CONTRATAPA

Homo Vibrante

 Por Rodrigo Fresán

Por Rodrigo Fresán Desde Barcelona

UNO Se podrá acusar a la derecha de muchas cosas, pero hay que reconocerle una: al menos de cara a la galería (que ahora es una galería de tiro) suele marchar unida y disciplinadamente. Así, de un tiempo a esta parte, basta que Mariano Rajoy pronuncie alguna de sus rengas muletillas (“la luz al final del túnel”, “tierra firme”) para que todos sus seguidores la repitan como en un eco plumífero. Ahora le toca a “vibrante”. De pronto, todo es “vibrante”, porque se está experimentando “una vibrante recuperación económica”, asegura Mariano. Y todos vibran diciendo “vibrante”. Ministros y patrones y alguno, puesto a vibrar, va todavía más lejos y se pasa de vibraciones. Como el presidente del Instituto de Estudios Económicos, que equipara la vibración de España a una resurrección “como la de Lázaro” y, nervioso, añade: “Aunque al final Lázaro terminó muriendo, pero muy al final”. Y, ay, si mal no recuerda Rodríguez, Lázaro no muere “muy al final”. Muere casi enseguidita. Y sus dichos y hechos se pierden como lágrimas en la lluvia...

DOS ...después de –como el replicante Nexus-6 Roy Batty en Blade Runner– haber visto, se supone, tantas incontables cosas en el otro lado. Y Rodríguez se acuerda de su primer contacto con la vida y obra del vibrante Philip K. Dick. En un comic de Robert Crumb. Allí, Dick aparecía vibrando y Rodríguez vibró con su historia y no paró hasta leer todo lo suyo y sobre él. Incluyendo su póstuma y monumental Exegesis donde Dick advierte que –luego del 3 de febrero de 1974, cuando vio la luz divina– “los contenidos de mi mente se movieron más y más rápido hasta que dejaron de ser conceptos para convertirse en preceptos”. Algo así le pasa –a escala y sin ningún atisbo de iluminación cósmica– a un resucitado Rodríguez desde que Rajoy certificó que España y los españoles entraban en la Era Vibrante. Así, todas son buenas noticias y el resumen de los viernes que antes era un constante entonar de blues ahora es aleluyas. El paro baja y no importa que se deba a que cada vez hay menos gente que puede recibir subsidio de desempleo (y por lo tanto se esfuma de las listas, como en esa nueva serie dickiana, The Leftovers) o que los nuevos trabajos sean precarios y esclavizantes y que aumente la emisión de reality shows (el último que vio Rodríguez, Ex, consiste en reunir a parejas de separados dispuestos a lo que sea y llevarse esos 100.000 euros para sus hijos y, sí, claro, hay ex pareja de argentinos concursando y a vibrar, mi ex amor). Viva la vida y a vibrar; que el autodestructivo PSOE está muy ocupado reconstruyéndose. Y que en el 2015 hay elecciones municipales y autonómicas y generales y en todas se presentará Podemos (Pablo Iglesias vibra en Bruselas y sus discursos son larguísimos y le piden que la corte pero él como si nada y, se pregunta Rodríguez, si es Iglesias un vintage Superman, un mutante x-man o un pasado de moda watchman) y... Pero Rodríguez (que no habiendo decodificado aún el nuevo recibo de la electricidad ahora tiene que ponerse a desentrañar los arcanos de la nueva reforma fiscal, “sencilla, moderna y justa”) no está como para detenerse en semejantes minucias...

