Ena de las claves económicas para pensar los próximos meses sigue siendo el combate contra la inflación. Como se sabe, los aumentos de precios se dispararon en 2016, ubicándose en los niveles más altos de los últimos catorce años. La batería de medidas que se implementó avivó la escalada de precios, lo cual afectó los niveles de consumo, atentando contra el desarrollo del mercado interno. Entre las decisiones de gestión que repercutieron sobre los precios el año pasado, se cuentan la brusca devaluación inicial, la eliminación (o fuerte baja) de las retenciones a las exportaciones agrarias y la quita de subsidios a los servicios públicos. Dada la inercia inflacionaria y la estructura de la competencia en Argentina, se produjo una inmediata transferencia de los costos de productores y comerciantes a los precios, con la consecuente licuación de los efectos del cambio en los precios relativos después de la corrección cambiaria. El paso de la inflación es incesante y va carcomiendo ingresos familiares. Cuando se la mide desde el inicio del macrismo, utilizando el índice general del IPC de la Ciudad de Buenos Aires, ya acumula un 57 por ciento. La dispersión en torno a este promedio, se traduce en algunos rubros que incrementaron su precio más de 100 por ciento en el último año y medio.

Servicios públicos

Por el lado de los servicios públicos, los aumentos fueron particularmente intensos como consecuencia de la reducción de los subsidios que se habían implementado durante el anterior gobierno. El rubro de los servicios públicos con mayores aumentos ha sido la electricidad, con facturas de luz que subieron en promedio más del 500 por ciento. Por otro lado, en el caso del agua, con la reciente suba en las tarifas de la empresa Aysa (23 por ciento) y sumado a lo que se habían incrementado durante el año pasado (297 por ciento en promedio) se tiene un incremento consolidado cercano a 390 por ciento durante el período de gobierno macrista. El gas por su parte, tuvo incrementos acumulados desde diciembre del 2015 que superan el 300 por ciento. 

Las subas del agua, el gas y la electricidad exacerbaron la inflación doméstica especialmente a partir de abril del año pasado e imposibitaron que los precios se desaceleren luego de la brusca devaluación de finales de 2015. En particular, en abril y mayo del año pasado la inflación publicada por el instituto de estadísticas de CABA fue de 6,5 y 5,0 por ciento, respectivamente. Los aumentos en las tarifas de los servicios públicos en el gobierno de la Alianza Cambiemos se conformaron en los principales impulsores de la inflación llevando a la tasa de inflación anual del 2016 a niveles que no se habían presentado en años.

Alimentos y Bebidas

Entre los alimentos y bebidas, se encuentran los aumentos de precios que más repercuten sobre los sectores de menor poder adquisitivo. Dentro del rubro almacén, el incremento entre fines de 2015 y abril de 2017 fue superior al 56 por ciento, entre los que se destaca el fuerte aumento de la yerba (100 por ciento) debido a la falta de políticas públicas y subsidios orientados al sector. Para el segmento de frutas y verduras, al contar con un factor estacional, la subida de precios se aplaca a un 57 por ciento, con aumentos superiores al 200 por ciento como los del tomate. En la carne (pollo, vaca y cerdo) el incremento fue 50 por ciento promedio, debido a algunos cortes que aumentaron muy por debajo de la media, aplacando la subida de otros como la entraña (125 por ciento), vacío (75), las milanesas de pollo (240), con origen en la quita de retenciones, aumento de costos de funcionamiento de los frigoríficos y retención de vientres. 

Los quesos, embutidos, lácteos y mantecas moderaron su aumento a un 51 por ciento promedio, con productos con alzas superiores al 100 por ciento como los quesos untables, quesos semiduros, mantecas y crema de leche. El aumento en el precio de lácteos se debe a una caída del consumo superior al 25 por ciento, obligando a aumentar los precios para cubrir los costos. Los productos de limpieza aumentaron un 70 por ciento promedio, en el que se destaca incrementos del shampoo, acondicionadores y jabones líquidos del 100 por ciento, debido a aumentos en los costos de producción de las firmas nacionales por aumento de tarifas de servicios públicos y de costo de insumos.

Educación

Los aumentos en la Educación fueron una constante en este último período. Las cifras aportadas oficialmente por el Indec muestran que, en marzo de 2017, el rubro correspondiente a los bienes y servicios de Educación tuvo un incremento del 5,6 por ciento respecto del mes anterior. Esto es, Educación fue la sección del índice que más escaló de todos. Dentro de dicho rubro, los que presentaron una mayor variación de precios fueron los “servicios educativos”, con un 6,7 por ciento. A su vez, los “textos y útiles escolares” lo hicieron un 1,4 por ciento. A nivel desagregado, las correcciones que se aplicaron en todo el país a los aranceles de los establecimientos educativos de gestión privada gravitaron entre 30 y 40 por ciento. 

