La economía del dinero con la que nos sostenemos en nuestra vida podemos asociarla a lo que llamamos economía libidinal. Si bien no se superponen punto por punto una con otra, no se puede negar que muchas de nuestras dificultades o de nuestros aciertos económicos dependen más que de cálculos conscientes, de cálculos inconscientes, como por ejemplo, que estamos siempre en deuda y no encontramos la forma de liberarnos de ella y del sufrimiento que la acompaña.
Si el psicoanálisis no produce modificaciones sobre la distribución libidinal, no pasa de ser un ejercicio intelectual. Es necesario e imprescindible que haya consecuencias, es decir que se produzcan actos que modifiquen esa distribución. Porque en general la libido permanece fijada, adherida a los objetos con los que alguna vez se obtuvo placer, e intenta siempre crear de nuevo las condiciones para obtener nuevamente ese placer conocido, sólo que esto significa un estancamiento libidinal que se expresa en esas situaciones que permanecen siempre iguales, quiero decir, que se repiten los mismos desaciertos, las mismas desgracias.
Ahora bien, la pregunta es ¿de qué manera se produce esa modificación libidinal?, porque no se trata de convencer ni de aconsejar, ya que de este tipo de sugerencias no ha carecido el paciente.
El psicoanálisis es una experiencia que se produce a través de las palabras, en las palabras. Podemos decir que es su vehículo, su medio y hasta su fin. ¿Cómo es posible esa modificación libidinal mediante palabras? A veces, recibimos esta pregunta directamente de quienes nos consultan, o de personas ilustradas. Y es una pregunta válida. Lo que puedo decir en este momento es que lo que la palabra es capaz de ligar, también lo puede desligar. Es decir, si cierto placer quedó fijado a ciertas palabras es probable que ese placer pueda ser liberado de esas palabras o al revés que esas palabras puedan ser liberadas de cierto placer al que están adheridas. Es un trabajo de desprendimiento, de desligadura y de ligazón. En este sentido, aunque también por mucho más, el psicoanálisis es un discurso, es una experiencia de discurso, o una práctica de discurso.
En todo discurso está en juego lo libidinal. La particularidad del discurso psicoanalítico es que permite hacer una lectura, un análisis de los otros discursos. Lo cual no quiere decir que sea un discurso que se ubique por fuera o por encima de los otros. Tiene la particularidad de no ser totalizante, es decir, nunca comporta un saber sabido para siempre o cierto, siempre presenta una abertura, una grieta, un saber inestable, un no saber.
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