Daniel Filmus tuvo su primera semana al frente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCyT). El exsecretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, sociólogo y profesor de la UBA, reemplazó a Roberto Salvarezza y está al frente de una cartera en la que se siente cómodo y destaca con orgullo: “Soy el primero de las ciencias sociales en ocupar este lugar”, a diferencia de sus predecesores que provenían de la química y la nanotecnología. En esta entrevista, describe con qué situación se encontró durante los primeros días como titular del MinCyT y argumenta por qué cree que la CyT en Argentina está viviendo “un momento histórico”: el sector dispone de una Ley de Financiamiento, incrementa su plantilla de científicos en cada convocatoria y presentará el Plan Argentina Innovadora 2030. Además, no huye frente a las cuentas pendientes que tendrá la responsabilidad de revertir: la federalización del sistema (profundamente centralizado y porteño) y el aumento de los salarios para los investigadores e investigadoras del Conicet.

--Asumió hace una semana, ¿con qué MinCyT se encontró?

--Había tenido la experiencia de asumir el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología en 2003. En esa oportunidad, el área de CyT estaba devastada, veníamos de una década de neoliberalismo, una época en que los científicos habían sido mandados a lavar los platos. Hubo todo un proceso de reconstrucción muy fuerte con Néstor Kirchner, que permitió que en 2007 se creara una cartera específica. En esta ocasión, recuperar el MinCyT y ponerlo en marcha le tocó a Roberto Salvarezza, que hizo un excelente trabajo. Por lo tanto, a diferencia de 2003, recibo un ministerio que se encuentra en pleno funcionamiento, con un incremento en el presupuesto y con líneas específicas de acción. Nuestro objetivo es profundizar lo que ya se hizo y darle un mayor peso político, así como también, generar articulación con los otros ministerios.

--¿Qué líneas de acción?

--Impulsaremos la investigación académica y también la relacionada directamente con los procesos productivos. De manera subyacente, existe una estrategia que tiene como fin la transformación de la matriz y la generación de puestos de trabajo en un contexto de inclusión social. Este no solo debe ser un gobierno que apoya a la ciencia, sino que se propone ser un gobierno apoyado en la ciencia. La CyT tiene mucho que hacer en relación al trabajo con otros ministerios. Sin ir muy lejos, el enorme desafío que representa la pandemia, el esfuerzo conjunto con Salud y Desarrollo Productivo para la fabricación de vacunas ciento por ciento argentinas, pasando por los barbijos y los kits de diagnóstico. En concreto, hay miles de ejemplos que muestran lo central que supone ser la articulación con otras áreas. Hay que potenciar el estudio y el aprovechamiento del Mar Argentino, a través de Pampa Azul.

--La ciencia y la tecnología pueden aportar a la solución de muchos problemas.

--Sin dudas, no hay ningún conflicto ambiental, sanitario ni social que pueda resolverse sin la contribución de la CyT. La pobreza es la peor de las problemáticas y también requiere de una mirada científica. Un modelo de país solamente enfocado en la producción primaria puede prescindir de la ciencia; de hecho, así se demostró durante el gobierno macrista. Sin embargo, un modelo como el que plantean Alberto y Cristina exige sumar valor agregado, a partir del trabajo calificado y de nuestras capacidades de investigación e innovación. En esta línea, el trabajo que se realiza con las pequeñas y medianas empresas a lo largo y a lo ancho del país es clave. Hay que fortalecer a las economías regionales, manufacturar los productos primarios en el lugar de origen; hay que crear fuentes laborales en aquellos sitios de los que no queremos que se vaya la gente.

Un momento histórico

--Alberto Fernández, en 2020, afirmó que el suyo sería “un gobierno de científicos”. El anterior se reivindicaba como “un gobierno de CEOs”.

--Son dos modelos de país totalmente distintos: la incorporación de CEOs y de líderes de las ONG en la función pública de alto nivel fue la característica principal del gobierno de Macri. Demostraron una escasa capacidad para entender cuál es el papel que debe desempeñar un Estado. Nuestra mirada, en cambio, apunta a que es imposible forjar proyectos de desarrollo sostenido y sostenible sin un Estado activo en la producción del conocimiento. Un país para pocos no necesita del aporte de la ciencia y la tecnología; por el contrario, un país donde todos tengan empleo exige educación de calidad y procesos productivos que incorporen recursos humanos calificados.

