Los peritos de la Gendarmería Nacional se tomaron dos meses para leer la causa por la muerte del fiscal Alberto Nisman y en las próximas semanas empezarán con su trabajo: se les pide un dictamen sobre la forma en la que murió el fiscal. Hasta ahora, las pericias –médica, criminalística y balística– concluyeron que Nisman murió el domingo 18 de enero por la mañana, no hubo mecánica homicida, el fiscal tiene rastros compatibles con disparo de arma de fuego en sus manos y no había ninguna otra persona en el baño en el momento del disparo. O sea que el fiscal se quitó la vida. Sin embargo, el caso plantea permanentemente mitos y afirmaciones que no coinciden con lo que figura en el expediente. En forma reciente, el periodista Nicolás Wiñazki publicó un libro –Fueron por Todo, Editorial Sudamericana– en el que dedicó un capítulo a Nisman, su investigación y su muerte. Algunos de los elementos que no coinciden con el expediente llaman la atención.

1 Transcribe Wiñazki: Las puertas del departamento de Nisman, en especial la de servicio, estaba cerrada así nomás, sin cerradura y adentro no había ninguna llave puesta. 

En la causa judicial declararon bajo juramento la madre de Nisman, Sara Garfunkel, el custodio Armando Niz y el cerrajero Gualberto Gualtieri. Los dos primeros coinciden en que la puerta de servicio estaba cerrada desde adentro con una especie de cerradura Trabex, es decir un pasador que se corre con una llave. Esa cerradura fue abierta por Garfunkel con las llaves que tenía. Cuando quiso abrir la cerradura más común, la de abajo, se encontró con que su llave no entraba porque del lado de adentro estaba puesta la llave. Eso es lo que hizo que llamaran al cerrajero Gualtieri –no estuvo presente antes, cuando Garfunkel abrió la cerradura de arriba– y el cerrajero muy fácilmente empujó la llave con una especie de alambre y despejó la cerradura. A partir de ese momento entraron al departamento Garfunkel, el custodio Niz y una amiga de la madre. La puerta principal estaba aún más cerrada: tenía un pasador del lado de adentro. No se pudo abrir. 

Todo esto es evidencia de que Nisman se quitó la vida, aunque no es concluyente. Alguien podría haber copiado la llave de esa Trabex y podría haberla cerrado desde afuera. Parece difícil, pero en la teoría no se puede descartar. Lo que sí está claro es que las puertas estaban cerradas por dentro, al revés de lo que dice Wiñazki. 

2 Extrañamente, Sergio Berni llegó antes que cualquier autoridad judicial. 

No es verdad y es un punto importante porque se sugiere, sin decirlo, que el ex secretario pudo haber alterado la escena. Según el expediente, el juez Manuel De Campos, llegó poco después de la medianoche. Berni, en cambio, llegó 0.50 desde Zárate donde había comenzado sus vacaciones. Es decir que llegó al departamento una media hora después del juez. De Campos bajó en el ascensor unos minutos y por eso se cruzaron, pero Berni no llegó a estar ni tres minutos en el departamento cuando De Campos volvió a subir. 

Desde que se abrió el departamento y el custodio Niz encontró a Nisman en el baño, en todo momento estuvo presente la madre del fiscal y su amiga, Marta Chagas. En ningún momento, según declaró Sara Garfunkel, Berni ni ninguna otra persona entraron al baño. 

Pese a la intensa campaña desplegada para desacreditar los primeros trabajos en el baño, el perito Daniel Salcedo –que trabaja para la ex pareja de Nisman, Sandra Arroyo Salgado– dejó en claro que ni la policía ni la fiscal “afectaron los patrones de manchas” dentro del baño, es decir que no se alteró la escena. Eso se puede encontrar en la declaración del 17 de julio de 2015 en el expediente. Salcedo sostiene que a Nisman lo mataron y que el supuesto homicida movió algo el cuerpo, pero que después de hallado el cadáver no se produjeron alteraciones. 

3 La computadora de Nisman fue intrusada. El teléfono de Nisman apareció el domingo sin los llamados y mensajes anteriores. El troyano.

