del Congreso.