TRES ...y vibra más que ese boliviano de nombre (nada es casual) Virgilio y que (¡otra vez Dick!) se puso a acuchillar a gente en un aeropuerto porque no le vendían un pasaje para Júpiter. O como –y aquí va una muestra del modo en que se mezclan y se relacionan los “contenidos de la mente” de Rodríguez y pasan de ser “conceptos” a “preceptos”– como el insoportable vibrador Robin Williams que busca consuelo en clínica detox. Williams, que dejó a John Belushi en una suite con sobredosis. Y el vibrante Belushi era ese que se disfrazaba de abeja en un sketch de Saturday Night Live. Y uno de los libros del verano es Las abejas, de Lalinne Paull. Y vibran las flores y los arbustos del Parque del Retiro porque el “millonario generoso” y “experimentador social” Jason “@Hidden Cash” Buzi ha escondido allí sobres con dinero y va soltando pistas vía Twitter. Y Rodríguez se acuerda de un reciente artículo, en El País, donde se informa de la progresiva desaparición de los laboriosos y vibrantes insectos. ¿Son las abejas la clase media del reino animal? ¿Las hormigas, cada vez más, son la clase baja? ¿Las abejas se están convirtiendo en hormigas mientras Rajoy y los suyos cantan al sol como la cigarra? ¿Sueñan los androides con abejas eléctricas? y...

CUATRO ...vibran todos en los sanfermines (donde se ruega no mostrar tetas ni dejar tocárselas). Y en las fiestas del orgullo gay (donde se ordena no mostrarse para nada y no tocar los cojones). Y en Sevilla (porque se enteraron de que parte de la próxima temporada de Juego de tronos se filmará allí y 10.000 solicitudes para figurar como extra). Y en Brasil van vibrando los semifinalistas (tres finales por el precio de una). Y vibra en Holanda la Máxima argentina. Y en Catalunya (porque es Catalunya) y en Londres, donde se reúnen para separarse definitivamente los Monty Python, mientras se saben más cosas acerca de las “debilidades” de Jimmy Saville (prócer de la BBC), quien acosó y toqueteó y violó durante décadas a todo aquel de entre 5 y 75 años (incluyendo a inválidos y cadáveres) y que, cuando condujo el histórico Top of the Pops, recibió varias veces a The Who. Y Rodríguez vuelve a vibrar escuchando y mirando el flamante CD/DVD Quadrophenia/Live in London registrando la actuación 2013 de los sobrevivientes Townshend & Daltrey & Co. contando y cantando las idas y vueltas del vibrante mod con problema(s) de personalidad(es) Jim. Y Rodríguez se acuerda de que él era post-mod (Barcelona era mod y Madrid era rocker) y que vibró tantas veces bajo la lluvia, en el mar y la arena de la Barceloneta (y vibran ahora los cielos por las tormentas de verano). Y Rodríguez se vibra cantando “Won’t Get Fooled Again”, que bien podría ser el himno de Podemos o, tal vez, el himno contra Podemos; porque allí se advierte aquello de “Meet the new boss / Same as the old boss” y el que no lo entienda que se joda, piensa Rodríguez, bilingüe y violento y vibrante.

CINCO Y vibra Letizia Regina Hipster en una de esas gym-plataformas vibradoras tan de moda. Y vibra (¿aliviada?) la infanta Imputata Cristina, porque varios involucrados hasta ahora mudos empiezan a “colaborar con la Justicia” y no la nombran; o vibra (¿preocupada?) porque Rajoy (quien dijo tener “arreglado” aquel partido de La Roja en este Mundial) declaró que sigue estando seguro de que la Hijísima Menor demostrará su inocencia y que ése es “mi deseo y mi convicción”. ¿Y cuál es el deseo y convicción de Rodríguez? Es el que recién ahora se atreve a confesarse; porque recién ahora se da cuenta de lo que en realidad le ocurre, desde hace mucho y vaya a saber hasta cuándo: Rodríguez no está vibrando, sino temblando.

Y no es lo mismo una cosa que la otra, un verbo que el otro.

Vibrar significa “moverse con gran rapidez pero en una amplitud muy corta”. Temblar significa “moverse con movimientos rápidos, continuos e involuntarios”. Pero, ah, siempre por culpa de algo o de alguien.

Y Rodríguez, la verdad, está tan cansado de vibrar temblando.

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