Durante el segundo trimestre del 2020, Argentina se convirtió en un país un poco más desigual.  El 10 por ciento de la población más rica pasó a percibir 19 veces más ingresos que el 10 por ciento más pobre. La brecha es tres veces mayor que hace un año, cuando la diferencia era de 16. El dato surge del informe sobre la Evolución de la distribución del ingreso que elabora el Instituto de Estadísticas y Censos en función de la Encuesta Permanente de Hogares.

El coeficiente de Gini, medida de la desigualdad del ingreso per cápita familiar de entre 0 y 1, en donde 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y 1 se corresponde con la absoluta desigualdad, aumentó de 0,434 a 0,451 durante el segundo trimestre de 2020. Esta desmejora en la distribución del ingreso se produjo en un período de doce meses en que la inflación fue del 42,8 por ciento, el Índice de Salarios aumentó 36,4 por ciento y la actividad económica cayó 19,1 por ciento.

El 55,8 por ciento de la población total (15.968.998 personas) percibióalgún ingreso, cuyo promedio fue de 28.769 pesos por mes. En el caso de los hombres, el ingreso medio fue 23 por ciento más que las mujeres: 32.591 y 25.226 pesos, respectivamente. Analizado según escala de ingreso individual, el ingreso promedio del estrato bajo equivale a 10.994 pesos, el del estrato medio a 27.404 pesos y el del alto, a 67.070 pesos.

Cabe destacar que en el trimestre se observó una caída de 5,5 puntos porcentuales en la población perceptora de ingresos respecto a igual período de 2019 (55,8 por ciento versus 61,3 por ciento). Esto equivale a una caída de 2.585.452 personas ocupadas con ingresos respecto al mismo trimestre del año anterior. En el caso del estrato bajo, el aumento interanual observado fue de 44,4 por ciento y en el estrato alto, 31,2 por ciento. Sin embargo, el ingreso promedio de las personas que percibieron algún ingreso mostró un aumento de 33,2 por ciento interanual. 

Entre 2016 y 2020, la caída de los ingresos en términos reales fue fuerte para todos los deciles, pero particularmente para el más pobre, cuyos ingresos medios cayeron 38 por ciento, mientras que para los integrantes del decil más rico la caida fue casi la mitad: 18 por ciento. 

El peso del IFE

La suma total de ingresos de la población creció 21,9 por ciento en relación con igual trimestre de 2019. Los ingresos laborales crecieron 15 por ciento y los no laborales (Jubilaciones y pensiones, alquileres, cuotas de alimentos o ayudas en dinero de otros hogares, subsidios o ayuda social del gobierno, etc.), 41 por ciento. En la dinámica de estos últimos se destacaron los subsidios o las ayudas sociales del gobierno, lo que demuestra que sin un programa como el IFE, la pandemia hubiera golpeado aun más.

En el caso de los hogares, los ingresos laborales representaron el 69,4 por ciento de los ingresos totales, mientras que los ingresos no laborales alcanzaron el 30,6 ciento restante, 4 puntos más que en el segundo trimestre de 2019. El peso de los ingresos no laborales fue mayor para los deciles de ingreso total familiar más bajos, siendo igual al 65,9 por ciento en el decil que agrupa a la población de menos ingresos y 18,9 por ciento en el que reúne a la población más rica. En la comparación interanual del ingreso per cápita familiar, se observó un incremento del peso de los ingresos no laborales en los primeros siete deciles. Los más elevados fueron: 19,9 puntos en el decil 1 (de menores ingresos), 18 puntos en el decil 2 y 9,6 puntos en el decil 3.