No está comprobado que la computadora fuera intrusada ni existen accesos remotos comprobados. Y tanto en la computadora como en el celular había programas borradores, de seguridad, es decir programas destinados a borrar, por ejemplo, llamadas, mensajes y otras informaciones. Sí estaban en el celular las fotos y también en la computadora. Esos programas de seguridad los tenía y los usaba Nisman en forma habitual y por eso estaban instalados. Sin embargo, en la conclusión final de la pericia informática, firmada por todos los peritos, dice que no se puede concluir nada porque no está claro quién hizo los borrados, si el propio Nisman u otra persona. 

Wiñazki dice que la computadora tenía un programa troyano, es decir un programa espía. No es cierto. El troyano estaba en el celular y nunca estuvo activo porque no funcionaba con ese sistema operativo. Se consultó a dos empresas especialistas en troyanos, Trend Micro y Eset, y ambas coincidieron en que el troyano nunca operó ni estuvo en la computadora. 

El troyano fue metido al celular mediante un mail que se envió desde una dirección IP en Paraná. Wiñazki dice que la fiscal Viviana Fein no ordenó allanar esa empresa porque no dispuso los viáticos para el viaje a la ciudad entrerriana. Es falso. En agosto, Fein le pidió a la jueza el envío de una comisión para hacer primero trabajos de inteligencia en Paraná y luego allanar. Como se sabe, para allanar se necesita orden de un juez. La magistrada Fabiana Palmaghini fue la que no ordenó el allanamiento. De todas maneras, como quedó dicho, el troyano nunca estuvo activo. 

Respecto de las computadoras y celulares lo que debería decirse son dos cosas:

  •  El domingo 18 de enero a la mañana, a partir de las 7.30, Nisman entró a revisar sus mails y luego leyó PáginaI12, Clarín, Perfil y La Nación. Además observó en Instagram la foto de una modelo con la que había pasado la noche del miércoles anterior. Finalmente leyó una nota sobre el regreso de la muerte posteada por Claudio María Domínguez en Infobae. Ese estilo de revisación de mails y diarios demuestra que fué el mismo el que la realizó. 
  •  El celular, las llamadas y mensajes demuestran que Diego Lagomarsino no estaba en el departamento cuando Nisman murió. Las cámaras muestran al informático saliendo de Le Parc a las 20.30 y después de esa hora, Nisman se comunicó con el custodio Néstor Durán a las 20.38 y chateó con el periodista Toti Pérez Izquierdo a las 20.37. Finalmente, aún después de las 21, intercambió whatsapp con la periodista de Clarín, Natasha Niebieskikwiat. Nada de esto es señalado por Wiñazki. De esa forma se cae la principal hipótesis de Arroyo Salgado quien siempre dijo que a Nisman lo mataron el sábado 17 cuando allí estaba Lagomarsino. La hipótesis, además, parece descabellada: no tiene sentido que un supuesto asesino deje en la escena un arma a su nombre.  

4 La beatificación de Horacio Antonio Stiuso. 

A lo largo de todo el capítulo sobre Nisman, Wiñazki se apoya en forma permanente en el testimonio del ex jefe de espías. Se trata de un testigo interesado, alma mater del aparato de inteligencia aliado a las derechas de Estados Unidos e Israel y tardíamente acusado por el gobierno de CFK. Por ejemplo, Wiñazki admite las afirmaciones de Stiuso en el sentido de que tenía listo un informe sobre la responsabilidad de Irán en los atentados. Nunca lo presentó. Nunca fue ni siquiera mencionado por Nisman en su denuncia. Más bien ocurre lo contrario: Stiuso fue denunciado porque se cruzaron escritos con Nisman sobre un entrecruzamiento de llamadas de la época del atentado y Stiuso nunca entregó ese informe ni se lo encontró en la ex SIDE después que él se fue. 