--La ley de financiamiento de CyT que se aprobó en marzo destina un 1 por ciento del PBI a 2032. ¿Está bien?

--Estamos ante un momento histórico. Marca una posibilidad cierta de sembrar los lineamientos para una verdadera política de Estado para el sector, una postura firme que no se modifique con los gobiernos de turno. Para tener una idea, en 2022, la función CyT del presupuesto nacional aumentará de 0,28 a 0,31 por ciento. En la época de Macri había caído de manera estrepitosa, tanto como parte del PBI y también como parte del presupuesto. Ese incremento implicará algo muy concreto: en vez de recibir 7 mil millones de pesos pasaremos a recibir 23 mil millones. La capacidad de ser eficientes en la administración de esos recursos será muy importante. Por otra parte, la chance de tener un horizonte en un área como la ciencia y la tecnología en que nada es inmediato ni coyuntural es decisivo. Representará un antes y un después.

Adrián Pérez

--Una ley que se demoró en salir…

--Durante el gobierno anterior nos boicoteaban la sanción de esta ley. Pese a tener la aprobación del Senado, en Diputados se trababa. Eso se vinculaba claramente con la obstrucción de los legisladores macristas, que solo tenían la mirada puesta en la producción primaria. El segundo elemento que explica el hecho de que el sector está viviendo un momento histórico es que el viernes se han incorporado 820 investigadores e investigadoras al Conicet. Un record absoluto: transitamos el contexto de la historia argentina en el que tenemos el mayor número de científicos y científicas. Estamos por debajo de lo que necesita un país del nivel de desarrollo que tiene el nuestro, pero es un hecho muy auspicioso. Hoy tenemos más de 12 mil personas que componen la Carrera del Investigador Científico en el Estado. El lunes llamaremos a una nueva convocatoria para que el año que viene ingrese una cifra similar.

--En Argentina, tres de cada mil personas económicamente activas son investigadores/as. Durante el macrismo, los científicos tomaron el Conicet porque había problemas para que ingresaran 500…

--En 2017 tuvimos una entrevista y te adelanté que después de las elecciones legislativas de aquel año, el gobierno macrista degradaría el MinCyT a Secretaría. Lamentablemente no me equivoqué. Su compromiso era con el FMI, no con los científicos. En estos días, el Ministerio presentará al Congreso el proyecto Argentina 2030. El jueves tuvimos reunión del Cofecyt (Consejo Federal de Ciencia y Tecnología), donde las 24 jurisdicciones, más allá del color político, coincidieron en la elaboración de un programa para cumplir en la próxima década. El objetivo central que me encomendó Alberto es que la ciencia y la tecnología se conviertan en una política de Estado.

--El Plan Argentina Innovadora 2020 también se había desarrollado durante el gobierno de Cristina Fernández.

--Claro, de hecho, durante el gobierno macrista tendría que haberse aprobado el 2030, pero no lo hicieron. Para ser francos, no hicieron absolutamente nada por la ciencia y la tecnología, por eso nos estamos ocupando de promoverlo ahora. En este marco, necesitamos recuperar el funcionamiento del Gabinete de Ciencia y Tecnología, espacio que permite la articulación de todas las instituciones CyT: Conae, la CNEA, el INTI, el INTA, el Inidep, el Instituto del Agua, el Instituto Antártico, entre otras. Como proyectaba Néstor, la idea es disponer de un gabinete que discuta las grandes líneas de ciencia y tecnología al servicio de la producción que necesita impulsar nuestro país. Todo esto sin descuidar la investigación básica, que es la que, luego, nos permite algo tan vital como producir vacunas.

--¿La vacuna producida ciento por ciento en Argentina podría estar en 2022?

