El gobierno de Mauricio Macri recurrió una vez más a trolls para intentar deslegitimar un reclamo, en este caso de maestros, escudado en el anonimato de las redes sociales. Se trata de otra “campaña sucia del PRO contra los docentes con la misma lógica y tipo de operación que hicieron contra los científicos del Conicet”, recordó ayer Sonia Alesso, secretaria general de CTERA. Aquella operación en las sombras, último antecedente de un trabajo sucio que ya ocupa un lugar central en la política comunicacional de Cambiemos, machacó sobre los más burdos prejuicios contra la comunidad científica pero no logró torcer el brazo de los investigadores.
“Durante todo el conflicto pusieron a sus trolls a hacer campaña contra los científicos, porque tienen un desprecio total por todos los trabajadores, trabajen donde trabajen”, contó a este diario Juan Manuel Sueiro, secretario adjunto de ATE Capital, el día que el ministro Lino Barañao tuvo que ceder a la presión de los investigadores apostados frente al Ministerio de Ciencia y ofrecerles extender becas e incorporar a becarios que no habían ingresado al sistema. “El Poder Ejecutivo no advierte que negarle recursos a la investigación científica condiciona el desarrollo del país. En lugar de ello, deja que los trolls tilden a profesionales de renombre de ñoquis y vagos, reeditando la estrategia comunicacional del año pasado para justificar miles de despidos de trabajadores estatales”, informó el mismo día el periodista David Cufré en su panorama económico en PáginaI12.
“Ya es evidente que identidades falsas, call centers, fake news y difamaciones constituyen la verdadera política comunicacional del macrismo”, reflexionó por esos días la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Desde su cuenta de Twitter, la ex jefa de Estado lamentó “que la infamia llegue a nuestros científicos, quienes desde variadas posiciones políticas o sin ellas, luchan por sostener la ciencia”. Como “ejemplo de la actividad promocionada (¿con fondos públicos?) bajo identidades anónimas para agraviar a investigadores argentinos”, compartió un comentario, ilustrado con el logo del Conicet que decía: “Investigaciones redundantes, subsidios poco claros y gastos en discusiones sobre Balbín y Perón. El Conicet tiene 5000 empleados más que la NASA, ¿sirven de algo?”.
“Desde el equipo de comunicación extraoficial –no reconocido– del gobierno se desató una campaña en las redes sociales –en particular por Twitter– para desprestigiar a los que peleaban por la continuidad de sus becas y a los que los apoyaban. Y para degradar esa lucha y sus motivos”, explica Abel Baldomero Fernández en un artículo titulado “La batalla del CONICET en las redes sociales” publicado a fines de diciembre en “El blog de Abel”. Distinguió la campaña de los habituales insultos y difamaciones de foristas y twitteros, y señaló que “en esta oportunidad los ataques deliberados y coordinados fueron fáciles de identificar, porque el tiempo de la ‘batalla’ fue corto y definido. No por el contenido. Los que pretendían continuar sus investigaciones eran, indiscriminadamente, ‘vagos K’, y sus proyectos eran ridículos o pretextos para robar al Estado. Los ataques no estaban más elaborados que los de cualquier forista en los sitios online de los medios, y no mostraban el menor conocimiento de lo que estaban hablando. Es decir, estaban pensados para apelar a los prejuicios, no al razonamiento. Como aconsejan todos los manuales de publicidad”.
Fernández apreció que en aquella oportunidad “no hubo viralización de los ataques, ni siquiera mucho eco excepto entre el ‘antikirchnerismo compulsivo’”, concluyó que los ejecutores de la campaña sucia “no tuvieron éxito” por la victoria parcial de los postulantes a investigadores y reflexionó que “al ser un enfrentamiento de tipo gremial, los que participan en él son menos vulnerables a la formación de opinión por agencias externas”. Lamentó, sin embargo, que “esta ofensiva de los trolls paraoficiales, aunque estéril en el momento, contribuyó –es inevitable– a instalar/fortalecer prejuicios contra la ciencia argentina”.