Un proyecto de ley en Diputados busca tipificar la figura de la violencia vicaria, aquella que se ejerce principalmente sobre hijas e hijos de las mujeres con el objeto de hacerles daño. En los casos más extremos, el violento termina asesinando a esos niños. Suelen darse a conocer en los medios como casos espeluznantes y horrorosos; excepcionales también, sin embargo, especialistas aseguran que no lo son tanto, comparten características en común y un “modus operandi” judicial que en lugar de impedir este tipo de violencias las acentúa. Por eso la necesidad de darle nombre, para prevenir y generar políticas específicas para su detección y atención.

El proyecto fue elaborado por la diputada nacional del Frente de Todos, Mónica Macha, con el asesoramiento de organizaciones de madres protectoras y que trabajan en abusos sexuales en infancias y adolescencias como Alerta por Martin, Justicia por la niña arco iris, Yo si te creo, Mundanas, Shalom bait, Red viva y otras.

“El concepto de violencia vicaria fue conceptualizado en 2012 por Sonia Vaccaro, psicóloga clínica y perita judicial. Desde entonces empezaron a trabajar en España con esta idea de que cuando hay violencia con motivos de género y una mujer se aleja del violento esa violencia se traslada hacia los hijos”, explicó a Página/12 Mónica Macha.

El proyecto propone incorporar en la Ley 26485 de violencia contra las mujeres, el tipo de violencia vicaria, definido como: “La que se ejerce sobre hijas/os, objetos, animales o personas afectivamente significativas para la mujer con el objetivo de hacerle daño. La misma puede manifestarse como una agresión psicológica, física, sexual, económica, vincular y/o judicial sobre las/os hijas/os de la mujer o como un obrar negligente, de manera sistemática, con respecto a los cuidados requeridos por la edad de la niña/o.”

La inclusión de la violencia vicaria como uno de los tipos de violencia apunta a la prevención. “Es necesario erradicar la pauta cultural que lleva a descalificar las amenazas y a descreer de ellas sin tener en cuenta que quien amenaza con atentar contra la integridad de su propio grupo familiar, es porque en algún momento si se dan las condiciones puede ser llevado a la práctica”, dice el proyecto de ley.

Vaccaro lideró un grupo de trabajo que elaboró el primer estudio en España sobre violencia vicaria extrema, la que llega al asesinato (‘Violencia vicaria: un golpe irreversible contra las madres’), coordinado por la Asociación de Mujeres de Psicología Feminista de Granada, con la colaboración de Margarita Castillo Cardona, Cristina Mena Casero, Gemma María González García y María Sierra Carballo.

En total, analizaron 400 sentencias judiciales relacionadas con la violencia hacia la mujer o hacia niñas, niños y adolescentes extraídas del Centro de Documentación Judicial del Consejo General del Poder judicial (Cendoj) y de información de hemeroteca. Desde el año 2000, las autoras detectaron 51 asesinatos de niñas, niños y adolescentes como violencia vicaria.

La investigación encontró que en la mayoría de los casos, el agresor era un hombre de mediana edad, de entre 30 y 50 años. Un 82% era el padre biológico de los/as niños/as que asesinó. “La mayoría de la muestra no tiene antecedentes penales y si los tienen, en un 60%, son por delitos relacionados con la violencia de género. La misma proporción de agresores había verbalizado su intención de hacer daño a la madre o a los/as hijos/as antes de cometer el crimen, amenazando con frases como: “te quitaré a los niños”, “ya verás lo que le pasa a las niñas”, “te quitaré lo que más quieres”. Los casos en los que el asesino se mata o intenta matarse después de cometer el crimen, suponen el 48% de la muestra”, dice el trabajo en sus conclusiones.

En nuestro país no hay datos estadísticos, justamente porque este tipo de violencia no está tipificado. La Casa del Encuentro elaboró el concepto de “Femicidio vinculado” que toma una parte de estos crímenes. El femicidio vinculado nombra aquellos de personas que quedaron en la línea de fuego del femicidia, que quisieron impedir, que solo estaban en el lugar equivocado y fueron asesinadas también. Además, dentro de esta categoría incluyen aquellos que son cometidos con el fin de hacer daño a la mujer: “Personas con vínculo familiar o afectivo con la mujer, que fueron asesinadas por el femicida con el objeto de castigar y destruir psíquicamente a la mujer a quien consideran de su propiedad”, dice La Casa del Encuentro.

Según datos de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) el total de niñas, niños y adolescentes afectados por la violencia doméstica en 2021 fue de 3.683 (31% del total). Sin embargo, esta cifra no permite distinguir si la violencia recibida estaba destinada a infligirle un mal a la mujer.

Además de la conceptualización de Vaccaro, Macha se basó en el trabajo de Bárbara Porter, una experta “chilena que hace una investigación y construye una tipología de siete tipos de violencia vicaria, entre los que el abuso sexual es un tipo de violencia y el más extremo es el asesinato de las hijas e hijos para dañar a las madres”.

¿Esto quiere decir que todos los abusos sexuales son producto de este tipo de violencia? La respuesta en principio es no, aunque hilando fino las diferencias no son tan claras. “Hay abusos sexuales en las infancias que están vinculados a este desplazamiento, pero no todos”, dijo en primer lugar. Luego, explicó que “el abuso sexual siempre tiene una cuestión siniestra porque la gran mayoría se da en el ámbito familiar. Lo interesante de Bárbara es que plantea que lo primero que aparece es la negligencia, no bañarlos cuando están con ellos, no hacer las tareas, o llevarlos en la moto sin casco, un descuido que va creciendo por parte de los varones. Lo más interesante del concepto es que nos alerta”.

Macha comentó que a pesar de tener gran trabajo territorial,  “capaz interveníamos y acompañabamos a la mujer que vivía en situación de violencia y escindíamos al violento en función de su paternidad. Este concepto viene a decir por qué el violento con su pareja lo es con sus hijes también. Por lo menos es un alerta”. Además, planteó que este concepto cambia las intervenciones del Estado. Todavía hay una división entre quienes se ocupan de la violencia contra las mujeres y quienes se ocupan de la violencia contra niñas, niños y adolescentes. “Hay que incluir la mirada sobre les hijes cuando se trabaja con las mujeres” y viceversa.

Finalmente, con el proyecto de ley busca incidir también en el Poder Judicial. “Hoy está la idea de que los pibes estén con los dos padres y a veces no es lo mejor. Tiene que ver con la ideología de familia que todavía tenemos muy arraigada. A veces por querer conservar esa familia, el cuerpo lo están poniendo los pibes”, apuntó Macha. “En estos casos hay un modus operandi en la Justicia. Cuando escuchás a las madres notás que a todas les pasa lo mismo. Presentan pruebas y no se las reconocen, no llaman a peritos, les dicen que se perdieron los papeles, expedientes, pruebas. Hay una práctica, no es un accidente. Es un modo de vulnerar las pruebas para poder demostrar el abuso que sufrieron sus hijes”, agregó.