--Es la gran meta que nos trazamos. La soberanía se define por la capacidad de fortalecer nuestra ciencia; si no desarrollamos nuestras tecnologías dependeremos de la voluntad de los países centrales. Durante la pandemia fue explícito: quienes monopolizan el conocimiento tienen una enorme ventaja. En un marco de desigualdad, hay naciones que van por la tercera dosis y otras que no inocularon ni al 2 por ciento de sus habitantes.

--Otra norma que se aprobó es la Ley de Economía del Conocimiento…

--Sí, porque define la prioridad de beneficios fiscales para aquellas empresas que se dediquen a innovar y a producir conocimientos que mejoren la competitividad de la economía argentina. La Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, en este momento, está financiando trabajos de innovación en 15 mil Pymes en áreas prioritarias.

El primero de las sociales

--Usted es el primer ministro de Ciencia y Tecnología que proviene del campo de las ciencias sociales. Durante el macrismo fueron muy criticadas. ¿Qué puede decir al respecto?

--Que vamos a priorizar el papel de las ciencias sociales en la resolución de los problemas fundamentales de nuestra población; conflictos estrechamente vinculados a la ampliación de derechos. Para resolver la pobreza se necesita de un abordaje transdisciplinario en el que las sociales tienen muchísimo que contribuir. La Agencia ha financiado investigaciones en el área que evaluaban las políticas estatales respecto de la pandemia. Esos proyectos deben transformarse en insumos indispensables para que cada ministerio pueda rever su actuación. Trabajos muy importantes que abordan, por ejemplo, cómo se modificó la alimentación, el descanso, los cuidados, la escolaridad, el trabajo. Tópicos cruciales para nuestras vidas que necesitan ser reflexionados.

--Uno podría pensar que la pandemia es solo terreno de las ciencias biológicas y médicas…

--Pero no es así. De hecho, lo que ayudó a comprender lo que sucedía durante el aislamiento fueron los aportes de las sociales. Buena parte del éxito de las naciones que consiguieron alejar lo antes posible la pandemia estuvo vinculado a la vacunación, pero también a las estrategias de prevención relacionadas con el conocimiento de la vida en sociedad, esos hábitos y costumbres que llevan adelante cada una de las culturas. Del mismo modo, si no tenés científicos sociales que evalúen el éxito o el fracaso de las políticas públicas, corrés el riesgo de darte cuenta de que te equivocaste cuando ya es tarde. En una pandemia, llegar tarde significa tener más muertes o vivir peor.

Federalización y salarios: los pendientes

--Una de las cuentas pendientes es federalizar el sistema de CyT. ¿Qué plan tiene?

--Promoveremos la incorporación de recursos humanos calificados al Conicet y a otras instituciones, a partir de un criterio de discriminación positiva. A las provincias que cuentan con una mayor concentración de CyT las vamos a seguir apoyando, por supuesto, pero nos vamos a enfocar en la federalización. Esto implica que, por ejemplo, los investigadores que estamos repatriando del exterior a partir de Programa Raíces accedan a mejores oportunidades si se instalan en el interior. Lo mismo para fomentar la migración de los que habitan en la zona central del país: no solo se les ofrecerá un salario sino facilidades concretas para desarrollar sus proyectos de calidad en otras partes.

--Para fortalecer las economías regionales, hay que revertir los criterios en la selección de temas de investigación.

--También necesitamos proyectos que funcionen “on demand”, es decir, que la detección de las problemáticas sea a nivel local: cuanto más cerca geográficamente se decide la resolución de un conflicto, más chances existen de que la solución aportada desde la ciencia sea adecuada. Si todo se resuelve desde Buenos Aires es complicado. Necesitamos una producción científica y tecnológica que vaya en función de las necesidades, con todo lo que implica.

--La otra cuestión a mejorar es el salario de los investigadores e investigadoras que ya forman parte del sistema.

--La caída del salario durante el macrismo fue sostenida y el compromiso de Alberto es ir recuperando esa situación. Ya hubo dos jerarquizaciones en este tiempo y la idea es continuar con esa política. En el presente, el salario está lejos de lo que nosotros queremos; lo mismo pensamos para los becarios, aunque para ellos --proporcionalmente-- hubo mejoras quizás más significativas.

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