En abril venció el plazo legal para la reglamentación de la ley de fomento a las milongas, aprobada por la Legislatura porteña el 7 de diciembre del año pasado. Pasaron dos meses desde entonces y faltan, además, otros dos meses para el simbólico Festival/Mundial de Tango. Desde la oficina de la diputada Andrea Conde (FpV), quien llevó a la Legislatura porteña el proyecto acordado con los distintos sectores del universo milonguero, expresaron su preocupación por la demora y presentaron un pedido de informes que aún espera tratamiento en la comisión de Cultura de la Legislatura. Los distintos colectivos tangueros oscilan entre la ansiedad, la desconfianza y el optimismo.

Julio Bassan, presidente de la Asociación de Organizadores de Milongas, cuenta que están trabajando con funcionarios del departamento de Legal y Técnica del Ministerio de Cultura porteño para afinar la reglamentación de la ley. La discusión de fondo pasa por dos ejes centrales: la constitución del “Consejo asesor” que establece la ley y cómo se repartirán los subsidios (en principio, por alrededor de nueve millones de pesos), una inquietud que atraviesa a todos los grupos, en particular al colectivo de milongas independientes, que suelen ser más informales por funcionar en espacios no convencionales. “Las independientes somos las que estamos en situación de mayor marginalidad y nunca tuvimos ningún tipo de subsidio, la idea es lograr que esto se pueda ir solucionando”, explica a PáginaI12 Pedro “Indio” Benavente, una de las voces destacadas de los “independientes”. Benavente advierte que, contra lo que pudiera pensarse, su sector también tiene una serie de gastos fijos: “transportes, fletes, pisos, lo mismo que los artistas que invitamos a actuar en vivo y se llevan de la gorra”.

Julio Duplaá, de la Asociación de Maestros, Bailarines y Coreógrafos de Tango Argentino (AMBCTA), se muestra fastidiado por la excesiva burocracia que demora el trámite de reglamentación. “No hay un final, la ley está aprobada pero hay toda una burocracia por resolver”, se queja.

La ley de fomento a las milongas también establece la creación de un registro único de milongas en la Ciudad de Buenos Aires, forma un régimen de concertación para la actividad con la asistencia de un consejo asesor del que participan representantes del sector. Los subsidios, además, están concentrados en los esfuerzos para adaptar el sector a las normativas y exigencias de habilitaciones de la Ciudad.

Habilitaciones y clausuras es otro tema urticante para el sector, que aunque las padece hace años, desde 2015 las identificaron como un problema serio para el circuito, sobre todo a partir de la clausura del tradicional Sunderland, una instancia que empezó a politizar al circuito, como observa la investigadora francesa Elsa Broclain, doctoranda en el Centre de Recherches sur les Arts et le Langage, de París, quien durante años recorrió y entrevistó al mundillo tanguero local. “Los milongueros habían sido muy reacios a dejar entrar la charla política en su ámbito, no sé si contribuyó o no a difundir ese discurso, pero la mayor colaboración de los músicos con bailarines a través de las orquestas milongueras puede haberlo acercado, la otra hipótesis es que la politización del movimiento viene empujada por la gente que llega desde el teatro independiente, que tiene una larga trayectoria de luchas, con recursos de organización y movilización mucho mayor”, considera la investigadora.

En dos años, el movimiento milonguero se organizó, planteó necesidades ante el gobierno porteño y se incorporó a colectivos mayores, como Cultura Unida (de hecho, Claudio Gorenman, de Abogados Culturales, también participa de las reuniones con Legal y Técnica por la reglamentación de la ley).

Ahora están discutiendo la letra chica. Bassan resume las reuniones que mantuvieron hasta el momento afirmando que “la gente de Legal y Técnica nos recibió muy bien, ellos tenían una idea, nosotros nos presentamos, mostramos que estamos trabajando y pedimos que ellos se fijen a quiénes van a elegir como directores ejecutivos, las personas de la legislatura, y nosotros con consenso general estamos conformando el famoso Consejo Asesor y cómo se lleva a cabo en lo concreto la ley, cómo se reparte este dinero y cuáles son los requisitos”. Bassan destaca especialmente el trabajo en conjunto con otras asociaciones, intentando superar sus diferencias. “Hay un empuje de todos y queremos que efectivamente el Consejo Asesor tenga un peso, porque es el que está vinculado al sector, porque aunque no haya decisión ejecutiva sobre lo que evalúa, es muy importante su participación”. Benavente coincide. “Lo estamos viendo tanto para los lugares instituidos como para los independientes y lo importante es que en estamos llegando a puntos de encuentro, porque todos estamos en la misma situación difícil”, afirma. “Administrar la miseria no es fácil”, observa.

Los tiempos oficiales, de cualquier modo, no ayudan a la realidad de las milongas, acuciadas por el contexto económico y el período de menor actividad del circuito, que suele despertar con la primavera y se alimenta del turismo -especialmente europeo-. “Ahora pasamos una temporada bajísima, con una merma de público terrible y esto lo sé en carne propia, el otro sábado corté apenas 25 entradas en mi milonga”, reconoce Bassan. “Imaginate lo que le pasa a un club de barrio si lo clausuran porque Habilitaciones no le dio el 878 o en Defensa Civil los tienen cajoneados y les ponen una multa que puede ser de 40, 60 o hasta 100.000 pesos”, plantea. La combinación de clausuras y baja de consumo puede ser mortal para muchos espacios (ver recuadro). Muchos milongueros están limitando sus salidas y, claro, también consumiendo menos en cada velada. En ese contexto, muchas empiezan a ver los subsidios como un paraguas que, aunque no salve la cuestión de fondo, les permitiría sobrevivir. Y los otros actores que trabajan con el circuito, confían en que la supervivencia del sector les mantenga una fuente de ingresos. Duplaá, de los bailarines, lo resume en una oración: “recibir ayuda en todas las milongas, que son el alma del tango de Buenos Aires, según mi criterio como porteño”.