Esto está explicado, en parte, por los fuertes incrementos que se observaron en el resto de los servicios públicos que, a su vez, los comerciantes tuvieron que trasladar a los precios finales de sus propios artículos, para no perder márgenes de ganancia. No obstante, esta relación no es lineal, dado que la baja del poder adquisitivo de los ingresos ha impedido aumentos proporcionales. 

Este fenómeno, que usualmente se conoce como “efecto ingreso” tiene mayor trascendencia en el consumo de este tipo de productos, de alta elasticidad. Por otra parte, el IPC elaborado por la CABA, registró para 2016 alzas en los ítems de Educación del 32,5 por ciento en términos interanuales y de un 15 por ciento en los primeros tres meses de 2017. Esto quiere decir que en el período agregado entre diciembre de 2015 y marzo de 2017 los precios en Educación, un derecho básico y fundamental de las sociedades igualitarias y modernas, consolidaron un alzo de 52,3 por ciento.

Salud

En los bienes y servicios relacionados con la salud, el gobierno autorizó un aumento en las cuotas de la medicina prepaga para febrero del orden del 6 por ciento. Ahora, habilitó dos ajustes adicionales del 5 y 6 por ciento en julio y agosto. En 2016, se habían autorizado cuatro aumentos en medicina privada, en febrero del 9, en junio del 15, en julio del 5 y en octubre del 9, lo que elevó las cuotas un 43,5 por ciento. Así, entre febrero de 2016 y febrero de 2017 el valor de la cuota subió un 52,1 por ciento, unos 20 puntos porcentuales más que la inflación. 

Dados los constantes aumentos en los precios de la economía y en particular de los insumos que utiliza la medicina, las empresas de medicina prepaga ya solicitaron al gobierno que autorice nuevos incrementos, además de un plus para la medicina de alta complejidad. Por otra parte, en ese contexto general de aumentos en los costos de la salud, para 2016 el IPC de la CABA, mostró un incremento en el rubro salud del 37,7 por ciento. Si se le suma el aumento registrado en los primeros tres meses del 2017, entre diciembre de 2015 y marzo de 2017 los precios subieron un 45,8 por ciento.            

En el rubro de medicamentos se registraron incrementos superiores al 100 por ciento entre fines de noviembre de 2015 a fines de abril de 2017 (17 meses). De una muestra de 120 productos de uso masivo analizados, 24 registraron incrementos por sobre el 100 por ciento (el caso máximo se registró en Biotic Pharma, un antibacteriano utilizado en el caso de infecciones agudas como por las vías urinarias). 

Los productos que tienen aumentos entre 60 y 99 por ciento son 73 (casi el 60 por ciento de los analizados), entre los que se destaca el Macril Crema (Antibacteriano) y el Glucophage, medicamento para el tratamiento de la intolerancia a la glucosa y la diabetes. Entre los ítems de medicamentos para asmáticos, se presentaron aumentos de entre 36 y 111 por ciento, con un promedio del 81; mientras que los de uso cotidiano (antiácido, antiinflamatorio) tuvieron alzas del 49 al 108 por ciento, con un promedio del 77. El valor medio de avance de precios para el total de productos fue del 75 por ciento. 

La escalada en el precio de los productos de la salud se explica por la quita de controles al sector, y los acuerdos más laxos entre el gobierno y los laboratorios, dada la inflación de costos.

Metas de Inflación

A pesar de la retórica antiinflacionaria, el combo de medidas implementadas en este segundo año no parece estar contribuyendo a solucionar el problema. Se avanza en la actualidad en la fase decisiva de un programa monetario llamado “metas de inflación”, que establece como objetivo un sendero de desaceleración del ritmo de aumento de precios. Las chances de esta estrategia dependen básicamente de dos factores: el freno en el proceso de reajuste tarifario en los servicios públicos y el disciplinamiento de la puja distributiva. 

La primera de las dos tiene que ver con la decisión del gobierno de amainar su intención de suprimir los subsidios a los consumidores de servicios básicos para converger a un esquema donde los precios se fijen libremente. La segunda, gravita en el saldo de las negociaciones colectivas de trabajo de este año. Con todo, es difícil no pensar en un “juego de suma cero” o en un problema de “manta corta”, donde difícilmente a lo largo de 2017 se logre cumplir el objetivo conjunto de aminorar la marcha de los precios evitando, a su vez, un segundo año de pérdida de poder adquisitivo para las mayorías.

* Director de la carrera de Economía de la Universidad Nacional de Avellaneda e Integrante de EPPA.