La verdad es que en Brasil a cada día que pasa aparecen nuevos y palpables indicios de que militares reformados y de alta patente se involucraron en los intentos golpistas de Jair Bolsonaro.
Allanamiento
Ahora mismo, el pasado viernes por la mañana, la Policía Federal, cumpliendo determinación del Supremo Tribunal Federal, allanó la casa del general retirado Ridauto Fernandes (foto), quien fue director de Logística del ministerio de Salud, cuando el titular de la cartera era el general entonces activo Eduardo Pazuello, cómplice de la política genocida de Bolsonaro durante la pandemia.
Médicos y científicos aseguran que al menos la mitad de los setecientos mil brasileños muertos por la pandemia de Covid se hubieran salvo si no fuera la política negacionista del presidente genocida.
La Policía Federal incautó el arma, el celular y el pasaporte del general retirado Fernandes, y bloqueó sus cuentas bancarias.
Intento golpista
Lo que justificó la acción fue la comprobada participación del militar, que integró la tropa de élite del Ejército, en el intento golpista del pasado ocho de enero, cuando multitudes invadieron y destrozaron las sedes de los tres poderes en Brasilia.
Hay videos grabados por el general retirado, de claro incentivo al intento golpista.
No es el primer militar de la más elevada patente a ser investigado bajo acusaciones graves, en una clara señal de que la ola punitiva no se detendrá frente al rango del acusado.
Hay un almirante retirado, quien fue comandante en Jefe de la Armada bajo Bolsonaro, igualmente investigado. Pero su caso es distinto del general de la tropa de élite: él no participó del intento golpista del ocho de enero.
Y, además, vale reiterar que Fernandes integró el muy restricto grupo de altos oficiales que reúnen la élite máxima de las Fuerzas Armadas, en especial – como es su caso – el Ejército.
Se trata, pues, de un golpista de élite, y no un mero conspirador.
Expectativa
Con eso se reforzó la expectativa de que, a partir de ahora, las investigaciones sobre altos mandos militares involucrados directa o indirectamente tanto en los intentos golpistas como en la resistencia de Bolsonaro a obedecer a la Constitución ganarán fuerza.
Hay malestar en los comandos máximos de las tres Fuerzas bajo el gobierno Lula, a razón de que cada vez más militares se ven denunciados por las investigaciones.
La imagen de los uniformados, arduamente rehecha luego de la redemocratización en 1985, luego de veinte y un años de dictadura, empezó a deshacerse rápidamente bajo el desequilibrado y corrupto ultraderechista Bolsonaro en sus cuatro años como presidente.
Denuncias e investigaciones
Ahora, las denuncias que se amontonan no hacen más que enturbiar aún más la imagen destrozada.
Como las investigaciones continúan y se ampliarán, y nuevas denuncias seguramente surgirán, la preocupación entre los mandos activos es perfectamente comprensible.
¿Cuánto tiempo será necesario para reconstruir lo que Bolsonaro y sus cómplices uniformados destrozaron?