Durante el fin de semana del 18 de enero, el fiscal llamó a Stiuso y éste nunca lo atendió. El ex espía argumenta que no quería dar motivos para que el kirchnerismo sostuviera que Nisman se apoyaba en Stiuso. La excusa parece poco creíble dado que se trataba de un fin de semana de máxima importancia ya que se pensaba que Nisman iba a ir al Congreso al día siguiente. Es más, bajo juramento el hombre de la ex SIDE dijo en su primer testimonio todo lo contrario: que no escuchó las llamadas porque tenía el celular en vibrador. El juez Ernesto Botto que evaluó las declaraciones de Stiuso se preguntó por qué no fue denunciado por falso testimonio. 

Se toma como cierta la declaración de Stiuso en la que afirma que “Nisman tenía en su poder otras escuchas telefónicas de la trama iraní, más graves”. Lo cierto es que esas escuchas nunca aparecieron ni había razón para que no las hubiera incorporado a la denuncia original. 

En las largas horas de su declaración, Stiuso no pudo aportar ni una sola evidencia sobre su hipótesis de que Nisman fue asesinado por un comando iraní-venezolano-kirchnerista. La jueza tomó en cuenta sus dichos para  declararse incompetente, pero meses más tarde, en una entrevista, Fabiana Palmaghini se arrepintió: “me apuré”, dijo. Las pericias, al menos por ahora, dicen todo lo contrario de lo que afirma el ex espía. 

5 Iosi, el espía de la Federal.

De pronto, aparece como gran protagonista de la historia el espía de la Federal José Alberto Pérez, Iosi. Increíblemente Wiñazki le adjudica el hallazgo a Nisman y sostiene que el fiscal lo tenía como uno de los centros de su denuncia contra Cristina y el canciller Héctor Timerman. La historia de Iosi fue descubierta por los periodistas Miriam Lewin y Horacio Lutzky (ver aparte) en 2002 y fueron ellos los que lo llevaron a declarar ante Nisman. Sin embargo, el fiscal ni se interesó ni conoció personalmente a Iosi. En la denuncia contra CFK y el ex canciller no hay ni una palabra sobre el tema. 

6 Nisman, amenazado.

Alberto Nisman murió en enero de 2015 y tanto en el libro de Wiñazki como en otros medios de prensa se hace una especie de marketing de que vivía amenazado. La realidad es que el fiscal hizo denuncias de amenazas, pero tres años antes, en 2012. Y se trataba de amenazas más que elementales, por mail, sin datos precisos. La causa la instruyó el juez Luis Rodríguez quien ordenó una custodia de la Prefectura. Además de los efectivos de la Federal, Nisman tenía a un prefecto ubicado frente al edificio Le Parc. 

Pero los hechos demuestran que Nisman se movía permanentemente sin custodia. Por ejemplo, viajó con su hija por Europa, casi un centro de los ataques terroristas en la época, y no llevó custodia alguna. A las playas del CAribe también iba sin guardaespaldas. Lo mismo a los locales nocturnos porteños. Pero, además, todas las noches se quedaba sin custodia: el mismo sábado 17 de enero usó a uno de los custodios, Néstor Durán, como cadete para mandar un sobre y después le dijo que se fuera a su casa. 

El macrismo y sus aliados internacionales –la derecha norteamericana e israelí– pretenden usar la muerte de Nisman como arma política contra lo que ellos llaman “los gobiernos populistas” y en especial contra el kirchnerismo. Obviamente también esa estrategia es parte de la ofensiva contra Irán, pese a que las grandes potencias han firmado un mega-acuerdo con el régimen persa. 

Dado que las pericias hechas hasta ahora demuestran –como dijo la fiscal Viviana Fein– que “no hay ni una sola evidencia de homicidio en la causa”, se intentarán derribar todos los estudios anteriores. El fiscal Eduardo Taiano le dió la tarea a la Gendarmería, que depende del Poder Ejecutivo, virtualmente apartando a los profesionales anteriores. Pero mientras tanto se siguen sembrando pseudo-sospechas: que la puerta no estaba cerrada, que armaron una escena, que hubo un comando, que Nisman tenía enorme cantidad de pruebas guardadas o que estaba super-amenazado. Al menos por ahora, el expediente dice otra cosa. 

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